...Y como todos precisamos la estima y el respeto del afuera para poder construir nuestra autoestima, fui a ver al gordo. Lo hice quejándome porque no lograba que me aceptaran mis padres, tampoco era el compañero elegido de todos mis amigos, ni conseguía reconocimiento en mi lugar de trabajo.
El gordo, como siempre, me dijo que conocía una vieja historia que le hacía acordar a mí y comenzó a contarme un cuento.
Maestro, estoy aquí porque no tengo fuerzas para hacer nada. Me siento tan poca cosa. Todos me dicen que soy torpe, que no sirvo para hacer nada, que soy tonto. ¿Cómo hacer para que me valoren un poco más?
El maestro le dijo que primero tenía que resolver un problema personal y le preguntó si lo quería ayudar para resolverlo con más rapidez. El joven asintió. El maestro se sacó un anillo que tenía puesto y le dijo que necesitaba venderlo por no menos de una moneda de oro porque tenía que pagar una deuda.
El joven fue al mercado pero todos le daban vuelta la cara y se le reían cuando mencionaba el precio.
Abatido por su evidente fracaso, regresó a la casa del maestro. Éste le dijo que no se deprimiera. Que volviera nuevamente al mercado y que averiguara el valor del anillo en una joyería.
Cuando el joyero lo examinó bien con su lupa, lo pesó y le ofreció 58 monedas de oro, agregando además que con tiempo podía conseguir incluso hasta 70 monedas.
El joven, emocionado, volvió a la casa del maestro, quien volvió a colocarse el anillo en el dedo y haciendo esto le dijo:
Haz de cuenta que tú eres este anillo, una alhaja, única y valiosa y, como tal, el único que te puede evaluar de verdad, es un experto. No puedes ir por la vida esperando que cualquiera descubra tu valor verdadero.
Fuente: "Recuentos para Demián" - Jorge Bucay
Elsa Inés Bernardi Semino
Fuente: "Recuentos para Demián" - Jorge Bucay
Elsa Inés Bernardi Semino
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