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sábado, 30 de septiembre de 2017

NO EXISTE EL CRIMEN PERFECTO, SÍ LA INVESTIGACION IMPERFECTA

Resultado de imagen para no existe el crimen perfecto

Para los investigadores forenses existen tres variantes para que un crimen pueda ser declarado perfecto: la desaparición del cadáver, no dar con el autor del hecho y el crimen planificado, donde quien ideó el hecho cubrió todas las aristas para evadir la acción de la justicia. Los investigadores distinguen entre crimen perfecto y crimen no resuelto o impune. Muchos son los factores que pueden concurrir para que esto suceda: desde la mala investigación hasta la falta de recursos científicos, técnicos, industriales y el insuficiente caudal probatorio. El camino en la búsqueda de la verdad debe contar con medios de prueba. Si no está la prueba instrumental, la testimonial, la pericial y la confesión -madre de todas las pruebas-, se puede llegar a la verdad pero quizás no se la pueda probar nunca. Como ni el hombre ni sus actos son perfectos, es muy probable que el culpable deje huellas o señales que permitan llegar al esclarecimiento del hecho, pero hasta ahora no hay nada más importante para lograrlo que preservar la escena del crimen, que debe ser tratada como un santuario incorrupto. Sin embargo es muy frecuente la contaminación de la escena del hecho, razón por la cual se pierden muchos rastros. Aunque a veces esto puede pasar por ignorancia, no es imposible pensar que haya intereses para confundir a los investigadores. Cada hora que se pierde en la investigación, es un paso que se aleja de la verdad. En Argentina, el caso de María Marta García Belsunce es un claro ejemplo de contaminación y ni que hablar del caso Nismann. El homicidio de María Marta fue el 27/10/2002 y el primer llamado a testimonial fue el 2/12 del mismo año. Nunca se explicó porqué se demoró tanto en hacerlo. Este crimen tiene muchos puntos de contacto con el de Nora Dalmaso. Cuando Nora fue asesinada, se apresó de entrada a un albañil que finalmente fue liberado por la presión del pueblo y se empezó a poner el foco en el entorno familiar. La noche que se cometió el crimen, Nora había salido a cenar con amigas y les había comentado que luego se encontraría con alguien, con quien se comprobó que tuvo un encuentro sexual. La víctima fue asfixiada con el cinturón de su propia bata y los golpes que presentaba indicaban que había habido una pelea previa como para defenderse. Las entradas de la casa no presentaban violencia alguna, como que el ingreso le había sido franqueado, el trabajo fue rápido y no hubo testigos oculares. En esta ocasión se puede hablar de un crimen perfecto... o por lo menos, impune. Los investigadores y especialistas intuyen que este caso es el resultado de un homicidio planificado al milímetro. Como ya dije, las primeras horas son esenciales para encontrar todos los elementos que conduzcan al posible responsable. Hay una técnica que indica que, a partir del momento en el que cae el cuerpo, se tiene que describir una figura helicoidal, espiralada, e ir girando alrededor del cuerpo y haciéndola cada vez más grande. En ese recorrido hay que describir qué objetos, elementos, manchas, pelos, fluídos corporales o elementos orgánicos se encuentran, para relacionarlos con las personas que estuvieron en el momento del hecho. Antes, el único elemento de protección que usaban los peritos forenses eran los guantes de látex. Hoy, en cambio, usan trajes de bioprotección, para no dejar en la escena del crimen descamación de células del cuerpo, pelos o cualquier otra marca. Además tampoco existía el análisis de ADN, que revolucionó las ciencias forenses porque permite identificar sospechosos mediante la saliva, un pelo o una gota de sangre. Algunos opinan que los primeros que deberían entrar a la escena del crimen serían el fotógrafo y el camarógrafo para registrar todo y luego el médico, porque cuando está todo filmado ya no se puede plantar nada. Sin embargo, los primeros que aparecen siempre son los policías, quienes por lo general no toman las precauciones debidas y hasta dejan sus huellas sobre el cadáver.

Fuente: Revista "Muy Interesante"
                                                                                                           Elsa Inés Bernardi Semino