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lunes, 3 de junio de 2013

CINCUENTA SOMBRAS DE GREY - PARTES XXII y XXIII


 

Cuando llegué a Georgia, mamá y su esposo me estaban esperando. Les mande un rápido mensaje a Kate, Christian y a Ray, mi padre, diciéndoles que había llegado bien.
Aproveché para hablar con mi madre de lo enamorada que estoy de Christian pero de lo mucho que temo iniciar una relación con él por las rarezas que manifiesta.
Christian me escribió diciendo cuánto me extrañaba y yo siento que no sé cómo voy a hacer para pasar cuatro días sin él.
Mi madre me invitó a tomar un trago, pero no pude alejar de mis pensamientos a Christian, porque me dijo que esa noche iría a cenar con una vieja amistad. Es esa mujer de nuevo! La misma que lo inició en sus juegos sexuales.
Mamá pidió otra ronda de lo mismo que estábamos tomando. Mi BlackBerry empezó a sonar. Me fijé quién era y leí un texto que me dejó helada, y que decía: ¿cuántos tragos iguales te vas a tomar? Miré para todos lados y de pronto…lo ví… Dios mío, está aquí!!!! No puedo creer semejante acoso! Comenzó a acercarse a nuestra mesa. Cuando llegó le presenté a mamá. Con todo el descaro del que es capaz, me dijo que había venido a verme. Mi madre lo invitó a sentarse y Christian le pidió un trago al mozo. Luego de un brevísimo diálogo con ambas, se levantó, nos saludó y me dijo que tenía que irse, pero me pidió que cuando me desocupara fuera a su habitación. Estaba alojado en ese hotel, en la habitación. 612.
Al poco rato nos despedimos con mamá y yo me fui a la habitación de Christian tal como me lo había pedido. Me abrió. Estaba hablando por teléfono, aparentemente con su empresa porque estaban discutiendo temas laborales. Mientras hablaba tenía su vista clavada en mí. Yo le había preguntado si quería a esa mujer mayor y él no me había contestado. Cuando cortó insistí sobre el tema hasta que largando un profundo suspiro me dijo que no, que no la quería. Comenzó a sonar nuevamente su celular pero sin mirar siquiera quién lo llamaba, lo apagó, así que ya sabía cómo iba a terminar eso. Me tomó de la mano y me llevó al baño, que era enorme. Tenía una bañera en la que entraban cuatro personas y la estaba llenando de agua. Todo eso lo había preparado mientras hablaba por teléfono. Me dijo que me atara el pelo con una gomita. Estábamos los dos frente al espejo que ocupaba todo el espacio sobre los dos lavatorios. Me pidió que me quitara las sandalias y que levantara los brazos para sacarme el blusón por la cabeza. Lentamente fuimos cayendo al suelo y me envolvió con sus brazos.
Estaba aturdida. Hacer el amor con él me agotaba. Nos levantamos y nos fuimos a bañar. Mientras voy a su lado le miro las cicatrices blancas y redondas que tiene en el pecho. ¡Tienen que ser quemaduras! Pero quemaduras de qué? De golpe le digo que las marcas que tiene en el pecho no parecen de varicela. Su rostro se le transforma y me dice que no, que no lo son. Su reacción me hace caer en la cuenta que le apagaban los cigarrillos en su pecho. Pero quién? Así que directamente le pregunté si se las había dejado ella. En un tono un tanto enojado me dijo que no y que no me empeñara en ver en ella a un demonio. Me meto en el agua y cuando él ingresa lo hace bien lejos de mí, sin siquiera tocarme. Se lo ve muy enojado. Pero yo insisto porque esta vez estoy dispuesta a ir al fondo de la cuestión. Con dulzura le pregunto que me hubiera gustado saber cómo sería él si no hubiera tenido esa experiencia de adolescente con esa mujer y él me dice que gracias a ella no ingresó al mundo de su madre, a la adicción al crack y a la prostitución. Yo ya había comenzado a autodestruirme y ella me apartó de ese camino. Esto Anastasia no lo hablé nunca con nadie, excepto el dr.Flynn y si ahora te lo estoy contando es para que confíes en mí. Prefiero dar por terminada la interpelación porque noto que se está poniendo furioso aunque está haciendo un esfuerzo enorme para no perder la paciencia.
Christian vuelve a sacar el tema del contrato pero me acerco a besarlo y nos enredamos de nuevo dentro del agua.
Ahora estamos tumbados los dos sobre la cama, mirándonos. Vuelvo al ataque con mis preguntas. Quiero saber cuántas sumisas ha tenido y me dice que decenas y, para mi sorpresa, de golpe me larga que él pagaba por sexo. Y sí que me ha dejado pasmada con su revelación….




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