Históricamente, en la edad madura, el ser humano estaba casi obligado a retirarse de toda actividad laboral y hasta social.
Los cambios vertiginosos producidos en la sociedad, en la tecnología y en el campo de las comunicaciones, revirtieron de una forma drástica y beneficiosa este concepto.
Ahora ambos sexos caminan estos años por la vida, con proyectos, ilusiones y fantasías.
Se destaca, sobre todo, la continuidad en el campo laboral y/o realización de diferentes actividades, que les permiten seguir en contacto con personas de su misma edad o por lo menos de su misma época, desterrando el aislamiento que antiguamente iba de la mano con el paso del tiempo.
El cambio ha traído una nueva esperanza de vida a esta etapa.
La doña Rosa de antaño, con ruleros, batón y pantuflas, ha dado paso a abuelas, en su mayoría platinadas y de pelo no tan corto, que ahora se animan a todo. Manejan, se visten con jean, botas y pulloveres largos, retiran a sus nietos de los colegios y cuando los dejan en la casa de sus hijos se van disparando porque tienen que llegar a horario al curso que están haciendo. Clases de gimnasia, de tango, de idiomas o tal vez, porqué no, a una confitería para encontrarse con sus amigas o con un amigo.
Es decir, se atreven a algo que fue postergado durante toda la vida y ahora tienen todos los recursos para poder concretarlo. Desde la capacidad intelectual, pasando por el tiempo y hasta la disponibilidad económica.
Además de haber aumentado la expectativa de vida, muchísimas personas se han atrevido al divorcio o la separación, ahora que sus hijos ya se han ido de casa.
Se han formado nuevas parejas y ha reaparecido la pasión que había sido eclipsada por la rutina diaria.
Se los vé vitales, eufóricos y con ganas de nuevos emprendimientos. Tienen ganas de hacer cosas y, aunque parezca mentira, esta nueva forma de vida redunda en beneficio de su propia salud. Se sienten, sobre todo, saludables. Se vive más, pero además también mejoró la calidad de vida.
Lo más importante es tomar conciencia que el nuevo ritmo no debe traer consigo demasiada autoexigencia, aceptando las limitaciones normales y no luchar permanentemente con ellas. La aceptación reduce la ansiedad y los logros son más efectivos.
Los hombres por lo general son los que más se exigen, sobre todo cuando deciden relacionarse con mujeres de mucho menor edad... en este sentido a veces actúan de manera patética, hasta que se dan cuenta que están haciendo el ridículo y que esa proximidad no los hace más jóvenes.
Las mujeres, en cambio, se esmeran por demostrarle a los hombres que la experiencia tiene mucho más valor que un buen cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario