LA DECISION (SEGUNDA PARTE)
En el interior de la habitación hay una niña
sentada frente a un atril, con un violín.
Es Camila, la hermana menor de Paula y Javier, que tiene 13 años. Camila usa un
lenguaje tan perfecto que llama la atención para una niña de su edad y por
supuesto no pasa desapercibido a Pablo. Paula le aclara que es muy madura para
su edad, que es el orgullo de la familia y la única de los tres hermanos que ha
hecho las cosas bien. Ante el pedido de la niña de que se retiren porque debe
seguir estudiando, Pablo y Paula se alejan y regresan al salón. El joven le advierte que tiene muchas dudas de
que Javier haya sido el asesino y agrega que a medida que se va interiorizando
de la vida de Roberto Vanuzzi, nota que cada vez son más las personas que
seguramente se alegraron con su muerte; hasta cree que también ella podría
integrar esa lista, que sería también la de los posibles homicidas. Dos horas más tarde se despiden y Pablo se va,
pensando en todos los datos que ya tiene para tomar definitivamente una
decisión, sobre si aceptará o no ser perito de parte. Cuando va camino a la tranquera para abordar el
remise que lo estaba esperando, se encuentra con Camila y se detienen a
conversar. La niña le hace saber que lo conoce muy bien… sabe quién es e
incluso el motivo por el cual Paula lo ha ido a buscar desde un principio. Por
unos instantes queda pensativa. De pronto comienza a contarle a Pablo lo mucho que
extraña a su madre, que ha muerto cuando ella tenía tan solo cuatro años. Pablo
percibe la angustia que en ese momento embarga a Camila, mientras piensa en sus
hipótesis respecto a lo importante que es el lugar de la madre en los trastornos
esquizofrénicos. Le cuenta casi como en una confesión, que en el estuche de su
violín tiene guardada una foto de su mamá y sin proponérselo unas lágrimas
comienzan a mojarle el rostro. Compartía con ella el mundo del arte. Por un
momento Pablo se ve transportado a su niñez, cuando Camila le dice que llora a
solas porque al no estar su madre ya no tiene quien la contenga. Pablo recuerda
a su padre y hace un paralelo con el dolor que siente la niña y el suyo propio.
Habla de sus hermanos, del problema de Javier y la necesidad de Paula de
ocuparse de él, de Francisca, con quien no se relacionaba demasiado bien y
cuando le pregunta por su padre decide dar fin a la conversación. Se despiden; cuando Pablo se está yendo, Camila
le pide que vuelva en otra oportunidad, porque quiere hacerle escuchar el nuevo
concierto que está preparando. Es obvio que la niña se ha comenzado a abrir y
necesita continuar haciéndolo, por eso le pide que no la abandone. Pablo le
promete regresar, no sin antes solicitar la autorización de su hermana Paula. Mientras tanto en la clínica, el dr.Rasseri se
muestra muy preocupado por la reacción de Javier cuando despierte. Le preocupa
que el fiscal decida trasladarlo a una cárcel común hasta la finalización del
juicio. Piensa en la historia de esta familia y no entiende cómo una mujer como
Victoria Peña pudo casarse con un hombre como Roberto Vanussi. Se ocupó de sus
hijos, los educó y los protegió lo más que pudo, hasta que las fuerzas la
abandonaron y un cáncer puso fin a su vida en pocos meses. Pero antes de morir,
le pidió al Dr.Rasseri que no abandonara nunca a sus hijos. Rasseri se sienta junto a Javier pues sabe que en
cualquier momento puede despertar y quiere estar cerca suyo para contenerlo, si es necesario. Le toma la
mano y siente que los dedos de Javier se cierran en torno a los suyos. El
médico, silenciosamente, le da la bienvenida a este mundo. El Dr.Alberto Míguez, abogado de la familia Vanussi,
realiza una llamada telefónica e informa que Paula le ha pedido cambiar los
términos de la presentación y solicitar una prórroga al juzgado, porque el
psicólogo que debe oficiar como perito de parte no está convencido de que el
joven haya cometido el crimen y necesita tiempo para investigar. Quien está escuchando del otro lado, pone de
manifiesto un enojo tal, que intimida sobremanera al Dr.Míguez, quien tiembla
