Cuando se viaja en avión, dependiendo de las distancias, la altura de crucero es de 9.000 a 13.000 metros. A tamaña altura, la presión atmosférica es muy baja y la cabina tiene que estar presurizada para garantizar el confort y la seguridad de los pasajeros.
La presión que se genera en la cabina es de aproximadamente un 75% de la existente a nivel del mar; esto quiere decir que hay un 25% menos de oxígeno y esto puede ser un gran riesgo sobre todo en pacientes con problemas respiratorios.
Si los pasajeros tienen enfermedades cardiorespiratorias, como EPOC, insuficiencia cardíaca, fibrosis pulmonar, las condiciones del avión pueden generar complicaciones de distinta severidad tales como palpitaciones, falta de aire, mareos, confusión, dolor de pecho, convulsiones, accidente cerebrovascular e infarto de miocardio.
Es por esto que las personas que deban viajar en avión y que presenten alguna de las condiciones mencionadas, es preciso que consulten a su neumonólogo y se realicen un chequeo correspondiente previo a la realización del viaje.
Elsa Bernardi
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