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martes, 30 de octubre de 2012

NOCHES EN EL EXTREMO ORIENTE - Parte 8






 
 


martes, 23 de octubre de 2012

NOCHES EN EL EXTREMO ORIENTE - Parte 2



 
                

                              

viernes, 19 de octubre de 2012

HISTORIA DE MI VIDA - ULTIMO CAPITULO





 
Cuando Christian y yo nos quedamos solos, le preguntamos a Sebastián si quería volver a vivir con nosotros… por un lado para estar los tres juntos y por otro para que nos ayudara económicamente, ya que a mí se me había complicado mucho llevar adelante mi casa sola. Sebastián aceptó y volvió a casa.
Cuando nosotros hipotecamos el departamento para comprar el taxi, la hipoteca la hicimos con una escribanía. Desde diciembre de 1992 hasta junio de 1997 tuvimos la hipoteca en esa escribanía. La cuota mensual era el 50% de mi sueldo y pagábamos solamente el interés o sea que cada año que renovábamos, el capital adeudado siempre era el mismo.
Eso fue así hasta junio de 1997 en que salieron las hipotecas bancarias. Entonces tramitamos una hipoteca con un banco, saldamos el capital a la escribanía y nos endeudamos con el banco por 10 años (gracias a Dios en pesos). La cuota prácticamente era la misma de antes, pero la diferencia era que con la cuota amortizábamos capital e interés juntos, lo cual nos daba la tranquilidad que algún día el departamento volvería a ser nuestro.
Al morir Enrique, todavía faltaban 7 años para terminar con la hipoteca; prácticamente recién había empezado. Yo tenía los mismos gastos y solamente mi sueldo, el cual, más de la mitad, estaba comprometido en la hipoteca. Como la única que tenía relación de dependencia era yo, el banco en su momento tramitó la hipoteca sólo a mi nombre, razón por la cual, la cláusula que dice que en caso de fallecimiento se da por cancelado el porcentaje, no corrió Además muy poco tiempo antes, apenas unos meses, Enrique había sacado un 0 Km que lo trabajaba como remise y por el que teníamos también que pagar una cuota mensual. El taxi ya lo habíamos vendido. Se imaginan que sola no hubiera podido salir jamás. Gracias a la ayuda de Christian y Sebastián, pude levantar la hipoteca en tiempo y forma y salimos todos a flote.
A partir de ese momento nuestra vida comenzó a deslizarse con mayor tranquilidad. Los tres trabajábamos y a veces coincidíamos y nos juntábamos a cenar. Alrededor del 2002 Sebastián se puso de novio con Natalia, en el 2003 yo también inicié una relación y al poquísimo tiempo también Christian se puso de novio.
A principios del 2004 y después de mil trámites que duraron 4 años,  pude cobrar la pensión de Enrique y la retroactividad desde su fecha de fallecimiento. Con esa plata comencé a arreglar toda mi casa y de a poquito la hice prácticamente de nuevo. Cambié del techo al piso y de pared a pared. Me llevó muchísimo tiempo pero logré mi objetivo. Después de tantos contratiempos, por fin empezaba a ver la luz y podía comenzar a hacer cosas!!!!
Sebastián, un año después de comenzar su noviazgo, empezó a planificar su casamiento y pusieron fecha de la boda para un año después. Se casaron el 17 de junio del 2004, en la Basílica Ntra.Sra.de Buenos Aires y se fueron a vivir a Ramos Mejía. Al año siguiente Sebastián se recibió de contador. Hizo toda su carrera trabajando de 9 a 6 de la tarde. Sólo quienes lo han intentado alguna vez saben el sacrificio que eso significa, así que estoy muy orgullosa de él.
Cuatro meses más tarde del casamiento de Sebastián, Christian me dijo que se iba a vivir con su novia. No fue debido a ninguna discusión ni mucho menos, simplemente lo habían decidido y lo llevó a cabo. Ese mismo día tomó sus cosas y se mudó también.
De manera que así de golpe y sin darme tiempo ni a reaccionar, mi nido quedó vacío. En realidad me quedé con Duque, nuestro perro, que ya tenía 14 años y estaba bastante mal de salud.
Al año siguiente, el 20 de agosto del 2005, falleció mamá a la edad de 89 años.
Dos meses después, el 15 de octubre del 2005 Christian se casó con su novia Nadia en la Iglesia San Juan Bautista El Precursor y se fueron a vivir a San Martín.
Al año siguiente, el 30 de mayo de 2006 y coincidiendo con su fecha de nacimiento, Christian y Nadia tuvieron su primer hijo Ezequiel.
En Junio de 2007 TERMINE DE PAGAR LA HIPOTECA... por fin nuestro departamento había vuelto a nuestras manos.
El 23 de noviembre del mismo año nació Daiara, la primer hija de Sebastián y Natalia y el 27 de diciembre de 2010 nació Alan, su hermanito. Ellos dos son los benjamines de toda la familia.
Termino aquí mi relato porque he llegado prácticamente a nuestros días. Mi vida ahora es muy tranquila y soy feliz. Ya no trabajo más. Me acuesto tarde y me levanto tarde, que es lo que más me gustaba hacer y no podía. Vivo el presente e intento disfrutarlo plenamente. Mis tres hijos tienen una familia hermosa y también son felices. Ellos son en este momento mi mayor tesoro.

