Mi primer
aventura empezó dos días más tarde, cuando Fred me informó oficialmente que
desde ese momento sería su piloto cuando tuviera que emprender algo muy
importante.
Era domingo, así
que el sábado a la noche le dije a mis padres que al día siguiente saldría muy
temprano porque me iba al campo con amigos y volvería tarde.
Salimos de la
casa de Fred a las 8 de la mañana. El paseo consistía en dar una vuelta por los
suburbios y volveríamos a París recién a la noche. El fin era completar mi
curso de piloto especializado. Fred me contó que los autos que habíamos usado
para las lecciones hasta ese momento, ninguno era de su propiedad. Me explicó
también que me había mentido cuando me contó que se los prestaba un amigo. La
realidad era que los tomaba prestados por dos o tres días. Él consideraba que
eso no era un robo porque siempre los abandonaba, en buen estado y a veces con
más nafta que la que tenía cuando los tomaba. O sea que sus dueños los
recuperaban.
El paseo de hoy
consistía en ejercitarme para tomar un auto prestado. Nos detuvimos y me señaló
uno estacionado frente a la reja de un jardín. Era un BMW. Vimos que las
persianas de la casa a la que supuestamente pertenecía, estaban todavía bajas,
por lo que, teniendo en cuenta lo temprano que era, sus dueños seguramente
todavía estaban descansando.
Me mostró la
ganzúa que usaba, hecha especialmente por él, y me dio otra igual que a partir
de ese momento sería mía. Con esta ganzúa puedes abrir rápidamente la puerta
delantera izquierda del auto. Subes y te pones al volante. La misma ganzúa la
colocas donde va la llave de contacto, le das arranque y te vas. Ahora nos
vamos a bajar de este auto, que dejaré en marcha y haremos juntos todo lo que
te acabo de explicar. Yo la ejecutaré delante de ti. Cuando el BMW esté en
marcha, vuelves a este otro y me sigues hasta que yo pare. Abandonamos el BM y
nos vamos juntos en el primer auto. También me explicó que antes de iniciar
esta maniobra había que mirar para todos los costados e incluso los balcones y
ventanas de alrededor, para asegurarse de no ser visto por nadie. Por eso
estaba bueno hacerlo un domingo por la mañana en que las calles por lo general
estaban desiertas.
Fue maravilloso,
señor Beilin, en un minuto ya estaba arrancando el BMW. Seguí sus
instrucciones. Me fui corriendo a nuestro auto y lo empecé a seguir. Como a las
10 cuadras se detuvo, bajó corriendo del BM, subió a mi lado y me pidió que
arrancara rápidamente. Me hizo dar una serie de vueltas y de pronto que me dijo
que me detuviera. Me preguntó si había comprendido bien la operatoria. Todo
había sido tan rápido que tenía miedo haberme perdido algo! A veces no se puede
hacer porque algunos autos tienen alarma y si comienza a sonar debes irte
rápidamente. Eso suele ocurrir con los Rolls, por eso nunca se debe tomar un
Rolls y además hay muy pocos y son fáciles de encontrar.
Cambiamos de
zona con la intención de repetir la maniobra. En esta oportunidad también iré
contigo pero tú harás todo el trabajo y yo estaré observándote para rectificar
tus errores. Si lo haces bien, lo abandonaremos como hemos hecho con el BM y
nos mudaremos nuevamente de barrio. Buscaremos un tercer auto pero esta vez
bajarás tú sola y yo me quedaré al volante de éste esperándote. Cuando hayas
practicado hoy unas seis o siete veces sola, ya estarás lo suficientemente
avezada para actuar sola y a mí me ahorrarás pérdidas de tiempo. Lo único que
te voy a decir será que busques determinado modelo para determinada hora y que
me pases a buscar por un determinado lugar.
Ahora presta
mucha atención. Cuando hayas tomado el auto, te dirigirás al garaje de un amigo
mío que inmediatamente le pondrá chapas nuevas y te entregará el título de
propiedad con el mismo número de las chapas falsas. Recién después me irás a
buscar. Puedes ir durante las 24 horas del día de lunes a domingo, porque el
garaje está siempre abierto. Pero antes debo alertarte sobre dos puntos más.
Cuando elijas el auto, das una vuelta a su alrededor y te fijas en qué
condiciones están los neumáticos. Si están muy gastados buscas otro, porque
puede ser peligroso y cuando ya estés en el volante te fijas el nivel de nafta…
si es baja lo abandonas y continúas buscando.
Comenzamos con
la rutina que me había explicado. En un lugar muy solitario vimos un auto. Se
detuvo unos diez metros delante de él. Bajamos juntos. Yo temblaba con la
ganzúa preparada. La coloqué en la cerradura de la puerta. Abrí. Subí. La puse
en el contacto y me dijo que arrancara, que él me seguiría y que no parara
hasta que no viera que él me hacía seña con los focos. Puse primera y salí
disparada hasta que ví su señal y me detuve. Abandoné el auto, fui
corriendo a sentarme a su lado, arrancó rápidamente y me besó sonriendo.
Repetimos la
rutina pero esta vez bajé sola del auto. Él se quedó esperándome en el otro. La
operación salió perfecta. Nos mudamos de barrio y lo volvimos a intentar. Los
resultados siempre fueron impecables. Probamos con un Renault 12, un Citroen CX
y un Mercedes 200. Mi maestría para tomar prestado un auto se afirmaba cada vez
más.
A las 6 de la
tarde tenía un cansancio que me moría y estaba muy tensionada. Fred se mostraba
muy satisfecho y me confirmó que a partir de ese momento saldría a buscar autos
yo sola.
Decidimos ir a
cenar pero previamente me llevó al garaje para presentarme a su amigo. La señal
para entrar era pegar cuatro golpecitos en la puerta. Me presentó como su
mujer. Cuando venga debes atenderla como si me estuvieras atendiendo a mí.
Fuimos a su
departamento y allí me dio su recompensa. ¿Me comprende oficial? La tenía bien
ganada.
Mientras
continuábamos en la cama me dijo que al día siguiente fuera a las 6 de la tarde
porque me tenía que presentar a otra persona que aunque no iba a utilizar sus
servicios muy a menudo, era necesario que lo conociera y me adelantó que el
martes y el jueves a la noche me presentaría a dos personas más. Según me dijo
eran lo mejor del nuevo equipo que había formado.
Cuando llegué a
mi casa, mis padres ya estaban durmiendo.
Mad, dijo el
oficial, todos esos préstamos de autos, no la habían inquietado algo?
No señor Beilin,
por el contrario casi le podría decir que me resultó divertido. Me parecía
estar representando un papel en una película de gangsters.
Pero usted nunca
tomó conciencia que esos supuestos préstamos, en realidad eran robos de autos?
Ya le dije a
usted que yo nunca robé, porque durante dos años sólo fui el chofer de Fred y
jamás nos quedamos con ningún auto. Todos fueron abandonados y rápidamente
volvieron a manos de sus propios dueños.
Ahora le hablaré
sobre el primer caballero que me presentó al siguiente día. Su nombre era
Jacky…
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