A la
mañana siguiente Christian me despierta muy temprano hablándome muy suavemente
en el oído. Cuando salimos está el auto descapotable ya estacionado en la
puerta esperando que lo abordemos. Le pregunté a dónde nos dirigíamos tan
temprano y me dijo que íbamos al aeropuerto a planear. Cuando llegamos me
presentó a Mark Benson, su piloto de remolque, como su novia, que me dijo que
me coloque el paracaídas. Christian colaboró en la colocación. Me dice que me
ate el pelo y que me siente en el asiento de adelante porque en el de atrás irá
él. Como es de imaginar estoy aterrada. Me tomo del asiento con las dos manos.
Tengo terror y cuando despegamos siento que el estómago lo tengo en la boca. Hasta
los mil metros subimos arrastrados por Mark pero a esa altura nos largó y
comenzamos a planear. Tengo terror. Me muestra la palanca que tengo enfrente y
me enseña a pilotear. Estoy piloteando, Dios! Me dice que suelte la palanca
porque continuará él. El piso está cada vez más cerca y finalmente tocamos el
suelo y nos detenemos. Cuando bajamos me estrecha fuertemente y me besa de una
manera apasionada.
Cuando
volvemos en el auto le digo que me gustó que me presentara como su novia y me
dice que es lo que soy para él. Una sumisa pero también su novia y quiere más.
Paramos en la ruta a comer unos panqueques. Me mira mientras hace el pedido y me
desnuda con la mirada. Le digo que quiero dormir con él en su cama y
sorpresivamente me dice que sí, que acepta porque había dormido muy bien
conmigo.
Como
buen acosador me deja en la puerta de la casa de mi madre, de quien ni siquiera
me ha preguntado la dirección, para qué? Si ya la había averiguado… Nos
despedimos y me dice que vuelve a la noche. Cuando entro le cuento a mi madre
que venimos de planear y que la noche anterior habíamos hablado bastante y que
la cosa parecía estar bastante mejor.
Nos vamos
al super con mi madre y suena mi celular. Es una comunicación de la empresa
donde me había presentado, ofreciéndome ir a trabajar a partir del próximo
lunes como ayudante del señor Hyde. Genial! Comenzaría el lunes siguiente a las
8 y media de la mañana. Cuando corto encuentro en mi celular una llamada
perdida de Christian, que me llama mucho la atención porque nunca me telefonea.
Me dice que no vendrá esta noche porque tiene que volver urgente a Seattle. Nos
tomamos la tarde con mi madre para tomar sol al borde de la piscina. Christian
me dijo que hablé mientras dormía pero no me quiso contar lo que había dicho y
luego me envió un mail diciendo que ojalá me escuchara decir lo mismo en
persona cuando estuviera frente a él. Dios! Qué habré dicho?
Estamos
con mi madre en el aeropuerto. Debo embarcar para ir a Seattle. No me gusta
alejarme de ella. No puedo dejar de pensar en Christian. Sé que he encontrado
al hombre de mi vida pero sigo tan insegura como siempre respecto a su amor. No
sé siquiera si es capaz de amar. No se quiere ni a él porque no se considera
digno de amor.
Ocho
horas más tarde aterrizamos y Taylor me está esperando en el aeropuerto. En el
viaje le pregunto por Christian y me insiste en que sigue preocupado. Pero no
me cuenta más nada. Cuando arribamos al edificio subo al piso treinta y me
encuentro con Christian que está hablando por teléfono. Me besa de una manera
increíble y le respondo del mismo modo. Me invita al baño a ducharnos en ese
mismo momento. Le obedezco porque lo noto muy preocupado. Nos desnudamos y
tenemos sexo allí mismo, junto a la ducha.
En el
baño hace un calor bárbaro y está lleno de vapor. Mientras nos vamos quitando
la ropa para entrar bajo la ducha, le cuento que ya tengo trabajo en la
editorial SIP. Lo veo tan dulce que aprovecho para contarle que el próximo
jueves debo ir a la inauguración de la exposición fotográfica de mi amigo José
y lo invito a que me acompañe.
Un rato
después estamos sentados con la bata en la cocina y le pregunto por el problema
que lo había devuelto con tanta urgencia a Seattle. Con amargura me contesta
que está descontrolado pero me dice que quiere que en quince minutos yo esté en
el cuarto de juegos y que me prepare con la ropa que me ha comprado y ha dejado
en mi habitación. Pienso que falta muy poco para que me compre un departamento
y así convertirme en la amante perfecta.
