NOTA

TEN EN CUENTA QUE SI HACES CLICK EN ALGUNO DE LOS TITULOS DE NARRACIONES EN CURSO O NARRACIONES COMPLETAS, PODRAS VER TODOS LOS CAPITULOS JUNTOS DEL MISMO LIBRO, UNO A CONTINUACION DEL OTRO.

lunes, 3 de junio de 2013

HISTORIAS DE DIVAN - LA HISTORIA DE AMALIA

 
 

 

Una noche casi a las 12, estaba sentado en el Café Tortoni, esperando que se hiciera la hora porque transmitíamos nuestro programa desde allí y se me acercó una señora. Me dijo que quería venir a verme a mi consultorio, así que le entregué mi tarjeta y nos dijimos hasta pronto.

Cuando se iba ví dos jóvenes que estaban con ella y que luego me enteraría que se trataban de sus dos hijos.

Pasaron como dos meses y no volví a saber de ella, hasta que un día me llama por teléfono y cuando atiendo me dice, hola Rolón, habla Amalia, se acuerda de mí? A todo esto, el día que nos habíamos encontrado ni siquiera me había dicho el nombre así que mal podía identificarla, pero tras cartón me dijo que era la señora que una noche se me había acercado en el café Tortoni para decirme que quería hablar conmigo.

Inmediatamente me acordé de ella y concertamos una cita.

El día señalado a la hora estipulada estaba ingresando. En realidad había llegado un poco antes y se había quedado en la puerta esperando que se hiciera la hora justa.

Amalia me contó que había conocido a su esposo cuando sólo tenía 14 o 15 años y él ya era un hombre de 30. Me dijo que era alto, morocho y muy buen mozo. Se enamoró de él en cuanto lo vio, pero naturalmente nunca le dijo nada debido a la diferencia de edad que había, pero en ese mismo momento se propuso que cuando fuera grande ese hombre iba a ser de ella. Y así fue, con los años se pusieron de novios y se casaron. Tuvieron dos hijos y fueron tremendamente felices. Justamente por eso venía Amalia a verme, porque su marido había muerto siendo aún muy joven, pero ya hacía mucho tiempo y ella no podía superar su muerte. Cuando ocurrió su fallecimiento, su hijo Sebastián tenía 10 años  y Romina 11 y ahora ya eran dos adultos.

Me mató cuando me dijo que su marido había hecho lo que correspondía… morirse joven, porque llegar a viejo es horrible. Yo no podía escucharla decir eso, así que le decía que él se había muerto porque tuvo un caso fortuito que lo llevó a eso, pero que ella no podía decir que estaba bien. Jamás salió con ningún otro hombre y no estaba dispuesta a hacerlo ni por casualidad. Ella lo seguía llorando y criando sola a sus dos hijos. Ella decía que él se había llevado la mejor parte.

Me hacía sentir muy mal lo que estaba escuchando y no sabía porqué, hasta que me dí cuenta que no la estaba escuchando como su analista, sino que había hecho un paralelo con mi verdadera vida y era como haber estado hablando con mi madre. Mi padre también se había muerto muy joven y mi madre jamás había vuelto a rehacer su vida porque no lo había podido olvidar.

Cuando tomé conciencia de lo que me estaba pasando, le conté lo que sentía y le dije que se fuera porque yo en esas condiciones no podía seguir analizándola, de hecho no lo estaba haciendo, de modo que se retiró hasta la próxima sesión.

En la sesión siguiente directamente me sacó el tema de su papá y me contó que también él se había muerto muy joven, dejando a su madre sola con dos criaturas. Ella tenía sólo 5 años y al ver cómo sufría su mamá sintió que tenía que hacerse cargo de su familia. Y fui la protectora de ellos dos. Mi madre era muy débil y mi hermanito era un bebé. Amalia ahora sí que lloraba desconsoladamente.

Entonces Amalia, cuando su marido murió digamos que ud. volvió a revivir todo lo que ya había pasado.

Amalia había idealizado a esos dos hombres y seguía manteniendo su convicción de que los dos habían hecho algo inteligente, que era morirse joven.

Un día vino y me contó que Sebastián se había ido a vivir solo. Ella estaba muy conforme con la decisión que había tomado pero Sebastián a veces se enojaba con ella porque no le permitía ir a visitarla a su casa. Ella me decía que prefería ir ella a su casa con Romina, porque de paso que le limpiaba y acomodaba un poco, le preparaba la cena y después él se podía acostar temprano. Cuestión que hacía como 3 meses que no pisaba la casa de sus padres. Él me dice que es porque estoy enojada porque se fue pero le aseguro que no es así.

Los otros días me contó que Romina le dijo que invitaría a su hermano a cenar a la casa y Amalia le dijo que era mejor ir a un restaurant… porque como ella está con esto de “que no quiere que se vaya” era lo mejor. Inmediatamente la interrumpí y le pregunté si había escuchado lo que había dicho “que no quiere que se vaya” y ella me dijo, no, yo dije “que no quiero que venga”. No Amalia, ud. dijo que no quiere que se vaya. Amalia, a ud. no la angustia que su hijo venga a su casa, la angustia el momento en que su hijo la abandona. Su padre se fue a trabajar y volvió muerto. Su marido estaba internado y la llamaron para decirle que había muerto de un infarto. Pero eso no quiere decir que cada uno que se vaya no va a volver a verlo con vida. Yo entiendo que ud. está muy marcada pero la cosa no funciona así. Invítelo más seguido y va a ver que se va a acostumbrar a despedirlo sin sentir nada malo.

Un día vino Amalia muy angustiada porque a su hija le habían diagnosticado cáncer. Cuando me lo contó, con todo el dolor de mi alma, le contesté: bárbaro, me imagino que estará recontenta. Ella me dijo que era un hijo de puta, pero yo me estaba haciendo eco simplemente de lo que decía siempre ella. Para ella morirse joven era de gente inteligente ¿y ahora estaba contenta también sabiendo que podía perder a su hija? Amalia, su papá y su marido no fueron inteligentes, tuvieron la fatalidad de morir jóvenes, pero no eligieron hacerlo porque era lo mejor. Amalia llora y no dice nada.

Amalia tenía a su mamá muy viejita que luchaba por vivir como una leona y ella se lo agradecía porque no quería perderla. Aunque sabía que ya era muy mayor no se resignaba. Su hija también luchaba y tampoco se entregaba.

Cierto día llegó llorando  a mi consultorio pero con una sonrisa en los labios… me contó que su hija Romina se había curado. Que los análisis habían salido perfectos… pero diez días después falleció su madre.

No tenía consuelo. Admitía que sabía que tenía mucha edad, pero la extrañaba muchísimo. Y bueno Amalia, yo me alegro de oírla hablar así, aunque sienta mucho dolor, porque así son los duelos.

Dos meses más adelante me contó que estaba por cumplir 70 años y quería saber si estaría muy mal de su parte hacer una pequeña reunión, porque quería festejarlo. Hacía muy poco que había muerto su mamá… Le dije que todo lo contrario, que apoyaba su idea y Amalia me pidió que le encantaría que él estuviera presente en su casa ese día. Por supuesto que accedí a su invitación y en el momento del brindis, levanté la copa y le dije: brindo por ud. Amalia y por su recuperación y ella me dijo: no Gabriel… yo voy a brindar por la vida. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario