EL LLAMADO (PRIMERA PARTE)
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A las once de la mañana Pablo, que hasta esa hora
no había concurrido a su consultorio por estar en la clínica reunido con el dr.Rasseri, llama
por teléfono a Helena, su asistente, le pide que postergue todas las
entrevistas del día y que le pase el teléfono de su esposo Fernando. Helena, antes de cortar, le recomienda que se
cuide y Pablo siente una emoción que le sube del estómago a la garganta. Sus
palabras lo conmueven. Pablo llamó a Helena mientras se encontraba en un
café esperando a Luciana, la joven que unas horas antes estaba detrás del
mostrador de “Informes” en la clínica del Dr.Ferro. Cuando esa mañana ingresó a la clínica y se
presentó invocando su cita con el dr.Rasseri, percibió que la joven estaba un
poco nerviosa. Tras el saludo formal, ella le expresó la admiración que sentía
por él, sin dejar de aclararle que era una fiel lectora de todos sus libros. Le
contó también que se encontraba iniciando su carrera de psicología y que sus
teorías le parecían muy seductoras, todo esto refrendado más tarde por el mismo
dr.Rasseri, cuando la empleada se acercó con dos tazas de café. En la penumbra de la habitación donde se
encuentran ahora Pablo y Luciana, ella parece aún más hermosa que esa mañana. Arrodillada
desnuda sobre él, su pelo largo y rubio cae a los costados y le roza el cuerpo;
sus ojos parecen aún más grises. Ella sabe lo bella que es y se da cuenta que
él está conmovido. Pablo tiene la costumbre de controlar todo,
incluso en estos momentos, pero no quiere o no puede y decide entregarse. La
aprieta contra su cuerpo y tiene una sensación casi olvidada, hasta que el
grito que escucha ya no es el de Luciana. Abrazados y en silencio se emocionan.
Una lágrima de Luciana le moja la cara. O a lo mejor no sea ella. La joven se termina de arreglar y arrodillada
frente a él, que está sentado en el borde de la cama, le cuenta que tiene 28
años, que su nombre es Luciana Vitali, estudiante de psicología, oriunda de
Junín y que vive sola en Buenos Aires, donde vino hace 3 años a estudiar
psicología. Agrega que ingresó a trabajar en la clínica Ferro,
como secretaria privada del director, a través del conocimiento que tenía un
amigo de su padre, pero que ejerce su tarea tras el mostrador para tener
contacto con pacientes y familiares. Cuando Luciana le pregunta del porqué de su
presencia en la clínica, Pablo le cuenta que necesitaba conocer al paciente
Javier Vanussi, porque le habían ofrecido ser perito de parte y debía tener los
argumentos necesarios para demostrar la inimputabilidad del joven; saber cuál
era su estado en el momento del crimen. Ella le dice que, de acuerdo a la historia
clínica, su opinión es que se trata de un caso muy sencillo para un profesional
como él. Esto sorprende a Pablo, que momentos antes había
sido privado por el dr.Rasseri de ver la historia clínica del paciente. Luciana le cuenta entonces que ella es la
encargada de volcar las historias clínicas a los archivos computarizados que
permanecen guardados en la clínica y que como goza de la total confianza de los
dres. Ferro y Rasseri, posee también la clave para acceder a la
información. El silencio que siguió a estas palabras le
sugirieron a Luciana que Pablo le estaba pidiendo, sin decir nada, que le
consiguiera esos datos. Al darse cuenta, no pudo evitar sentir una gran angustia
y le dijo que le causaba una enorme desilusión ver que sólo la había llevado allí
para obtener información. Por toda respuesta, Pablo la tomó en sus brazos,
la tranquilizó, la besó y por un tiempo más, el mundo volvió a desvanecerse. A las 5 de la tarde Pablo llamó por teléfono a
Fernando, el esposo de Helena y se encontraron en la oficina. Aunque Fernando
no disponía de tiempo, no podía olvidar que Pablo la había rescatado a Helena
en un momento difícil de su vida. Las había cuidado, a ella y a su hija, les
había alquilado un departamento y hasta se había hecho cargo del pago del
colegio de la niña. Además gracias a Pablo, Helena y él se habían conocido. La reunión que le pidió con carácter de urgente
era porque quería saber qué le podía decir de Roberto Vanussi, además de que
era un mafioso, porque eso ya lo sabía. Pablo se dio cuenta de inmediato que el tema lo
ponía muy nervioso a Fernando y que evitaba encararlo. De a poco le dijo que, aunque no había pruebas,
Vanussi manejaba negocios de la noche… prostitución, drogas, juego y hasta
prostitución infantil…y que estaba arreglado con gente muy poderosa. No le
proporcionó ningún nombre, pero sí le dijo que los nombres llegaban más alto de
lo que pudiera imaginar. Finalmente Pablo le pidió un
último favor y la cara de Fernando se desfiguró. Buscó un papel, escribió algo
y se lo entregó doblado. Pablo le agradeció y se fue, pero mientras bajaba en
el ascensor se dio cuenta que se estaba metiendo en algo demasiado pesado.
Cuando llegó a la calle sintió la tentación de romper el papel, tirarlo y
olvidarse de todo, pero en lugar de ello, lo guardó, sacó el celular y realizó
una llamada.
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