A la hora que habíamos convenido llegó
Mariano. Entró despotricando diciendo claramente que estaba podrido, agotado,
molesto y enojado. Naturalmente le pregunté con quién estaba tan enojado y me
dijo con el mundo.
Bueno, a mí me pareció que con el mundo era
algo demasiado generalizado. Le pedí que tratara de acotármelo un poco para ver
si llegaba a entenderlo. Me dijo que era una forma de decir…. pero lo que pasa
que es importante decir las cosas bien… para que nos entiendan bien… y si está
enojado con el mundo es como que no lo voy a poder ayudar.
Entonces empezó a enumarme… su socio que
hace todo mal, los clientes que se la agarran con él y los tiempos que se toma
la justicia él no los puede manejar, los padres que se ofenden porque no va a
comer los ravioles del domingo, la hermana que le echa en cara que no se ocupa
de los viejos, la pérdida de tiempo en tribunales.
Cuando vi que la cosa venía tan mal le
pregunté qué pasaba con la parte emocional y para mi sorpresa me dijo que eso
era lo único que podía decir que le iba a las mil maravillas. Bueno, me
tranquilizó porque eso no es poco. Estar bien con la pareja es muy importante.
Mi sorpresa fue cuando me dijo que tenía dos parejas y que le iba muy bien con
las dos. Me quedé con la boca abierta pero tuve que disimular. Después
continuó… qué haría sin ellas dos?
El día que lo conocí estaba por cumplir
cuarenta años. Hacía 15 años que se había recibido de abogado y le había ido
muy bien en su profesión. Muy buena posición económica y los casos que atendía
eran de bastante importancia.
Al año de su graduación se casó con su
actual esposa Debora y tenían dos hijos, Luciano y Ramiro de doce y ocho años.
La relación entre ellos era cordial. Estaba
contento de haber encontrado tan buena madre y una muy buena compañera.
Parecía que estaba describiendo a una
compañera de oficina, no a su esposa. Eran como la familia Ingalls.
Cuando llegaba hacía siempre lo mismo… se
sacaba el saco, se aflojaba la corbata y el cuello de la camisa y ponía el
celular apagado sobre la mesita ratona.
Siempre despotricando contra todos. No
delegaba nada, porque decía que como él nadie hacía las cosas. Un omnipotente
total. Me contó que la hermana se estaba por separar y que el padre le había
pedido interceder para ver si podía hacer algo para evitar el divorcio. Claro,
como él siempre decía que el único que hacía las cosas bien era él, los padres
se lo habían creído y por eso le pedían ayuda a él.
Y así pasaba el tiempo… semanas… meses…
hablando siempre de lo mismo pero sin tocar nunca nada un poco más profundo. Yo
dudaba que hubiera querido iniciar una terapia para contarme las cosas que me
decía. Hasta pensé en decirle que la interrumpiéramos, porque yo me sentía que
estaba perdiendo el tiempo y el la plata. En las sesiones me opiaba de lo
lindo.
Pero resulta que un día llegó y me pidió
permiso para dejar el celular prendido porque tal vez le entrara una llamada
que quería atender. Y efectivamente la llamada llegó. Por fin aparecía
Valentina de quien nunca había dicho una palabra. No pude evitar escuchar que
estaban discutiendo y el se deshacía en disculpas, hasta que ella le cortó.
Entonces le contó que era una relación que
“arrastraba” desde hacía 6 años. Que le había impactado desde el día que la
había conocido. Tenía 21 años… parecía una loba y con un atractivo sexual que
no pasaba desapercibido. De 1,70m de estatura, morocha de pelo negro, cuerpo
escultural y muy bonita de cara. Me contó que era extraordinaria en la cama. Yo
le pregunté aparte de todo eso, qué sentía por ella y él me dijo que la
deseaba. La chica claramente se lo había levantado cuando tenía 21 años, pero
ahora tenía 28 y la relación seguía igual que siempre. Era obvio que la chica
en algún momento se iba a cansar e iba a empezar a exigir y parece que el
momento había llegado. La chica ya tenía una edad que quería formar una
familia, tener hijos y todo lo que puede desear una mujer de esa edad, de un
hombre que hace 6 años que está saliendo con ella. El le decía que ni loco iba
a romper su matrimonio para casarse con ella, porque el ideal de esposa lo
tenía en su casa. Y ahora me acaba de llamar gritando porque hoy fui al patio
de comida del shopping a comer con mi esposa y mis dos hijos con tanta mala
suerte que Valentina estaba comiendo en el mismo lugar. Ahora está furiosa.
Al rato volvió a sonar el celular… era
Valentina que le dijo que lo estaría esperando a la salida. Cuando volvió a
tocar el tema conmigo, me dijo que para calmar la tormenta había tenido que
otorgar ciertas concesiones…. compartir algunos lugares públicos y amigos
comunes.