                                                 FIN              

                                                                          El rincón de neche 

martes, 16 de octubre de 2012

HISTORIA DE MI VIDA - PARTE 21






 

En 1995, cuando falleció Gustavo, Marcelo seguía casado con Gaby y aún lo están. De hecho, el año pasado cumplieron las bodas de plata. El fallecimiento de su padre y, 6 meses más tarde, de su hermano, lo hicieron caer en una profunda depresión, de la que le costó bastante salir… sobre todo que no quiso buscar ayuda en ningún terapeuta. Pero su familia siempre fue muy sólida y extremadamente unida. Son unos padres ejemplares y sus hijos son el resultado de la educación que recibieron. Los tres mayores ya están en la facultad y la menor está en quinto año y hasta ahora tiene un promedio general de 9,16 (disculpen pero me lleno la boca hablando de todos ellos). Siempre digo que poco tienen que envidiarle a la “Familia Ingalls” (serie televisiva que narraba las historias de una “familia ideal”).
Así fue que con la ayuda y el apoyo de todos, Marcelo pudo salir a flote.
Christian tenía 23 años y Sebastián 19. Mientras todo lo anterior ocurría, ellos dos tuvieron una trayectoria escolar impecable y actualmente también laboral.
Cuando Christian terminó la escuela secundaria, dedicó todo su tiempo a trabajar (donde metió todas sus fichas), a continuar con sus entrenamientos de handball, deporte en el que estaba federado y a salir con sus amigos los fines de semana. Siempre fue muy compañero mío y solíamos mantener largas charlas y, cuando llegó el momento, fue el bastón que me sostuvo y quien me brindó el apoyo económico sin el cual no hubiera podido salir adelante. Priorizando el trabajo fue postergando el comienzo de la facultad y cuando se quiso acordar estaba demasiado comprometido laboralmente y el tren ya había pasado.    
Sebastián hizo 6 años de industrial con orientación contable. En diciembre, cuando obtuvo su título secundario, se anotó en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA (donde posteriormente obtuvo su título de Contador) y encontró por el diario un empleo en un estudio contable donde permaneció 15 años. Estas cosas que yo cuento y que a lo mejor parecen triviales, para mí son muy importantes, porque hablan de su responsabilidad frente a la vida para manejarse solo y sin depender de los demás…Siempre fue así y siempre decía que cuando fuera mayor de edad se iba a ir a vivir solo.  Hace un par de años atrás, tuvo un ofrecimiento de una gran empresa para incorporarse como contador de la misma. Ya casado y padre de dos hermosos niños y con la responsabilidad que le cabía y que lo caracteriza, lo pensó mucho y finalmente decidió aceptar el ofrecimiento. Su decisión fue muy acertada porque el cambio lo favoreció en todo sentido.
En casa habíamos quedado Enrique, Christian, Sebastián y yo. En 1997, cuando cumplió los 21 años, Sebastián alquiló un departamento –tal como lo había vaticinado desde muy corta edad- y se fue a vivir solo. Nuestro hogar se iba reduciendo paulatinamente… el nido se iba vaciando de a poco. Enrique y yo nos quedamos con Christian y con Duque, nuestro perro ovejero que por ese entonces tenía más o menos 7 años. Christian había entrado a trabajar en la empresa de comunicaciones donde yo estaba, en el departamento de obras e infraestructura, donde al cabo de unos años aprendió mucho en telefonía celular. También él supo aprovechar, hace ya unos 10 años atrás, un ofrecimiento laboral para ingresar a una de las dos grandes telefónicas del país, donde merced a su capacidad, idoneidad, aplomo y honestidad fue escalando y hoy ocupa un cargo de relevancia en la gerencia correspondiente.  
Así las cosas, nuestra vida había comenzado a deslizarse sobre carriles normales o por lo menos sin los sobresaltos a los que estábamos acostumbrados.
Enrique tenía por costumbre ir todos los domingos a la mañana a visitar a su madre, que vivía no demasiado lejos de nuestra casa. Iba un rato y volvía al mediodía y almorzábamos los tres juntos con Christian. El domingo 27 de agosto del año 2000 hizo lo mismo de siempre. Me saludó, me dio un beso y me dijo hasta luego, voy a la casa de mamá… y fue la última vez que lo ví. Como al mediodía no llegó, llamé a la madre y me dijo que no había ido. Pensé que había cambiado de planes y se había ido al taller de un amigo, donde también tenía que ir ese día. Yo estaba muy enojada. A las 7 de la tarde llamaron de la comisaría de Parque Centenario y me dijeron que había tenído un accidente y que fuéramos lo antes posible. Yo estaba con Christian. Salimos de inmediato para allá y cuando llegamos vimos el auto en la puerta intacto, lo que nos dio cierta esperanza… por lo menos no se trataba de un choque. Mientras yo me dirigía a un oficial de policía que me dijo que él no sabía nada al respecto, Christian se fue para la otra puerta y cuando me dí vuelta me topé con él diciéndome que el padre estaba muerto. Fue como si me hubiera dado un golpe en la boca del estómago que me hizo doblar en dos. Esa imagen de Christian la tengo grabada y no se me va a borrar nunca. Sentí que la tierra se abría debajo de mis pies. No… otra vez más no, por favor! Yo no podía creer que otra desgracia más se ensañara con nosotros. Pero sí… mientras manejaba tuvo un infarto masivo que le dio tiempo a estacionar pero murió casi en forma instantánea. Ese fue el informe de la autopsia. Tenía 58 años... y aquí comienza otra etapa de mi vida.
..//continuará

