Comienzo hoy la narración del libro Cincuenta
Sombras más Oscuras. Se trata del tomo 2 de la trilogía CINCUENTA SOMBRAS.
Debido a las prácticas eróticas tan peculiares
de Christian Grey, Anastasia decide terminar con ese vínculo y se va a Seattle
a trabajar a una editorial. Sin embargo todavía se siente dominada por el deseo
que le despierta Christian y a pedido de él retoman la aventura. Ana averiguará
aún más la terrible historia que le ha tocado vivir a este hombre.
Él debe
luchar con sus demonios y ella con la envidia de aquellas que la han precedido
y que la obligarán a tomar una decisión… la más difícil de su vida.
PROLOGO
Christian recuerda su niñez. El
hombre ha vuelto y su madre está en la cama dormida o nuevamente enferma. El
niño se esconde acurrucado bajo la mesa de la cocina y tapándose los ojos con
los dedos entreabiertos, espía a su madre que está dormida. Ese hombre se para
junto a ella y pegándole con el cinto le grita que se levante. La insulta
reiteradas veces. Su madre se encoge como con miedo y solloza pidiéndole que no
le lastime más. El niño se tapa los oídos y cierra los ojos porque no quiere
enterarse de lo que está pasando. El hombre se da media vuelta y va a la cocina
a buscarlo a él. De golpe se despierta transpirando y
con el corazón marcadamente acelerado.
CAPITULO 1
Hace tres días que abandoné la casa
de Christian y ya empecé a trabajar. Me vino bárbaro porque es una forma de
estar distraída.
Mi jefe Jack Hyde se inclinó sobre mi
escritorio y me felicitó por mi desempeño, así que le hice una mueca que se
pareció bastante a una sonrisa.
Cuando salí de la oficina, fui
caminando a tomar el autobús… no tenía ni mi escarabajo ni el Audi, pero
Christian había sido muy generoso cuando me pagó la venta de mi coche, así que
pronto tendría uno nuevo. No quise volver a pensar en él porque no quería
volver a llorar, como lo había estado haciendo todo el fin de semana.
Llegué a mi casa y al rato sonó el
timbre. Era el correo que me traía una caja enorme con 2 docenas de rosas con
un tallo larguísimo y acompañadas de una tarjeta de Christian… me felicitaba
por mi primer día de trabajo, me auguraba un buen inicio y me agradecía un
planeador que le había dejado sobre la mesa de la cocina y que ocupaba desde
ese momento un lugar preferencial en su escritorio. Mi primer instinto fue tirar las
flores, pero no pude y en cambio busqué un florero para ponerlas en agua.
Hace cinco días que no como ni
duermo. Lo único que me pasó fue un yogur, un poco de café con leche y gaseosa
light. El trabajo me distrae bastante, pero
tuve que empezar a frenar a Jack porque se estaba empezando a poner pesado. Acabo de recibir un mail de Christian.
Me escribió porque recordó que tenía
que ir a la inauguración de la exposición de José, mi amigo y como no tengo
auto se ofreció a llevarme. Ese mail me sacó de mi eje. La verdad
que no sé qué contestarle. No lo quiero volver a ver. No se puede estar con alguien que siente
placer haciéndonos daño y es incapaz de querernos. Definitivamente, no quiero
saber nada. Lo extraño muchísimo… porque lo quiero muchísimo.
Finalmente, contesté el mail
agradeciéndole las rosas y diciéndole que también me parecía bien que me acompañara a la
expo… qué débil mi comportamiento… yo misma estoy asombrada de mí
Lo llamé a José para preguntarle la
hora de la exposición y me dijo que debía estar 7 y media. Christian quedó en
pasar a buscarme a las 17.45
Al día siguiente cuando salí de la
oficina estaba el auto parado en la puerta y Taylor me estaba esperando con la
puerta trasera abierta del coche. Adentro estaba sentado Christian. Mi jefe Jack vio la
escena y de reojo pude ver que se había sorprendido. Christian empezó a regañarme porque
me dice que tengo fácilmente cinco kilos menos y que lo más probable es que no
he comido desde hace rato. Me tomó de las manos y cuando me quise dar cuenta
estoy sentada sobre él. Apoyé mi cabeza sobre su hombro y besó mi pelo
reiteradamente.
De pronto el auto se detuvo y
estábamos en la puerta de un edificio que en el último piso tenía un helipuerto.
Bajamos, me tomó de la mano y fuimos hacia allí. Cuando llegamos al último piso estaba
el helicóptero Charlie Tango esperándonos. Subimos y Christian tomó los
controles. Ibamos rumbo a Portland para asistir a la inauguración de la expo de
José.
Cuando llegamos José se acercó
apresuradamente a saludarme y me abrazó fuertemente. Christian fue en busca
de dos copas de vino. Cuando regresó un fotógrafo se acercó y le pidió permiso
para fotografiarlo, pero cuando me alejé me tomó de una mano y me acercó a él
para fotografiarnos juntos.
De pronto vimos con sorpresa que en
la pared lucían colgados siete retratos enormes míos. Eran fotos
instantáneas en blanco y negro que José me había sacado en distintas
oportunidades. Christian no podía más de la rabia y me dejó para dirigirse a
hablar con una señorita. Sin más lo ví que sacó su tarjeta de crédito y cuando
volvió me dijo que había comprado todos mis cuadros.
Christian me pidió de irnos. En
realidad me lo ordenó y eso ya me puso de mal humor. Me acerqué a José para
saludarlo y Christian me tomó de una mano casi arrastrándome hacia la salida. Ya en la calle me tiró hacia un
callejón y me puso contra la pared. Tomó mi cara con sus dos manos y me obligó
a mirarlo a los ojos. Me besó violentamente. Me acarició y de pronto se
interrumpió. Me dijo claramente que le había hecho mal ver mi comportamiento con
José. Piensa que yo lo deseo. Me habló de su perturbación y de los sentimientos
que le inspiro, desconocidos hasta entonces. Sin más, nos tomamos de la mano y
respirando profundamente me dijo: tienes que comer Anastasia y tenemos mucho de que
hablar.
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