Yo lo escuchaba y no podía creer que ese
hombre me estuviera diciendo eso. Así que le pregunté si no se estaba dando
cuenta que estaba metiendo la cabeza en la boca del lobo, pero me dijo que él
lo iba a poder manejar. Agregó que el sexo para él era muy importante y que el
placer que él tenía cuando estaba con ella no lo había tenido nunca con su
esposa y que por eso no quería perderla. Yo con ella hago cosas y le pido cosas
que jamás podría hacerlo con mi esposa. Aunque nunca lo hablamos ni se lo
pregunté, tampoco jamás lo haría porque siento que la ofendería. Mi esposa es
una mujer con todas las letras. Yo no pude evitar decirle: y tu amante una
putita barata.
Mariano, yo creo que cuando Debora se
embarazó de su segundo hijo, dejó de ser la mujer de sus sueños con la que se
había casado para transformarse solamente en la madre de sus hijos y la imagen
de la familia. Y a partir de ese momento le quitó a las relaciones sexuales que
tiene con ella, todo el erotismo que debe tener. Es como que no puede juntar lo
sexual con lo familiar. Mariano, va a tener que aprender a ponerle erotismo a
su relación con Debora. Ud. siempre necesitó dos mujeres porque no se animó
nunca a hacer con una sola lo que hace con cada una de ellas. Va a tener que
aprender a amar y desear a la misma mujer.
Pero antes tengo que contarle algo: Valentina me dijo que el viernes
llegan sus padres de Tandil y quiere que vayamos a cenar los cuatro juntos. ¿Y
lo va a hacer? Piense que cada movimiento que hace alienta y envalentona más a
Valentina y la ilusiona con algo que Ud. no está dispuesto a darle. Mariano,
hágase cargo… porque llegó a una instancia en la que algo va a perder. Ud. es
el que tiene que decidir qué quiere.
Tres días después me llamó para decirme que
tenía que hablar urgente conmigo. Quedamos en vernos a las de la noche. Era el día que tenía que cenar
con los padres de Valentina. Cuando llegó a la casa tiró el celular sobre la
cama y se fue a bañar. Valentina le mandó un mensaje diciendo: mi amor, mis
padres llegarán a casa a las 10. Vení un poco antes. Te quiero. Valen. Al salir
de la ducha, Debora me dio el celular y me dijo que leyera el mensaje, que ella
ya lo había leído.
Me miró con los ojos llenos de lágrimas y
con mucho aplomo me dijo que pensara muy bien la explicación que le iba a dar
antes de abrir la boca. Pero que por sobre todo la respetara. Yo me vestí y me
vine para acá porque no sé qué hacer.
Bueno Mariano, yo creo que esto,
inconscientemente, lo manejó todo Ud. Dejar el celular sobre la cama como para
que la bomba explotara en algún momento. Ud. sabía que conscientemente nunca
iba a poder resolver el problema en el que solamente ud se había metido. Mi
opinión es que le diga la verdad a su esposa, porque ella le pidió que no le
mintiera y que la respetara con su respuesta. Mariano decidió contarle todo a
Debora y después de llorar mucho juntos decidieron darse una nueva oportunidad.
Durante dos meses estuvieron viniendo a las
sesiones los dos juntos. Debora es una mujer muy bella. Pero una noche ella
vino sola a mi consultorio porque quería hablar conmigo. Me dijo que esa era la
última charla que tendría conmigo porque no volvería, pero que antes de irse me
quería decir algo. Yo me dí cuenta que nuestra relación no funcionaba hacía
mucho tiempo. Él ya no me veía a mí como a una mujer. Ya no había ni juegos ni
sorpresas. Yo también tengo deseos sexuales y hace muchísimo tiempo que me
conformo masturbándome y mis fantasías son siempre con Mariano. Pero hace un
mes me encontré con un amigo que había salido conmigo cuando era soltera y con
el transcurso de las charlas que mantuvimos, comencé a sentir cosas que no
sentía desde hacía un montón de tiempo. No me acosté con él porque no lo amo,
pero me hizo sentir bien saberme deseada. Que continúo siendo una mujer. Mi
marido se acostó con esa chica y yo no me acosté con ese hombre, pero estuve a
punto. Así que, ¿cuál es la diferencia? Creo que cada uno hizo lo que pudo. Por
eso lo perdoné y decidí darle una nueva oportunidad. Llegó el momento de pelear
por nuestra familia. Yo la corregí y le dije: ¿Porqué en lugar de pelear por la
familia no piensa primero en pelear por la pareja? Le deseé mucha suerte y me
despedí de ella.
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