                                                                    El rincón de neche (Elsa)


lunes, 15 de octubre de 2012

HISTORIA DE MI VIDA - PARTE 20

..continuación







Gustavo se fue de la Granja, volvió a casa y continuó con su terapia, donde a veces iba y a veces no.
Marcelo vivía con el padre, trabajaba en Gas del Estado y estudiaba Ciencias Económicas. Se puso de novio con Gabriela y se casaron el 13 de setiembre de 1986, en la Iglesia San Benito de Palermo. Carlos y yo y los padres de Gaby fuimos sus padrinos de boda. Fueron a vivir al departamento que les había regalado la abuela paterna. Marcelo había abandonado la facultad. Tuvieron 4 hijos, 1 varón y 3 nenas. Como novedad les cuento que el primero y la segunda nacieron el 25 de marzo, con 2 años de diferencia y la tercera el 26 de marzo con 2 años de diferencia. Como se imaginarán fueron objeto de numerosas cargadas. La cuarta nació en diciembre. Hoy tienen 24-22-20 y la menor cumplirá 18 en diciembre.
El 1 de febrero de 1991, Gustavo se casó con Claudia en la Iglesia Santa Rosa de Lima. Fuimos los padrinos mi primo Mario y yo y los padres de Claudia. Carlos estaba algo enfermo y no pudo estar. Como les dije, tanto Claudia como sus padres amaban profundamente a Gustavo. La realidad es que era un chico buenísimo que se lo amaba con mucha facilidad… pero estaba enfermo.
Yo no estaba de acuerdo con el casamiento, porque no me parecía el momento oportuno y porque no lo veía en condiciones para dar ese paso, pero eran mayores de edad e insistieron. Creían que cambiando de ambiente y con todo el amor que tenían para darle en exclusividad, lo iban a ayudar en su adicción. A pesar de todo lo que le dieron y de cómo lo atendieron, lamentablemente no fue así y hasta tuvo 2 intentos de suicidio. Finalmente terminaron separándose y Gustavo volvió a casa a vivir con nosotros.
En junio de 1992 me acogí al retiro voluntario de Gas del Estado, resuelta ya a dejar de trabajar definitivamente. Con mi indemnización, que no era mucha, habíamos decidido con Enrique comprar un taxi que lo trabajaría él y “como no nos alcanzaba decidimos hacer una hipoteca del departamento que habitábamos”. Pero en ese momento no otorgaban hipotecas bancarias, así que hicimos una hipoteca con un particular, en una escribanía, que la teníamos que pagar en dólares. (Esta hipoteca por poco termina con mi vida… ya van a ver porqué). En base a los cálculos que habíamos hecho, el ingreso del taxi me permitía quedarme finalmente en casa. Teniendo en cuenta que el problema de Gustavo se agravaba con el paso del tiempo, mi presencia en la casa era más que indispensable. Enrique había renunciado a Fuerza Aérea, hacía ya bastante tiempo y no le iba demasiado bien en la Agencia de Viajes, así que ni bien compramos el taxi renunció a la agencia y empezó a trabajar con él.
Pero los negocios difícilmente salen como uno los planea y más en nuestro caso, que cuando llovía sopa estábamos siempre con el tenedor en la mano. No nos iba demasiado bien… El taxi tenía buen ingreso pero el auto se llevaba un porcentaje muy alto en gastos de taller.
Seis meses después, en febrero de 1993, recibí una propuesta para ingresar a trabajar en una empresa de comunicaciones (Eastel) como secretaria del Gerente de Obras. Inmediatamente acepté la oferta, porque los números de mi casa, que en un comienzo eran ideales, ya no cerraban y no podía, ni quería, desaprovechar esa oportunidad. 
Cuando salió la ley de divorcio vincular (no recuerdo el año), Carlos y yo nos divorciamos legalmente, así que el 29 de octubre de 1994 Enrique y yo legalizamos nuestro casamiento en la República Argentina.
El 14 de diciembre de ese mismo año o sea un mes y medio después, falleció Carlos a los 58 años. Su muerte me pegó demasiado fuerte, porque era un hombre al que siempre quise mucho. Las diferencias que tuve con él como pareja jamás las extendí a la persona. Fue siempre buen esposo, mejor padre y excelente persona y siempre digo que si los desentendimientos que tuvimos y que nos llevaron a la separación, se hubieran producido teniendo yo otra edad, siendo más adulta, creo que al menos hubiera luchado un poco más para no llegar a la disolución del matrimonio, por el que, como dije en su momento, tuve que pagar tan alto precio.
Y dicen que cuando alguien se va, siempre alguien llega y así fue… 13 días más tarde, el 27 de diciembre, nació Camila, la hija menor de Marcelo…
Pero en mi caso, siempre hay un poco más de todo y 6 meses más tarde, el 30 de junio de 1995 falleció Gustavo. Todo empezó con un enorme dolor de cabeza. Llamé a 3 médicos que al hilo me recomendaron la internación inmediata. Los diagnósticos eran a cual peor: tuberculosis cerebral, meningitis, toxoplasmosis o un tumor cerebral. Cualquiera de ellos era gravísimo. Lo interné en el Hospital Pirovano, porque no tenía obra social. Le empezaron a hacer análisis de todo tipo. Al segundo día tuvo una hemiplejía. Como los resultados de los estudios todavía no estaban, el neurólogo lo empezó a medicar por toxoplasmosis y se mejoró notablemente… es más, se le fue… pero lo que no se le iba era el terrible dolor de cabeza. El tercer día la llamé a Claudia, porque se separaron en muy buenos términos y ella le había dicho que si en algún momento la necesitaba no dudara jamás en llamarla. Así que la llamé y a partir de ese momento no se movió de su lado hasta el último día. Incluso pidió licencia por familiar enfermo, porque no estaban divorciados y se quedó día y noche a su lado. Estuvo 24 días internado. Ya habían llegado los resultados de los estudios y el diagnóstico había sido toxoplasmosis. Estaba mejorando y ya se le estaba calmando el dolor de cabeza. Pero un día le recrudeció. A la noche le hicieron una resonancia magnética pero al día siguiente, cuando llegó el informe del estudio, ya había caído en “estado de coma irreversible”.  El informe decía que  “tenía un aneurisma cerebral congénito, que al ser rozado por el edema que produce la toxoplasmosis, lo había hecho estallar cayendo en estado de coma irreversible”. Ese fue el último día que yo lo ví porque no pude volver al hospital. Ahora estoy arrepentida porque dicen que las personas que están en coma te escuchan cuando les hablás, pero en aquél momento no se sabía. Yo hice lo que pude, lo que me salió, me quería matar, me quería tirar debajo de un tren, no podía con mi vida. Fue terrible. Estuvo 5 días en coma en terapia intensiva y falleció el 30 de junio. Tenía 27 años. Ahí comenzó otra etapa de mi vida.
..//continuará