al punto que no puede sostener el teléfono. Luego, en tono calmo y relajado, le
sugiere convencer a Paula para que deje todo como está. Le dice claramente que
ejecute lo que acaba de escuchar o se verá obligado a elevar a sus superiores
la conversación mantenida. Antes de cortar le hace repetir dos veces el nombre
del psicólogo objeto del mal entendido. El abogado le dice claramente: Pablo
Rouviot. A las seis de la tarde Pablo está en su oficina,
con una lista enorme sobre su escritorio, de personas a quienes ha visto ese
día y de otras a quienes ni siquiera conoce. Cuando entra Helena decide ponerla
al tanto de todo lo que está ocurriendo. Su asistente lo disuade de proseguir, segura
de que se está metiendo en algo muy serio y le pregunta para qué le había
pedido el teléfono de su esposo Fernando. Pablo le aclara que se comunicó con
él porque tenía muchos contactos y él necesitaba a alguien que le abriera la
puerta de un despacho policial. Suena el teléfono. Es Paula que lo llama para
confirmar que ya había arreglado la reunión que le había pedido con Verónica, la
última amante de Roberto Vanussi y que lo pasaría a buscar a las 8 de la noche. Durante el encuentro que se prolonga por dos
horas, la joven les cuenta cómo había sido su historia con Roberto. Habló de su
enamoramiento y de las crueldades que había soportado por el amor que sentía
por él, hasta el momento en que le pidió de forma obsesiva compartir la cama
con otra mujer. Este hecho, sumado a otras cosas, hicieron que tomara la
decisión de no viajar a París como lo tenían planeado. Dejaron de verse por
unos días y ella decidió no contactarlo nunca más. No se volvieron a hablar y
terminó enterándose de su muerte por los diarios. Fue citada por la policía
como sospechosa pero todo acabó cuando se confirmó que había sido asesinado por
su propio hijo. Cuando abandonan la casa de Verónica, Pablo
acompaña a Paula hasta el auto y antes de partir le dice que quiere preguntarle
dos cosas: la primera es si se opone a que charle en algunas oportunidades con
Camila, porque le parece que lo está necesitando y a su manera se lo ha pedido.
Paula le promete pensarlo. Y la segunda, saber dónde estaba el día que mataron
a su padre. Paula le dice que esa pregunta no se la puede responder. Toma un taxi que lo deja en la esquina de su
casa. Alguien se le acerca para pedirle fuego. De a poco, el hombre
elegantemente vestido, comienza a relatarle pasajes reales de su vida. Pablo se
da cuenta que sabe demasiadas cosas de él, hasta que le confiesa que quedó
asombrado con la vista de los bosques que pudo apreciar desde el balcón y que
le cautivó el cuadro con la foto de la ola que tiene en el living. Siente un
estremecimiento pero intenta mostrarse sereno. Finalmente, tras las amenazas, le pide que siga
con su vida, que no interfiera en la culpabilidad de Javier y que no se mezcle
con cuestiones que no tienen nada que ver con su profesión. Le nombra a
personajes familiares: su padre, Paula y hasta a Alejandra, haciendo hincapié
en que se encuentra a mil km de distancia. Cuando sube al piso 18, entra a su departamento y
está todo impecable. Han hecho un trabajo perfecto pues no han dejado ni un
solo rastro. Ni siquiera se molesta en cerrar la puerta. ¿Para qué? Lo ocurrido lo ha dejado inmovilizado. Necesita
ordenar sus ideas. Se baña. Cuando está terminando de vestirse el timbre de la
puerta de arriba lo sobresalta, pero esta vez sabe que es el Gitano que ha
llegado con una botella de vino, pues lo ha llamado para que se llegara a su
casa lo antes posible y supone que les va a hacer falta. El Gitano conoce la
casa a la perfección. Dispone todo lo necesario en una bandeja la lleva al
living y se pone a mirar por la ventana. El Gitano insiste para que Pablo
abandone lo que está haciendo. Pablo admite que tiene miedo pero siente que si
lo hace no va a ser más él mismo, perdería el respeto por sí mismo. De pronto suena el teléfono. Es
el Dr.Rasseri que le avisa que Javier ha despertado. Queda en pasar a verlo el
día siguiente a las 11 de la mañana.
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