Cuando llegamos a la sorpresa que Christian tiene para mostrarme, quedo con la boca abierta. Es la casa que acaba de encontrar para ir a vivir juntos. Se trata de una propiedad de mil cien metros cuadrados y está edificada sobre un terreno de dos hectáreas y media.
Salón principal, cocina con sala para banquete más una sala familiar a continuación, sala de música, estudio, biblioteca, piscina cubierta, gimnasio con baño de vapor y sauna. Una sala de cine en el sótano y un cuarto de juegos.
Para mi mayor asombro me dice que quiere comprarla para tirarla abajo y construir una nueva.
La cabeza me da vueltas. Esta casa es hermosa. Le sugiero convertir esta casa en una más autosustentable y ecológica, como él desearía.
La señorita Kelly, de la inmobiliaria, nos acompaña a la suite principal. Tiene unos ventanales enormes que obviamente dan a un balcón con una vista panorámica espectacular.
Hay otros cinco dormitorios. Mientras intento sacar de mi cabeza la idea de los niños, oigo que la señorita Kelly está hablando con Christian que el terreno tiene lugar de sobra para instalar una cuadra para los caballos y una cerca. Esta idea mucho no me subyuga... prefiero que los caballos no estén cerca de donde á mí me gusta retozar descalza o hacer un picnic, pero no emito ninguna opinión.
El Club está en el piso setenta y seis del Columbia Tower. La vista de todo Seattle es alucinante. Cuando nos acomodamos en una mesa junto al ventanal, Christian se sienta a mi lado y luego de hacer el pedido al mozo comienza a acariciarme el muslo. Él sabe que su mínimo roce logra encenderme toda. Alzamos nuestras copas y brindamos por todo lo que se viene, que suena absolutamente prometedor.
Cuando llegamos a su casa vamos inmediatamente a nuestro cuarto porque el viaje nos ha motivado a ambos demasiado. Nuestra relación es maravillosa, como siempre. Me besa, se pega a mi espalda, hunde en mi pelo su nariz y de a poco me voy quedando dormida, en sus brazos y sueño con un niñito de pelo cobrizo corriendo por el parque, riendo y gritando mientras lo persigo.
Cuando despierto a la mañana siguiente, Christian me está saludando y está saliendo rumbo a un desayuno de trabajo.
Cuando me levanto y luego de ducharme y vestirme, busco el lugar donde guarda sus corbatas porque le quiero comprar un regalo de cumpleaños. Para mi desgracia doy con una caja y mi curiosidad no me permite dejarla allí sin antes abrirla. Oh, no! En el interior hay fotos... ¿de quién? ¿será Leyla? la cierro de inmediato y me voy a trabajar.
Christian no me ha telefoneado en todo el día y cuando lo llamo me responde su contestador. Trato de aplacarme y recuerdo que a la noche debo encontrarme con José, que vendrá a dormir a casa. Me llama Kate, mi amiga, para contarme que ha regresado y se suma a la reunión que tendré con José, que ya está en la puerta del edificio esperándome. Al poco tiempo llegan Kate y Ethan. Un rato después Elliot la llama a Kate y pide hablar conmigo. Mi corazón se paraliza. Me dice que Christian no ha regresado de Portland y que su helicóptero ha desaparecido. Noooo!!!!! No puede ser!!!!!!
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