Quince
minutos más tarde estoy arrodillada en la puerta del cuarto. Cuando llega me
pregunta si recuerdo las palabras de seguridad y le contesto que sí: amarillo y
rojo. Luego veo que toma de la cómoda, un guante de piel y un látigo de tiras
con pequeñas cuentas en los extremos. Me pone de pie y me lleva hasta una
antigua cama de cuatro postes y me ata los brazos en cada uno de ellos al igual
que los piés. Me coloca un auricular muy grande en los oídos y me pone un
antifaz. Estoy a su merced. Y cuando activa la música es algo muy celestial. Me
acaricia con el guante y después me azota por todo el cuerpo y durante toda la
relación me tortura, me hace desear y me lleva al éxtasis.
Cuando
me despierto veo la hora y son las cinco. Pienso que por el cambio horario en
Georgia son las ocho. Salto de la cama para tomar la píldora. Christian no está
a mi lado. Oigo el piano. Está tocando. Siempre ejecuta música triste.Bajo y me
siento en la banqueta a su lado. Me sienta encima de él. ¡Dios mío, ahora
arriba del piano! Le digo que quiero que me aclare lo del contrato y para mi
sorpresa me dice que ya es obsoleto. Que lo que no debo olvidar son las normas
que siguen en pie. Además fuimos al cuarto de juego dos veces y no saliste
corriendo. ¿Y si no cumplo las normas? Te castigaré. Y si no lo permito? Veré
la forma de convencerte. Me alcanza las normas para releerlas. Cuando termino,
lo provoco preguntando si quiere darme unos azotes. Me dice que sí y yo salgo
corriendo alrededor de la mesa. Nos mantenemos así jugando un rato. Luego me
dice que da toda la impresión de que no quiero que me atrape. Y le confirmo su
impresión. Para mí el castigo es como para vos que te toque. Se queda helado.
¿Es verdad que sientes eso? Bueno, no es para tanto, pero me das una idea de lo
que vos sientes cuando te tocan. ¿Tanto odias lo que te hago? Tengo miedo que
me lastimes. Quiero lastimarte, pero no quiero que sea un dolor que no puedas
soportar. ¿Por qué? Porque lo necesito. No te quiero decir porqué, sino te irás
corriendo y no volverás nunca y me moriría si te perdiera. Castígame, quiero
saber cuánto me puede doler. Así veremos si podremos continuar con esto o no.
Si yo aguanto, tal vez tú me dejes tocarte. Cuando escucha esto me agarra de un
brazo y me lleva al cuarto de juegos.
Me inclina
sobre un banco. Tengo la bata puesta. Anastasia… te voy a pegar seis veces. El
primer golpe llega con fuerza. Vuelve a hacerlo, y yo cuento… dos. El cinto
nuevamente se me clava en mi cuerpo… tres. No puedo impedir que las lágrimas
salten de mis ojos. Es peor de lo que imaginé. Cuatro. Me vuelve a pegar.
Cinco…Falta sólo uno… aguantaré… séis. Tira el cinto y me estrecha entre sus
brazos. Le pido que me suelte y le digo que no quiero que me toque más. Le digo
que es un hijo de puta. Que eso es lo que en verdad lo hace gozar…. y verme
llorando. Me voy corriendo a mi habitación y me tiro llorando en la cama ¿porqué
pude aceptar esa idea? ¿cómo no iba a doler? Su lado oscuro, es demasiado
oscuro para mí. Es lo que le gusta, lo que lo excita, pero yo no puedo con
esto. No puedo satisfacerlo. No estoy dispuesta a que me pegue así nunca más.
Escucho la puerta y siento que se mete en la cama conmigo. Me abraza
tiernamente y yo continúo llorando. Me doy vuelta y le digo que estoy enamorada
de él y que no puedo dejarlo. Pero él me dice que nunca podremos superar lo que
ha pasado. Me levanto y bajo al salón. Pude darme cuenta que se trata de un
depravado sin medida, que no tiene capacidad para amar… incapaz de dar y de
recibir amor. Voy al baño a ducharme. Me visto. El dolor de mi trasero me
distrae del dolor que tengo en el corazón que está completamente destrozado.
Arranco
una hoja de mi cuaderno y le escribo: Esto me recordó un tiempo feliz. Gracias.
Ana
Entro a
la cocina y sobre el desayunador dejo todos los regalos, el teléfono, las
llaves del auto, la PC y le pido el dinero que Taylor cobró por mi escarabajo.
Ante mi insistencia va al escritorio a extenderme un cheque y mientras espero,
pienso que él nunca me ha hecho el amor… Me pide que me quede, pero es obvio
que él no puede darme lo que yo quiero y yo no puedo darle lo que él quiere. Me
voy llorando desconsoladamente en el asiento trasero del auto que conduce
Taylor. Cuando llego a mi casa me tiro vestida sobre la cama y pienso… el dolor
físico al que me sometí no es nada comparado con el dolor devastador que siento
en este momento y se abandona llorando desconsoladamente..
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