Ese día Marc había
llegado a su casa como todos los días a las 6 de la tarde. Vivía junto a su
esposa Francine y sus hijos Madeleine, de 22 años y Daniel de 7, en un
departamento en la ciudad de París.
Madeleine era
secretaria en una empresa de seguros marítimos. La joven había regresado una
hora después que su padre y se había dirigido directamente a su dormitorio sin
detenerse a saludarlo.
Tras insistentes
llamados de éste, bajó al salón y juntos tomaron una copa de coñac. Madeleine
preguntó por su madre y el padre le comentó que había salido con Daniel, aprovechando
que no había escuela.
Cuando Marc encendió el
televisor el locutor informaba que, exactamente a las 6 de la tarde, hora del
mayor flujo de transeúntes que se trasladan de sus trabajos a los hogares, se
había cometido un terrible atentado delante del shopping de la plaza de la
Opera, en plena tarde y en el centro de París,
que había dejado un saldo de 5 muertos y numerosas víctimas hasta ese
momento.
Cuando ampliaron la
información dijeron que había sido lanzada una bomba desde un automóvil que
había pasado a toda velocidad por delante del shopping, bordeando la vereda y
que sus autores habían escapado en una increíble maniobra automovilística. Mientras
tanto, la demora de la llegada de Francine y Daniel inquietaba a Marc y también
a su hija.
Al poco rato llamaron a
la puerta y recuperaron la tranquilidad pensando que eran ellos, pero se
trataba de un desconocido acompañado por un agente de policía. El hombre se
presentó como el oficial Jacques Belin y
preguntó si ése era el domicilio de Francine Maugué. Ante la respuesta
afirmativa de Marc, el oficial lo tomó por los hombros y tras relatarle los
hechos del atentado ya conocido en la casa, le explicó que la señora Maugué
había sido alcanzada por la explosión y que había muerto en el acto, en tanto
que su hijo se encontraba mal herido y tenía la pierna derecha muy
comprometida. Madeleine escuchó que su madre estaba en la morgue y su hermano hospitalizado…
y que el oficial a cargo le estaba pidiendo su inmediata presencia en el
hospital, porque los médicos necesitaban su autorización para amputarle la
pierna al chico. Madeleine realizó todos los pasos que le iban indicando
acompañada por el oficial Belin, quien luego de todo ello le aconsejó que se
fuera a su casa a descansar porque ya durante la noche no podría hacer más
nada. Ella por toda respuesta le dijo que prefería caminar para ordenar sus
ideas porque estaba muy confundida.
Cuando llegó a la calle
llamó un taxi y le dio una dirección. Llegó a un viejo edificio sin ascensor y
subió por la escalera al sexto piso. Dio tres timbrazos y luego dos más, como
si fuera una señal, y abrió la puerta con su llave. En la penumbra había un
hombre fumando y mirando la televisión. Tenía unos 30 años. Su saco estaba
sobre el sillón al lado de su revólver. Al recibirla sólo le dijo que había
hecho bien al esperar varias horas para ir a ese lugar, pues de lo contrario
corría el riesgo de que la siguieran. Ella le dijo que había estado en su casa
para que no se inquietaran. El hombre insistía en lo bien que habían actuado ya
que el caso había tenido mucha repercusión. Madeleine se tiró en el sofá y
comenzó a sollozar y a increparle diciendo que eran dos asesinos. Fred no
estaba de acuerdo. Él se consideraba apenas un justiciero que hacía eso para
demostrar que era necesario que todo debía cambiar. La felicitó porque había
sido de gran ayuda conduciendo el auto y agregó que lo había hecho con mucha
pericia, porque a la más pequeña mala maniobra, todo podría haberse arruinado.
Madeleine finalmente
decidió contarle a Fred el drama que estaba pasando en ese momento en su casa.
La muerte de su madre, la amputación de la pierna de su hermano y la sedación
de su padre debido al shock sufrido tras anoticiarse de todo lo ocurrido.
Fred se sintió consternado
pero a pesar de ello no dudó en decirle que no debía exagerar tanto. Madeleine
comienzó entonces a reprocharle que por amor, desde hacía dos años se había
convertido en su cómplice y consejera de los malvivientes que lo rodeaban.
Finalmente le gritó que no estaba de acuerdo con lo que estaba haciendo y que
considerara que lo que acababa de hacer podía considerarla su última hazaña…
Mientras hablaba tomó el revólver y casi sin dudarlo disparó una sola bala que
le dio en medio del pecho. Tomó el revólver y la billetera de Fred, las guardó
en su cartera y bajando los seis pisos por la escalera salió a la calle. El
revólver lo arrojó a una alcantarilla y la billetera con su contenido la quemó
en el horno de su cocina. Al salir de la cocina se cruzó con la enfermera que
había quedado al cuidado de su padre, que le transmitió que se encontraba
sedado y descansando. Llamó al hospital y el profesor Chardon le informó que la
operación ya había terminado sin complicaciones y que podía pasar a ver a su
hermano al día siguiente.
Dos horas más tarde
llegó en compañía del oficial Beilin al instituto para proceder al
reconocimiento de su madre y decidir el atraso del velatorio por cinco días
para que su esposo Marc pudiera encontrarse presente. Luego se dirigió al
hospital a ver a su hermano y sólo fue capaz de regalarle una sonrisa y se
retiró.
Cuando llegó a su casa
había llegada la hermana de su padre y el tío Jacques, para acompañarlos.
Un rato más tarde,
Madeleine ingresa a la oficina de Beilin, en la jefatura de policía, diciéndole
que está allí porque tiene cosas muy graves para contarle. Previo a ello le
pide que le prometa que todo lo que escuche será absolutamente confidencial
hasta el día posterior a la inhumación de su madre. Luego de ello, podrá actuar
como su conciencia le dicte y su profesión se lo permita.
Madeleine comenzó
diciendo que esa noche había matado a un hombre, que era quien había acabado
con la vida de su madre y además el causante de la mutilación de su hermano.
Que lo había hecho para hacer justicia, no solo por ellos sino también por
todas las víctimas del terrible atentado cometido a la tarde. Y también
confiesa que está absolutamente lúcida y que ese hombre había sido su amante
durante dos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario