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sábado, 15 de junio de 2013

HISTORIAS DE DIVAN - LA HISTORIA DE DARIO




Empezó a analizarse hace dos años conmigo. Vino derivado por Andrés, otro paciente que era su amigo. Andrés tenía una visión muy positiva de él. Me lo pintaba siempre como un ganador, un seductor. El que se convertía inmediatamente en el centro de la escena donde nos encontráramos. Era docente y de los buenos. Profesor de música, recibido en el Conservatorio Nacional, pero además tocaba el piano y componía muy bien. Cuando lo conocí, coincidí de entrada con el perfil que me había pintado Andrés, pero su ingenio y humor eran tan excesivos que su conducta se me hacía un tanto maníaca. Trabajaban los dos en el mismo colegio, donde Andrés dictaba matemáticas.

Cuando indagué un poco su historia me contó que era hijo único. Sus padres formaron una pareja  hermosa al punto que siempre soñó formar una pareja como la de su padre… y yo pensé… y la pareja de su padre es su madre. Darío me vino a consultar debido a su relación con Silvina, su novia. Ella es profesora de gimnasia en el mismo colegio donde él enseña y él es terriblemente celoso. Dice que se viste provocativamente, que las calzas son muy ajustadas y que las polleras son muy cortas. Tiene un físico tan espectacular que todo el mundo la mira. Y a mí esta situación me pone loco y vivimos discutiendo. En realidad yo en mi cabeza sé que ella sería incapaz de engañarme pero en el corazón siento lo contrario y no lo puedo evitar. Cuando un paciente reconoce esto, que lo que le pasa es más fuerte que él, está pidiendo ayuda y allí mismo nos elegimos mutuamente y vendría a una sesión semanalmente y usaríamos la técnica del diván.

Al principio lo dejé hablar todo lo que quiso, para más adelante empezar a explicarle el tema de los celos. Le expliqué que en los celos hay siempre una relación de tres. Él, su amor y el otro. El otro cambia permanentemente pero está siempre ahí y seguramente lo prefiere al otro porque vale más y es mejor que yo. Hay mucha inseguridad y baja autoestima. Cuando le pregunté si la amaba me dijo: obvio que la amo. No, no es tan obvio, porque el amor es algo bastante más complejo de lo que uno cree. Entonces le expliqué que en el desarrollo del amor madura hay tres momentos: enamoramiento, desilusión y aceptación. En la primer etapa uno idealiza a la pareja. Es el ser más perfecto del mundo y carente totalmente de errores. En la segunda etapa empezamos a ver algunas imperfecciones. Notamos que en algunas situaciones no tiene un carácter tan genial y que además en algunas cosas se equivoca. Y así como en la primer etapa ya estábamos dispuestos a casarnos, en la segunda probablemente queramos separarnos para siempre. El verdadero amor es el tercer momento, que es cuando vemos al otro como realmente es. Tiene virtudes para disfrutar y aceptamos sus faltas. Éste es el único amor que tiene posibilidades de proyectarse sanamente en el tiempo. Darío me dijo que él pensaba que continuaba viviendo en la primer etapa y que para él ella era la valiosa. No lo creo, algo bueno debés tener para que alguien tan especial como decís que es Silvina te esté eligiendo para ser su pareja. Me dijo que no… que él hacía muchas cosas para que ella lo quisiera… le cocinaba, la llevaba y la iba a buscar con el auto siempre, le hacía todos los trámites… Le dije que entonces él vivía disfrazado para gustarle a ella… de chef, de chofer, del che pibe… pero que ella todavía no conocía al Darío auténtico.

En la siguiente sesión me contó un sueño donde me decía claramente que todas las miradas estaban puestas en Silvina. Y yo le dije: y que querías… que estuvieran puestas en vos? Para mi sorpresa, luego de un suspiro, me contestó: Resulta que yo, muy de vez en cuando, obligo a la gente a que me mire. Le dije: hablá, te escucho. Me contó que a veces antes de volver a su casa solía ir con el auto hasta un barrio humilde del conurbano y empezaba a recorrer las calles en busca en una mujer cualquiera. Me paro en una calle oscura y me masturbo pero sólo para excitarme… entonces empiezo a dar vueltas con el pene afuera y cuando veo la mujer adecuada, me acerco, bajo la ventanilla, la llamo con cualquier excusa y cuando ella viene me ve con el pene erecto. Y ahí le digo algunas cosas y me voy. El aire se cortaba con un cuchillo, aunque yo tuve que disimular y continuar con cara de póker sin decir absolutamente nada. Convinimos en que no se trataba de cualquier mujer… debía ser más o menos grande, sencillas, generalmente feas, no tienen lindo cuerpo ni linda cara. Y bueno, terminan puteándome y pateándome el auto.