                                                              El rincón de neche (Elsa)

martes, 9 de octubre de 2012

HISTORIA DE MI VIDA - PARTE 19






 

Ya de regreso en casa, a mediados de año lo sorteaban a Marcelo para hacer el servicio militar. ¿A que no saben qué Fuerza le tocó? Sí… Marina… la más larga… jajaja… con nuestra suerte no podía ser de otra manera y el número creo que fue novecientos noventa y pico, uno de los últimos. Bueno, la parte buena de Marina es que cuando ingresan saben exactamente el día que salen y ya no eran más dos años sino 14 meses. Marcelo entró el 2 de febrero de 1982 y tuvo que hacer la instrucción en Punta Indio, bastante alejado de Buenos Aires. Nos permitieron ir solamente 2 veces a visitarlo en 50 días. Un día se me apareció vestido de marinero en las oficinas de Gas del Estado. Me dio una enorme sorpresa porque no lo esperaba. Había terminado la instrucción y volvía a casa. Al día siguiente de llegar, estalló la guerra de Malvinas. Marcelo me contó que cuando los formaron para irse les dijeron: “el que quiera hacer el curso de ….. (algo, no me acuerdo) se pone en esta fila y el que no, se pone en esta otra. Obviamente él se puso en la otra. Después se enteró que los de la otra fila habían ido todos a Malvinas (nuevamente la mano de Dios se hizo presente).
Nosotros habíamos tocado cielo y tierra para que no lo mandaran a ninguna base naval. Mi cuñado Orlando, en Bahía Blanca, habló con un conocido de Puerto Belgrano y lo destinaron al archivo de la Armada, en la capital, así que venía todas las noches a dormir a casa. A los 14 meses le entregaron nuevamente su DNI. Era abril de 1983.
Al poco tiempo ingresó a trabajar en Gas del Estado y decidió irse a vivir con Carlos, su papá.
Los problemas con Gustavo se habían agudizado cada vez más. Un día Enrique encontró en casa un cigarrillo de marihuana. Era la prueba que ya no nos permitía hacer oídos sordos al llamado de auxilio que él nos estaba dando y que nosotros no sé si no nos dábamos cuenta o no aceptábamos que eso pudiera estar ocurriendo. Gustavo tenía 17 años. De más chico ya había sido atendido por una psicopedagoga que más tarde le dio el pase a una psicóloga... todo ello supervisado por una psiquiatra y la jefa de psiquiatría. La terapia era para todo el grupo familiar y cada tanto teníamos una reunión general donde estábamos presentes todos. Después lo anotamos en el Programa Andrés (de adicción a las drogas) y allí concurría diariamente al hospital de día. No podía quedar solo ni un solo segundo. Lo llevábamos y lo íbamos a buscar. En casa estaba permanentemente monitoreado por alguien de la familia. Era agotador, pero recién ahora que lo escribo me doy cuenta, porque en el transcurso el estrés era tan fuerte que no nos quedaba margen para sentarnos a mirar para atrás. Era mirar siempre para adelante y todos en la misma dirección. Tuvo el apoyo de absolutamente toda la familia. En el Programa Andrés.había reuniones de padres, de hermanos y de parejas. Concurrimos todos, incluso Carlos, Marcelo y Claudia, su novia. Gustavo se había puesto de novio con Claudia, con quien más adelante contrajo matrimonio. Claudia no era adicta y concurría a las reuniones de novias como todos nosotros. Sus padres amaban a Gustavo y a pesar de que era su única hija, apoyaron la relación y lo ayudaron de una manera increíble hasta el final. 
El hospital de día duraba 4 o 5 meses y luego los pasaban a una Granja que era a puertas abiertas. Allí residían en forma permanente y se podían ir en el momento que quisieran. Si se daba el caso, hacían una reunión para tratar de convencer al interno de quedarse y si fallaban en el intento, el interno tenía la libertad de volverse a su casa. Eso sí, el Programa no les proporcionaba absolutamente nada para su viaje o sea que tenían que volver caminando o haciendo dedo hasta su casa. Y así lo hizo…
..//continuará
                                                            El rincón de neche (Elsa)








