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Me despertó el celular que había dejado sobre la otra almohada de mi
cama. Era Pete, mi ex jefe, con quien había quedado en verme ese día.
Coordinamos que me pasaría a buscar por el hostal a las 7 de la tarde. Me
levanté, me duché y después de almorzar me fui a la peluquería para que me
arreglaran las manos, ya que al caerme se me habían roto algunas uñas. Regresé
a las cinco y media. En el salón estaba mi hermanastro Teddy, esperándome. Su
cara no era la cara sonriente que yo había conocido… estaba enojado. Cuando nos
alejamos de los presentes, Teddy me dijo que habían leído con su padre lo que
había escrito en mi página web. Insistia en que debía parar con eso y que ahora
más que nunca debía cuidarme y que ellos también lo harían porque estaba
poniendo en peligro la vida de todos… nunca se sabía de qué era capaz Rob
Westerfield. Me pidió que fuera a vivir con ellos a su casa o por lo menos que
me mudara a un hostal donde nadie conociera mi paradero excepto ellos. Le
prometí que me cuidaría y le avisé que esa noche saldría con Pete y que por
favor no me siguieran ninguno de los dos porque estaría muy bien cuidada.
Pete había reservado mesa en Cathryn’s. Luego de haberme repasado todo
lo que había hecho desde que yo me había marchado, le conté mi historial desde
el momento que había llegado a mi pueblo natal, incluída la visita última de mi
hermanastro. Pete coincidía con los temores que albergaba mi padre y me ofreció
su departamento en Nueva York para alojarme allí el tiempo que quisiera, ya que
él iría a Chicago y no estaría hasta el sábado. Lo acepté sólo por unos días.
Cuando salimos me acompañó hasta la puerta del hostal e ingresó conmigo. Habló
con el conserje y consultó si alguien había preguntado personalmente o por
teléfono por mí. Nos avisaron que había llamado Marcus Longo y la señora
Hilmer. Cuando nos despedíamos me confesó que se había puesto en contacto con
mi padre y con mi hermanastro y me dijo que él se sumaba a la petición de ellos
respecto a que no podía seguir llevando adelante lo que estaba haciendo sola.
Llamé a la señora Hilmer, que no había podido recordar nada respecto al
nombre Phil. Luego llamé a Marcus y le conté que me mudaba a Manhattan. Recordé
que no había hablado con la madre de Paulie y no sabía si ya le habían dado el
alta, así que decidí llamarla. Me enteré que aún estaba internado y también me
dijo que necesitaba hablar nuevamente conmigo, así que le dije que a la una
estaría por allí. Cuando me estaba preparando para mi salida, recibí un llamado
de Joan para invitarme a almorzar. Me excusé porque ya tenía el compromiso para
ir a visitar a Paulie.
Cuando llegué al hospital estaba lleno de gente, reporteros y cámaras…
la abuela de Rob había sido internada de urgencia, víctima de un infarto. La
noche anterior su abogado había declarado ante los medios de comunicación, que
la señora Westerfield, en un inesperado cambio testamentario, legaba su fortuna
a una fundación caritativa que la administraría los próximos diez años. La
declaración de la señora continuaba que dejaba pequeñas cantidades a su hijo,
amigos y criados y que a su nieto le dejaba solamente un dólar. Una mujer que
estaba allí contó que en el momento de firmar su declaración, mandó llamar un
pastor, un juez amigo y un psiquiatra, para que atestiguaran que sus facultades
mentales estaban en perfecto estado. No tuve ninguna duda que el cambio del
testamento al igual que el infarto se había producido como consecuencia de la
divulgación de mi nota en la web.
Cuando llegué a la habitación de Paulie, su madre me esperaba en la
puerta. Paulie lucía sonriente y se lo veía mucho mejor que la vez anterior.
Cuando llegué me volvió a relatar la historia del medallón pero agregó algo:
Ellie, las iniciales ya estaban grabadas cuando yo encontré el medallón… Rob no
lo mandó a grabar.
Ellie se puso pálida… no puede ser, Paulie, encontraste el medallón en
mayo y Andrea conoció a Rob en octubre.
Te digo que ya estaban grabadas… estoy seguro… eran A y R con una muy
bonita letra.
Cuando salí del hospital tenía la sensación de que todo se me estaba
yendo de las manos. Cuando llegué al hostal subí a mi habitación y al poco de
llegar sonó mi celular. Era la señora Hilmer, que me llamaba para decirme que
había recordado dónde había leído ese nombre… Fue en alguno de los diarios
viejos que me diste para fotocopiar en la biblioteca… y no se trataba de un
hombre, sino de una joven a quien sus padres llamaban Phil. El diario anunciaba
que había sido víctima de un homicidio. Ellie no salía de su asombro. Había
sido capaz de asesinar a una chica! Y decidí revisar todos los periódicos
ayudada por la señora Hilmer. A las seis de la tarde me levanté para estirar
mis piernas, sin haber encontrado nada de lo que buscaba. Encendí la televisión
y me enteré que a las tres la abuela de Rob había fallecido. A las siete
encontré el anuncio en el diario. Era un recordatorio de sus padres en el día
de su cumpleaños número 18. Su nombre era Amy P. Rayburn. La A y la R se
correspondían con las iniciales del medallón y la P tal vez fuera la inicial de
Phil. Si el medallón había sido de ella ¿había muerto seis meses antes que
Andrea? Por la guía telefónica dí con el padre de Amy, que me confirmó que
había fallecido seis meses antes que mi hermana Andrea y que el acusado de su
homicidio había sido su novio Dan, que cumplió dieciocho años en prisión y se
recibió de abogado mientras cumplía su condena.
