Independientemente de la medicación antihipertensiva que pueda estar recibiendo, debe reducir la sal de su alimentación para mejorar la respuesta al tratamiento.
Hay que identificar los alimentos con alto contenido en sodio: quesos de rallar, quesos de mesa, margarina o manteca, encurtidos, aderezos comerciales del tipo de la mayonesa o mostaza, jamones y fiambres en general, café (que aunque no contiene sodio tiene efecto hipertensivo), caldos de cubitos, sopas deshidratadas, carnes ahumadas, extractos de tomate.
Estos alimentos consumidos, incluso, en pocas cantidades, supera la recomendación diaria de sodio.
La sal invisible, que es la que no ve porque no le siente el gusto, representa la mayor parte de la sal que consumimos. Solamente un 30% viene del salero. Por ejemplo: el pan, las galletitas, facturas, repostería en general, porque todo esto está elaborado con harinas leudantes que contiene mucha sal.
Hay en el mercado sustitutos de la sal de mesa con menor contenido de sodio, pero previamente consulte con su médico respecto a su uso porque la mayoría tienen otros minerales que pueden resultarle peligrosos ante infecciones renales o hepáticas.
Hay muchos condimentos que a la hora de realzar el sabor de sus comidas dan mucho resultado, tipo laurel, tomillo, azafrán, nuez moscada, perejil, orégano, vinagre, albahaca, pimienta, romero, pimentón, vainilla, canela, ajo, jugo de limón, salvia, mostaza en grano.
Cuando compre algún producto lea la etiqueta. Podrá elegir aquellos alimentos que contengan menos de 120 mg de sodio en 100g de producto.
Incluya en su alimentación más vegetales, frutas y lácteos descremados.
Aumente su actividad física y mantenga un peso saludable.
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