lunes, 8 de octubre de 2012

HISTORIA DE MI VIDA - PARTE 18







 

Decididos ya a mudarnos a Rosario, Enrique comenzó a buscar una casa amueblada en Funes que se adaptara a nuestras necesidades. La encontró bastante rápido. Era hermosa, con un jardín muy grande, mucha arboleda, pileta de natación y todas las comodidades. Rescindió el alquiler del departamento que habitaba en Rosario y se fue a vivir allá. Mientras todo esto sucedía, mamá había enviudado nuevamente, así que le pregunté si se animaba a irse a vivir por un tiempo a Funes, con los chicos y Enrique, hasta que yo consiguiera el traslado. Me dijo que sí. Yo me quedaría en Buenos Aires con Marcelo, que como ya terminaba el colegio secundario y estaba próximo a ingresar al servicio militar, no viajaría con el resto de la familia y se quedaría viviendo solo en casa. En verano nos fuimos todos para allá, incluso Marcelo. Yo volvía durante la semana a trabajar y viajaba todos los finde. Encontramos vacantes para los tres chicos en una escuela religiosa de Funes, así que eso también lo concretamos. Faltaba solamente que se efectivizara mi traslado. Esto me costó sangre, sudor y lágrimas. Yo era secretaria del gerente de comunicaciones de Gas del Estado y obviamente trabajaba sola y no tenía reemplazo, así que tenían que tomar una persona que lo hiciera y después enseñarle mi trabajo. Mi jefe, que mi pedido no le había caído para nada bien, me la hizo más difícil de lo que me imaginaba. Me puso mil trabas sabiendo que mi familia ya no estaba en Buenos Aires y palos en la rueda permanentemente. Hasta que finalmente consiguieron una chica y me otorgaron el traslado definitivo a Rosario. Tomé servicio allá el 2 de mayo del mismo año, casi 6 meses más tarde que la fecha de la mudanza, pero por lo menos me pude ir.  
Estábamos refelices! Gustavo era otro chico! Le encantaba vivir allá y en el colegio era un excelente alumno, tal es así que ese año terminó en el cuadro de honor. Mamá se volvió a Buenos Aires y nosotros nos quedamos solos. Flora había quedado en Buenos Aires con Marcelo. La vida en Funes era totalmente distinta pero a todos nos gustaba. Funes era un pueblo y en los pueblos hay mucha vida social, así que hacíamos bastante sociabilidad.
Pero lo bueno dura poco y mucho más a nosotros!  El 21 de mayo o sea 20 días después de mi traslado definitivo a Rosario, a Enrique lo trasladaron nuevamente a Buenos Aires.
Ahhhhh, noooooo, no puede ser tanta mala suerte!!!!! Para no creerlo!!!!! ¿Se imaginan volver a desandar todo lo andado? Y Enrique tenía que tomar servicio en Buenos Aires el 1 de junio, así que encima con poco tiempo. Un horror!!! Lo primero que teníamos que hacer era hablar con el dueño de la casa para ver si nos rescindía el contrato; después conseguir vacantes en Buenos Aires para los tres chicos, considerando que estábamos a casi mitad de año y, por último y lo más grave, volver a hablar con mi gerente para ver qué posibilidades tenía de volver a trabajar con él. ¿Con qué cara, después de lo mucho que le había roto la paciencia, lo llamaba para decirle eso?
Bueno, como dije siempre y lo sigo diciendo, la mano de Dios siempre estuvo presente en mi vida y esta vez no fue la excepción.
El primer problema relacionado con la casa, salió bien, porque el propietario entendió que la rescisión era por causa mayor y no puso objeciones. Marcelo en Buenos Aires nos ayudó en el traslado de colegio de sus hermanos y consiguió inscribirlos a los tres… cada uno en un colegio distinto, pero por lo menos no perdían el año y, por último, la que más difícil me parecía, salió buenísima. Cuando lo llamé al gerente para contarle y preguntarle qué posibilidades tenía de volver a trabajar con él, me dijo que estaría encantado de recibirme porque la empleada que habían tomado no iba ni para atrás ni para adelante, así que para él era la salvación y para mí, ni les cuento!  Y volvimos a casa.
..//continuará

