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lunes, 24 de junio de 2013

HABLAR DE SEXO CON LOS HIJOS



Cuando le preguntamos a los padres si han hablado de sexo con sus hijos, suele ocurrir que digan que los hijos ya están en conocimiento de todo lo que tienen que saber respecto a eso.
La realidad es que como ellos no se lo contaron, todo eso lo suponen, pero no saben exactamente qué es lo que saben.
Confían en que, como actualmente la información sobre sexo es tan abundante, seguramente ya han resuelto muchos de los problemas que se les pudieron presentar para tener una vida sexual satisfactoria y plena.
Es necesario que los padres sepan que conocer la sexualidad no es solamente saber de juguetes sexuales, posiciones, técnicas o desinhibiciones. Es algo que abarca mucho más.
Tienen la responsabilidad de enseñarles el enriquecimiento que proporciona a la pareja un buen vínculo sexual y una buena comunicación.
Actualmente la relación sexual es algo tan accesible, que no es descabellado pensar que ahora sea considerado como un desahogo más o menos habitual y transitorio y no genere ningún tipo de compromiso, sirviendo solamente para satisfacer al propio ego.
Existe un trastorno clínico relacionado con el sexo llamado "ansiedad por el propio desempeño". Es más habitual en los hombres y la manifestación clásica es la falta parcial de erección y la eyaculación precoz. En las mujeres es la escasez de la lubricación y la dificultad para arribar al orgasmo. En ambos casos suele ocurrir que la líbido también disminuye.
Esto se debe a la excesiva autoexigencia en el rendimiento del acto. El miedo al bajo rendimiento provoca estrés y perjudica el acto sexual en sí mismo. En ningún momento se piensa que hay un sentimiento en el medio que debería priorizarse y ser el motivo principal de la relación sexual. Es preciso tener conciencia que uno está con un ser humano que tiene todo el derecho de tener trastornos eventuales que hagan que un día cualquiera su desempeño no merezca un diez absoluto, como parecería que tendría que ser.
Esta es la parte en la que deben participar los padres, señalándoles a sus hijos cuáles son las prioridades a ser tenidas en cuenta. No tomar el acto sexual por el acto en sí mismo, sino buscar llegar a él como una consecuencia querida por el sentimiento que le despierta el otro. Actuar con inteligencia, prudencia, sin impulsividad, compartir, complacer y considerar siempre la pareja como una unidad, donde el placer tiene que alcanzar a los dos por igual.
 

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