Decidí publicar en mi página todo este episodio relacionado con Phil. A
juzgar por lo que me habían contado sus padres, había muchas posibilidades que
el asesinato hubiera sido cometido por Rob y no por Dan.
Sabía que esa publicación comprometería mucho más mi vida que antes,
pero estaba dispuesta a hacerlo. Cuando lo publiqué, cerré mi PC, recogí todas
mis cosas y me dispuse a abandonar el hostal rumbo al departamento de Pete en
Nueva York. Antes de salir recibí un llamado de un ama de llaves que había
tenido Rob en su juventud y que se mostró dispuesta a ayudarme porque según me
dijo lo despreciaba. Me confirmó que en oportunidades solía usar una peluca
rubia y se hacía llamar Jim. Le ofrecí comprársela y me dijo que me la daría si
eso ayudaba a determinar la culpabilidad de la muerte de Phil.
Quedamos en encontrarnos en un hotel que distaba quince km de donde yo
estaba. Cuando salí había comenzado a llover pero en el transcurso empezó a
nevar. Me costaba ver la carretera. Cuando miré el cuentakilómetros ví que
había recorrido dieciocho km y el hotel no estaba por ningún lado. Tampoco se
veía ningún auto en ningún sentido. Decidí girar con mucho cuidado para
regresar. En ese momento unos focos en el techo de un auto me enceguecieron.
Pensé que era la policía. El auto se detuvo a mi lado y cuando bajé la
ventanilla me topé cara a cara con Rob Westerfield, quien burlándose me decía: “Era
desagradable conmigo… imitando la voz de Rosita, el ama de llaves falso que
ideó para llevarme a esa trampa. A su lado estaba el hombre que me había
amenazado en el estacionamiento de la estación ferroviaria de Sing Sing. Sin
saber qué hacer, apreté el acelerador y vi que me rodeaba un bosque y que el
camino se iba angostando cada vez más. El auto patinó. Ellos se ponían a la par
y me chocaban por detrás y por los costados. Finalmente aceleraron y sacaron mi
coche de la carretera. El auto giró y cayó por un barranco directo a un
conjunto de árboles a unos nueve o diez metros de distancia, dando varias
vueltas y se estrelló a un árbol. El parabrisas se hizo añicos. Me dolía todo
pero me dí cuenta que no tenía heridas graves. De pronto me dí cuenta que no
estaba sola. Muy cerca de mí oí una respiración y una risita, igual a la que
había escuchado en el garaje cuando era niña. Intentó golpearme con un gato
pero le dio al respaldo del asiento. Me atajé esperando el segundo golpe y en
ese momento el gato cayó de sus manos y lo ví a Rob que salía volando, atropellado
por un auto que a toda velocidad había bajado por la pendiente. Ví arriba las
luces de los coches policiales iluminando la zona. El auto que había llevado
por delante a Rob, era conducido por mi padre y mi hermano estaba a su lado.
UN AÑO MAS TARDE
Me enteré que mi padre y Teddy me siguieron todo el tiempo desde que
salí del hostal. Cuando me equivoqué de camino, mi padre llamó a la policía
para saber si el auto que iba detrás de mí era de ellos. Le dijeron que no.
Cuando mi padre atropelló a Rob le rompió ambas piernas, pero ya estaba
curado cuando tuvo que ingresar a la sala del tribunal para ser juzgado por dos
diferentes causas. Se reabrió el caso de
Phil, la joven asesinada 6 meses antes que Andrea. Cuando registraron el piso
de Rob, encontraron los trofeos que guardaba de todos los crímenes cometidos.
Además tenía un álbum con los recortes de los periódicos sobre Andrea y Phil.
Rob fue condenado por la muerte de Phil y por intentar asesinarme también a mí.
Le aplicaron 113 años de condena.
Will Nebels, gracias a cuya declaración Rob salió en libertad
condicional, aceptó que había sido sobornado para declarar en contra de Paulie.
El abogado Hamilton, defensor de Rob, fue expulsado del colegio de abogados y
cumple una condena. Mi libro fue publicado y se vendió muy bien. Hace tres
meses me casé con Pete, mi jefe. Mi padre fue mi padrino. El círculo tardó en
cerrarse pero lo ha hecho y doy gracias por ello.
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