                                                                  El rincón de neche (Elsa)

viernes, 5 de octubre de 2012

HISTORIA DE MI VIDA - PARTE 17


                               
  
El 3 de junio -o sea un mes después de nuestra mudanza- nació Sebastián. Nos dio el tiempo suficiente como para que nos instaláramos y pudiéramos recibir al nuevo integrante de la familia como se merecía. Sebastián nació en la Clínica Marini, que estaba en Av.Santa Fe y Scalabrini Ortiz, es decir bastante lejos de Villa Devoto, donde vivíamos. 
Esa mañana yo estaba como todos los días en casa, con Flora y Marcelo -que estaba en primer año e iba al colegio de tarde- Tenía algunos malestares pero, como siempre, ni una sola contracción, así que no me animaba a irme hasta allá porque todavía faltaban diez días para la fecha que me habían dado. Marcelo quiso faltar al colegio para acompañarme y estar con nosotros cuando naciera su hermano o hermana (todavía no sabíamos el sexo). Al mediodía pasó Alvaro (el esposo de mamá) por mi casa, camino a su trabajo y ante la insistencia de mamá me convenció para ir a la Clínica a revisarme… y nos fuimos con Marcelo.
Cuando llegué y me revisaron me dijeron que faltaba muy poquito para que naciera, así que lo llamé urgente a Enrique, que cuando se enteró me pidió “que lo esperara”….. Jajajaja… Bueno, pero yo siempre tan obediente, lo esperé y cuando llegó me llevaron a la sala de partos. Además de Enrique y Marcelo, también estaba mamá. Fue parto normal, como todos y Sebastián pesó 4.480 kg… era un bebé hermoso… ya criado.
Marcelo lo malcriaba todo el tiempo… lo tenía siempre en brazos. Cuando empezó el jardín era él quien lo llevaba y lo iba a buscar y estaba encantado de hacerlo. Le lleva 13 años.
Por ese entonces ya habían empezado los problemas de conducta en el colegio con Gustavo. Tenía sólo 9 años pero su comportamiento no era el mejor, así que con bastante frecuencia teníamos que presentarnos para hablar con los maestros. Ibamos Enrique y yo. A medida que Gustavo crecía, los problemas crecían a la par de él.
En 1977 Enrique y yo, primero uno y después el otro, renunciamos a Pluna junto con muchos otros compañeros, debido a los bajos sueldos. Enrique fue a trabajar a una agencia de viajes y continuaba trabajando en Fuerza Aérea. A mí me ofrecieron organizar la parte contable de una agencia de viajes cobrando lo mismo que reunía en los dos trabajos que tenía, así que no lo dudé y me fui de Pluna y del estudio de los abogados aeronáuticos donde trabajaba a la tarde.  Al año de estar allí cambié por una escribanía en Vicente López… mejor sueldo, muy cerquita de mi casa y el horario era de 9 a 12 y de 15 a 18… tenía 3 horas al mediodía para estar en mi casa.
En 1979 me ofrecieron ingresar a Gas del Estado y aunque a mí nunca me había gustado trabajar en un área estatal, me la pintaron tan bien que terminé aceptando. Por empezar horario de 7 a 14.30 hs. Muy buena obra social para todo mi grupo familiar. Un club en el Tigre que hasta el día de hoy no conocí otro más lindo. Colonia de vacaciones durante todo el año… en época invernal Club de Niños todos los fines de semana, obviamente con profesores y en verano Vacaciones Felices de lunes a domingo, incluso con pernocte y además con viajes a distintos centros del país. Quienes más aprovecharon el club fueron Christian y Sebastián, que entraron desde muy chicos y continuaron hasta la adolescencia. También tenían zona de acampe, así que nos compramos una carpa estructural, la instalamos allí y casi todos los fines de semana pasábamos el día en el club y a veces nos quedábamos a pernoctar. Incluso en alguna oportunidad pasamos los 15 días de nuestras vacaciones. Las comodidades eran descomunales. No faltaba nada. Teníamos un montón de familias amigas que hacían lo mismo y nos divertíamos muchísimo porque compartíamos todo: compras, cocina, comida y juegos. Fue una época hermosa de la que guardo bellísimos recuerdos.    
En 1980 Fuerza Aérea trasladó a Enrique a la Escuela de Aeronáutica que estaba en Rosario, más precisamente en Funes y se tuvo que ir, obviamente solo. Venía todos los fines de semana a casa y a veces viajaba yo, pero cuando más lo necesitaba no estaba. Por suerte siempre la tuve a mi lado a Flora, que como les dije era mi mano derecha y también la izquierda. Gustavo estaba peor que nunca. Se me escapaba de casa y lo tenía que llamar a Carlos, su papá, para que viniera y me ayudara a buscarlo. Siempre se quedaba por los alrededores, pero a veces lo encontrábamos a altas horas de la noche. Tenía 12 años, estaba cursando séptimo grado y como era de esperar, lo reprobó.
Cuando terminaron las clases, nos planteamos con Enrique la necesidad de irnos todos para Rosario porque lo que yo estaba pasando sola en Buenos Aires era insostenible, pero teníamos que alquilar una casa, conseguir vacantes para todos los chicos en un colegio y yo tenía que pedir el pase a Gas del Estado Rosario. Decidimos hacerlo y pusimos manos a la obra.
..// continuará

