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miércoles, 26 de junio de 2013

CINCUENTA SOMBRAS MAS OSCURAS - CAP.1





Comienzo hoy la narración del libro Cincuenta Sombras más Oscuras. Se trata del tomo 2 de la trilogía CINCUENTA SOMBRAS.  
 
Debido a las prácticas eróticas tan peculiares de Christian Grey, Anastasia decide terminar con ese vínculo y se va a Seattle a trabajar a una editorial. Sin embargo todavía se siente dominada por el deseo que le despierta Christian y a pedido de él retoman la aventura. Ana averiguará aún más la terrible historia que le ha tocado vivir a este hombre.
Él debe luchar con sus demonios y ella con la envidia de aquellas que la han precedido y que la obligarán a tomar una decisión… la más difícil de su vida.   
PROLOGO
Christian recuerda su niñez. El hombre ha vuelto y su madre está en la cama dormida o nuevamente enferma. El niño se esconde acurrucado bajo la mesa de la cocina y tapándose los ojos con los dedos entreabiertos, espía a su madre que está dormida. Ese hombre se para junto a ella y pegándole con el cinto le grita que se levante. La insulta reiteradas veces. Su madre se encoge como con miedo y solloza pidiéndole que no le lastime más. El niño se tapa los oídos y cierra los ojos porque no quiere enterarse de lo que está pasando. El hombre se da media vuelta y va a la cocina a buscarlo a él. De golpe se despierta transpirando y con el corazón marcadamente acelerado. 
CAPITULO 1
Hace tres días que abandoné la casa de Christian y ya empecé a trabajar. Me vino bárbaro porque es una forma de estar distraída.
Mi jefe Jack Hyde se inclinó sobre mi escritorio y me felicitó por mi desempeño, así que le hice una mueca que se pareció bastante a una sonrisa. 
Cuando salí de la oficina, fui caminando a tomar el autobús… no tenía ni mi escarabajo ni el Audi, pero Christian había sido muy generoso cuando me pagó la venta de mi coche, así que pronto tendría uno nuevo. No quise volver a pensar en él porque no quería volver a llorar, como lo había estado haciendo todo el fin de semana.
Llegué a mi casa y al rato sonó el timbre. Era el correo que me traía una caja enorme con 2 docenas de rosas con un tallo larguísimo y acompañadas de una tarjeta de Christian… me felicitaba por mi primer día de trabajo, me auguraba un buen inicio y me agradecía un planeador que le había dejado sobre la mesa de la cocina y que ocupaba desde ese momento un lugar preferencial en su escritorio.  Mi primer instinto fue tirar las flores, pero no pude y en cambio busqué un florero para ponerlas en agua.
Hace cinco días que no como ni duermo. Lo único que me pasó fue un yogur, un poco de café con leche y gaseosa light. El trabajo me distrae bastante, pero tuve que empezar a frenar a Jack porque se estaba empezando a poner pesado. Acabo de recibir un mail de Christian. Me escribió porque recordó que tenía que ir a la inauguración de la exposición de José, mi amigo y como no tengo auto se ofreció a llevarme.  Ese mail me sacó de mi eje. La verdad que no sé qué contestarle. No lo quiero volver a ver.  No se puede estar con alguien que siente placer haciéndonos daño y es incapaz de querernos. Definitivamente, no quiero saber nada. Lo extraño muchísimo… porque lo quiero muchísimo.
Finalmente, contesté el mail agradeciéndole las rosas y diciéndole que también me parecía bien que me acompañara a la expo… qué débil mi comportamiento… yo misma estoy asombrada de mí
Lo llamé a José para preguntarle la hora de la exposición y me dijo que debía estar 7 y media. Christian quedó en pasar a buscarme a las 17.45 
Al día siguiente cuando salí de la oficina estaba el auto parado en la puerta y Taylor me estaba esperando con la puerta trasera abierta del coche. Adentro estaba sentado Christian. Mi jefe Jack vio la escena y de reojo pude ver que se había sorprendido. Christian empezó a regañarme porque me dice que tengo fácilmente cinco kilos menos y que lo más probable es que no he comido desde hace rato. Me tomó de las manos y cuando me quise dar cuenta estoy sentada sobre él. Apoyé mi cabeza sobre su hombro y besó mi pelo reiteradamente.
De pronto el auto se detuvo y estábamos en la puerta de un edificio que en el último piso tenía un helipuerto. Bajamos, me tomó de la mano y fuimos hacia allí. Cuando llegamos al último piso estaba el helicóptero Charlie Tango esperándonos. Subimos y Christian tomó los controles. Ibamos rumbo a Portland para asistir a la inauguración de la expo de José.
Cuando llegamos José se acercó apresuradamente a saludarme y me abrazó fuertemente. Christian fue en busca de dos copas de vino. Cuando regresó un fotógrafo se acercó y le pidió permiso para fotografiarlo, pero cuando me alejé me tomó de una mano y me acercó a él para fotografiarnos juntos.
De pronto vimos con sorpresa que en la pared lucían colgados siete retratos enormes míos. Eran fotos instantáneas en blanco y negro que José me había sacado en distintas oportunidades. Christian no podía más de la rabia y me dejó para dirigirse a hablar con una señorita. Sin más lo ví que sacó su tarjeta de crédito y cuando volvió me dijo que había comprado todos mis cuadros.
Christian me pidió de irnos. En realidad me lo ordenó y eso ya me puso de mal humor. Me acerqué a José para saludarlo y Christian me tomó de una mano casi arrastrándome hacia la salida. Ya en la calle me tiró hacia un callejón y me puso contra la pared. Tomó mi cara con sus dos manos y me obligó a mirarlo a los ojos. Me besó violentamente. Me acarició y de pronto se interrumpió. Me dijo claramente que le había hecho mal ver mi comportamiento con José. Piensa que yo lo deseo. Me habló de su perturbación y de los sentimientos que le inspiro, desconocidos hasta entonces.  Sin más, nos tomamos de la mano y respirando profundamente me dijo: tienes que comer  Anastasia y tenemos mucho de que hablar.

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