En la sesión siguiente me cuenta otro sueño. Está en una mansión. Pasa por una habitación y escucha que dentro un niño de 5 o 6 años está llorando; me quedo paralizado y no puedo hacer nada. En la habitación de al lado hay una pareja peleando. El hombre maltrata a la mujer, la insulta, le pega. Tampoco puedo actuar en esta oportunidad. De repente ella grita y yo me despierto. Damián… decime qué se te ocurre de este sueño. Yo sentía bronca e impotencia por no poder hacer nada. Ese chico está escuchando todo, está asustado, abandonado por los padres, que están… que están… que están teniendo relaciones! Grita y se pone a llorar. Lo dejo un rato y luego le explico: Darío, cuando dormimos la psiquis a veces genera un sueño constituído por deseos inconscientes para lograr una satisfacción que no puede ser lograda en la realidad. Por lo general son deseos tan prohibidos que no soportaríamos ni siquiera hablar sobre eso. En el sueño aparece disfrazado. ¿Viste cuando uno dice “estaba vestido como mi padre, pero no era mi padre”… y eso es para eludir la misma represión que le impide surgir durante sus horas de vigilia. Generalmente se reviven traumas no resueltos justamente para intentar resolverlos. Pero a veces la psiquis no puede disfrazar muy bien el hecho traumático y en esos casos uno se despierta angustiado, como te pasó a vos. ¿Quiere decir que lo que soñé se parece mucho a algo que deseo inconscientemente o a algo que yo viví? Más bien, que creíste haber vivido. Vamos Darío, yo te ayudo. El chico soy yo…y el que recorría la casa también. Yo no debía estar allí en ese momento, porque ese chico está escuchando todo lo que pasa en la habitación de al lado. Pero Gabriel, en el sueño el hombre le está pegando a la mujer y mi papá jamás le pegó a mi mamá… Darío… para la mente de un niño puede ser, pero analizalo como adulto… el hombre le decía puta, perra… Él parece ejercer dominio sobre ella. Vení, tomá, ponete así, hacé esto o aquello… y la mujer que se queja tal vez está gimiendo… hasta que pega un grito… lo más probable es que ha tenido un orgasmo. Y ahí te angustiás y te despertás.

No volvimos a tocar el tema. Como a las tres semanas vino Darío y me contó que recordó que cuando tenía 5 o 6 años una noche se puso boca abajo en la cama y se tapó la cabeza con la almohada para no escuchar los ruidos que había en la habitación de al lado. Y recordé que eso mismo había pasado muchas noches.

Vos me dijiste que la pareja de tus padres era un ejemplo y es posible que sea cierto, pero a lo mejor se dedicaron demasiado a ser pareja y no se ocuparon de ser padres. Y creo que tus episodios de exhibicionismos debe tener que ver un poco con eso… a vos te obligaban a escuchar y vos obligabas a mirar. Y las mujeres tenían que parecerse a tu mamá… Noooo, porque eran feas y mi mamá es hermosa. Claro, no son como ella, sino como a vos te hubiera gustado que fuera tu mamá. Y los celos es la transferencia que hacés también de tu mamá a tu novia. Si tu mamá le daba a otro lo que vos deseabas que te diera a vos, pensaste que cualquier mujer te haría lo mismo.

Un año más tarde, a lo largo del cual trabajamos sobre estos temas, Darío decidió mudarse de su casa. La relación con sus padres mejoró mucho. Se peleó con Silvina y prefiere quedarse solo hasta que no supere el tema de los celos. Desde aquella famosa charla que tuvimos, no volvió a realizar actos exhibicionistas.

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