                                                                                              El rincón de neche (Elsa)

martes, 2 de octubre de 2012

HISTORIA DE MI VIDA - PARTE 16



 

El departamento que nosotros alquilábamos era del dueño del edificio, que al construirlo se había reservado algunas unidades para rentarlas. Estando ya embarazada de Sebastián, un día nos llamó para avisarnos que no nos iba a poder renovar el contrato de alquiler, porque tenía la necesidad de poner en venta todos los departamentos de su propiedad… o sea que al vencimiento del contrato nos teníamos que ir. Nos hizo firmar un convenio de desocupación que vencía a mediados de 1976, coincidiendo con el nacimiento de nuestro cuarto hijo.
Esto se convirtió en un drama, porque a pesar de nuestros cuatro empleos no teníamos capacidad de ahorro. Irnos de ahí nos significaba un paquete enorme de plata que no teníamos. Estábamos verdaderamente en una encrucijada y sin poder recurrir a nadie, como siempre. La última carta que nos jugamos fue presentar una nota en el Banco Hipotecario exponiendo nuestra situación, para ver la factibilidad de que nos otorgaran una vivienda. El banco nos contestó que nuestra situación no era límite y desatendió nuestro pedido. Hicimos un segundo intento con idéntico resultado. Situación límite, para el banco, era estar con los muebles en la calle… ésa fue la respuesta que nos dieron. Nuestra desesperanza era cada vez mayor y ya no sabíamos qué íbamos a hacer.
Pero si de algo estoy segura, es de que “Dios aprieta pero no ahorca” (pero la lengua nos llegó casi al suelo). Miren lo que nos pasó.
Una noche salimos con Enrique a caminar por Av.Rivadavia. En la esquina de casa nos encontramos con una pareja, que ella era bastante amiga mía pero hacía muchísimo que no veía. Me presentó a su esposo, con quien se había casado hacía unos pocos años y tenían dos hijos. Como vivían a dos cuadras de nuestra casa, nos invitaron a tomar un café a su departamento. Ya allí, charla va, charla viene, nos enteramos que el marido de mi amiga era funcionario del Banco Hipotecario (no tengo ninguna duda que Dios lo puso en nuestro camino), así que le contamos nuestro problema. Nuestro amigo nos pidió los datos y nos dijo que iba a ver si él nos podía ayudar. Nos empezamos a visitar con frecuencia, porque además nos llevábamos muy bien. Llegaron las fiestas de fin de año.
El 17 de febrero de 1976, faltando 4 meses para el nacimiento de Sebastián, nos llamaron para ir a la noche a tomar un café a su casa. Después del café vimos que trajeron a la mesa una botella de champagne. Con Enrique nos miramos pensando que tal vez era el cumple de alguno de ellos y nosotros no sabíamos nada. Cuando sirvieron las copas y en el momento del brindis, él le entregó un sobre a Enrique y le dijo que lo abriera. Dentro del sobre estaba la adjudicación de la vivienda que nos había otorgado el Banco Hipotecario.
Bueno, no se imaginan la emoción de todos en ese momento. Enrique y yo nos abrazamos y nos pusimos a llorar como dos chicos… de repente nuestro problema se había solucionado como por arte de magia. Esa noche iba a ser inolvidable y la fecha nos quedó grabada por siempre. Es difícil explicar lo que sentimos cuando leimos el contenido de ese sobre… era como un milagro que fortalecía nuestra creencia de que sin dudas Dios nos había tocado con la mano.    
Esa misma noche nuestros amigos nos llevaron en su auto al lugar donde muy pronto íbamos a vivir. Era un complejo habitacional en Villa Devoto, con 10 torres, de 20 departamentos cada una, que se había adjudicado casi en su totalidad a empleados gubernamentales del Ministerio de Bienestar Social y otros. El departamento que nos adjudicaron tenía 4 ambientes, en concordancia con la cantidad de integrantes del grupo familiar que habíamos declarado oportunamente: matrimonio con 4 hijos. El día 24 de marzo de 1976 (día del derrocamiento del gobierno de Isabel Perón), nos llamaron a la mañana para que fuéramos urgente al complejo a tomar posesión del departamento. Así lo hicimos y ese día al mediodía nos dieron las llaves de nuestra nueva casa. Al día siguiente el gobierno del país había cambiado. Nosotros pudimos cumplir con los términos del convenio de desocupación que habíamos firmado y el 1º de mayo de 1976 nos mudamos. Aquí comienza otra etapa de mi vida.  
..//continuará

