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lunes, 8 de julio de 2013

CINCUENTA SOMBRAS MAS OSCURAS - CAP.8 y 9

 
 
 
 
 


La velada en la mansión Grey terminó con una exhibición maravillosa de fuegos artificiales. Se mencionó que la cifra total recaudada ascendía a un millón ochocientos cincuenta y tres mil dólares. Nos despedimos de Mía y de los padres de Christian y nos retiramos. Cuando subimos al auto Christian me entregó un sobre que le acababa de dar Taylor. Era de la Sra.Robinson, con una nota dirigida a mí, en la que me decía que estaba encantada de haberme conocido y que además nos deseaba mucha suerte, ofreciéndose también para reunirnos y contarme el resto de la historia que aún no había conocido, pero insistiendo en que me cuidara mucho de no hacerle daño a Christian, porque ya lo habían lastimado demasiado.
Cuando bajamos en la casa de Christian, Taylor le murmura que le han rayado el auto y que han manchado con pintura y roto las cubiertas del mío
Inmediatamente me doy cuenta que no pudo ser otra que Leila. Debido a que todos pensamos lo mismo, Taylor ingresa con Christian al departamento para ver si hay alguien dentro y me dejan afuera de la escena esperando. Salen cuando ya ha sido todo inspeccionado.
Christian me lleva a su dormitorio. Me desvisto, me acuesto y mientras Christian se desviste me quedo dormida. De golpe me despierto y no está en la cama. Cuando me levanto, sigo la luz de la puerta del escritorio y oigo que está hablando por teléfono con Elena, la Sra.Robinson y le está pidiendo nuevamente que no se meta más y me deje tranquila. Golpeo la puerta del escritorio y volvemos juntos a nuestro dormitorio.
Cuando entramos vemos que la puerta del balcón estaba abierta y ambos estábamos seguros que había quedado cerrada. Entonces le cuento que al despertarme me había parecido ver la sombra de una mujer en el cuarto y que había pensado que era sólo mi imaginación.
Nos vestimos rápidamente dispuestos a irnos de allí con destino incierto, probablemente a un hotel en las inmediaciones.
En el trayecto le pregunto porqué me había dicho que si el Dr.Flynn me contaba algo sobre él lo dejaría.
Después de un profundo suspiro me dijo que yo no tenía la menor idea de lo depravado que él era, pero que no quería compartir eso conmigo.
Llegamos al hotel de lujo Fairmont Olympic, donde pasaríamos la noche. Cuando llegamos a la habitación pide una botella de champagne para que suban a nuestra habitación y besándome me dice que luego de beberse una copa le encantaría perderse en mi cuerpo... y así lo hacemos.
Ahora, con su cabeza apoyada sobre mi vientre, me rodea con ambos brazos. Luego se recuesta a mi lado y así abrazados nos dormimos.
Por la mañana nos levantamos a las diez y mientras desayunamos tocan nuestra puerta. Es la doctora Greene, la ginecóloga, que Christian la ha citado para que luego de una revisación me recete lo más indicado para evitar la concepción. Le digo que con tantas idas y vueltas del día anterior he olvidado tomar la píldora, pero luego del Evatest que me realiza me dice que me puedo quedar tranquila.
Me lleva al baño para ducharnos juntos y sorpresivamente, bajo la ducha, me pide que lo empiece a jabonar. Él, que no me permitía tocarlo. Cuando veo las cicatrices que tiene en todo el torso no puedo reprimir el llanto. Me abraza con fuerza y me pide que no llore por él. Se me presenta un niñito muerto de miedo, maltratado, asustado y abandonado y lastimado más de lo humanamente posible.
Cuando le digo que lloro porque lo quiero y me duelen las heridas como si fueran mías propias, me dice que no es digno de que nadie lo ame y que yo tampoco debo hacerlo. Le repito que lo quiero y me animo a decirle las palabras de Elena... y tú también me quieres, sólo que no puedes decirlo.
Y antes de separarnos, repite casi en un murmullo... sí... te quiero.
Mi alegría no entra en mi cuerpo. Lo que acabo de oir me deja atónita.
Christian me pide que me vista porque saldremos a pasear. Damos una vuelta y me dice que vamos a comprar un auto para mí para reemplazar el que seguramente Leila destrozó. Compra un Saab que estará disponible en la agencia en 48 horas.
Salimos de la concesionaria y nos dirigimos al muelle. Llegamos a un local luminoso y nos acercamos a la barra. Tomamos una sopa de mariscos con cerveza. Hablamos de todo, como nunca lo habíamos hecho. Quiso saber más sobre mi vida y yo también de la suya, pero no tuve mucho éxito porque se notaba que le dolía mucho referirse a ese tema.
Cuando salimos, fuimos caminando tomados de la mano por el muelle hasta que se detuvo frente a un catamarán enorme. Obviamente debí haberlo imaginado. Era suyo! Y su nombre era Grace, el nombre de su madre. Me invita a subir a bordo y me presenta al Sr.Liam, seguramente su ayudante, como su novia. El velero es enorme y bellísimo. Se dirige al timón y partimos.
Después de una hora el buque atraca en una pequeña isla. Mac baja una lancha con motor fuera de borda y se aleja solo a la playa.... ya me imagino porqué.
Christian, casi arrastrándome, me lleva al camarote, con una única misión... poseerme en ese lugar. Con mucha dulzura me dice unas palabras, que son mi perdición... Anastasia, entrégate como sólo tú sabes hacerlo. 

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