Es más frecuente en las mujeres que en los hombres y suele comenzar en la infancia.
A veces se presenta junto con la tricofagia, que es cuando la persona, además, se come los pelos que se arranca, lo que le provoca severos problemas en su aparato digestivo.
Ellos tienen cabal conciencia de lo que están haciendo pero les resulta imposible controlar sus impulsos. Obviamente que con el tiempo pasa a transformarse en un hábito y en parte de su vida.
Los motivos pueden ser varios: 1) Circuitos neuronales 2)Vulnerabilidad genética 3) Experiencias tempranas 4) Factores ambientales. También pueden influir situaciones traumáticas vividas por la persona, que dejan como saldo el estrés postraumático.
Pueden aparecer distintos problemas de salud, como ser: 1) Infecciones en la cabeza y en otras partes del cuerpo 2) Obstrucciones intestinales cuando se comen los pelos 3) Retraimiento social debido a la vergüenza que le ocasiona su aspecto 4) Baja autoestima 5) Trastorno en estados de ánimo 6) Temor a burlas y cargadas.
Para tratar esta conducta compulsiva se suelen combinar fármacos, terapia psicológica y grupos terapéuticos. Al respecto ha sido muy efectiva la Terapia Cognitiva Conductual, que usa técnicas que se han probado científicamente, tales como: 1) Evaluar si el impulso aparece por estrés ambiental o aburrimiento. 2) Aprender a identificar qué situaciones generan la ansiedad a efectos de prevenir la conducta impulsiva. 3) Descargar de otra manera la ansiedad que no sea arrancándose el pelo. 4) Aplicar conductas resolutivas que resulten saludables. 5) Aprender estrategias diferentes para controlar los impulsos.
La duración del tratamiento depende de la cronicidad o gravedad de los actos compulsivos; puede ser de 3 a 6 meses o más, según cómo se involucre el paciente con el tratamiento.
Los familiares pueden aconsejarle buenamente realizar un tratamiento psicológico para aprender a controlar la ansiedad, para no hacerse más daño.
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