                                                                                              El rincón de neche (Elsa)

lunes, 1 de octubre de 2012

HISTORIA DE MI VIDA - PARTE 15


 

A los diez meses de nuestro “casamiento” (el casamiento tenía valor solamente para nosotros), nació Christian. Como todos los otros embarazos, fue muy bueno. Nació también con parto normal en el Sanatorio Anchorena con 3,750kg.  Recuerdo que el día que me descompuse (en realidad se rajó un poco la bolsa y tenía pérdida de líquido amniótico) estaba sola en casa, cocinando. Era pasado el mediodía. Marcelo y Gustavo estaban en el colegio y Enrique había ido a Aeroparque. Nosotros no teníamos teléfono. No tenía contracciones… siempre me pasaba lo mismo, la dilatación se me producía sin dolores. Me senté en la cocina, apoyé los brazos y mi cabeza sobre la mesa y me quedé dormida. Después de un rato, habrá sido como una hora, me desperté y bajé a llamar por teléfono a Enrique. Como no estaba en el despacho de tráfico, les pedí a mis compañeros que le avisaran que me iba al sanatorio. Mamá en aquél entonces tenía una inmobiliaria junto con Malena. La llamé a mamá para que me acompañara ella, pero me dijo que no podía porque estaba esperando un cliente para mostrarle un departamento. Malena había salido. Así que me tenía que ir sola. Sentí una tristeza tan enorme, que saben qué hice? Me preparé el bolso sólo para mí y me fui sola. Para el bebé no llevé nada. Me sentía una “paria” recién llegada del campo. En el sanatorio fui a la administración a registrarme y llamaron al médico y a la partera para que vinieran. En ese entonces yo me atendía por Amsa y los médicos eran externos, por eso había que avisarles que fueran. Me revisaron y me instalaron en la habitación. Después me enteré que en todo ese trámite nos cruzamos sin vernos con Enrique, que ya enterado salió volando para el sanatorio y como no me encontró (me estaban revisando) se fue corriendo a mi casa. Como tampoco me encontró volvió como un loco al sanatorio y recién entonces nos juntamos. Le pedí que volviera a casa a buscar la ropa del bebé. En el parto me durmieron, así que cuando Christian nació yo estaba dormida. Cuando me llevaban a la habitación y Enrique vio que yo estaba dormida, se asustó y preguntó qué me pasaba. Allí le dijeron que había salido todo muy bien, pero que lo único extraño era que dormida había llorado durante todo el parto, a lo que Enrique contestó que debía ser porque esperábamos una nena. Yo, que ya me estaba despertando, lo escuché y así me enteré que había nacido otro varón. Supongo que mi llanto se debió a la angustia que viví.
Tres años y 3 meses habían pasado del nacimiento de Christian cuando quedé embarazada de Sebastián. Era agosto de 1975. Lo habíamos estado buscando mucho, pero tardó todo ese tiempo en concretarse. Estábamos todos felices por su llegada, pero necesitábamos encontrar una empleada nueva para el cuidado de nuestros hijos porque nos habíamos quedado sin nadie (no me acuerdo si se había ido la que los descuidó en la ventana o la que le arrancó el mechón de pelos a Christian). Buscamos una por el diario y  “ahí sí que tuvimos suerte”… dimos con la mejor persona que podríamos haber encontrado para ayudarnos en la crianza de todos ellos: Flora, nuestra mano derecha (e izquierda) durante 16 años. A Flora la contratamos con cama adentro. Era el ser más adorable y limpito que pudimos haber hallado, pero ocurrió que a poquito de entrar nos enteramos que venía “con premio”. Uyyyyyyyy… mi Dios….. qué mala suerte tenemos”  pensamos nosotros. Las dos estábamos de 3 meses, así que yo le dije que no se iba a poder quedar, pero me explicó que ya había decidido suspender su embarazo. Ella había llegado recientemente del Chaco, donde había dejado 2 hijas; venía embarazada de allá y no quería tenerlo... (la fotito del artículo es lo más parecido a Flora que pude encontrar; quienes la conocieron no me dejan mentir)
Bueno.... a esta altura ya se habrán dado cuenta que nuestra felicidad siempre se empañaba por algo y por lo general no eran pavadas. Al poquitísimo tiempo algo más ocurrió que nos movió toda la estantería y nos llevó bastante al límite…qué digo bastante… nos llevó al límite porque fue realmente groso… pero esto se los contaré mañana.
..//continuará

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