Cuando meditamos pasa algo bastante
difícil de explicar... inmediatamente uno comienza a sentirse bien. Es como
fluir. Quien más quien menos hemos escuchado que es muy beneficioso meditar. La
mayoría intentamos hacerlo, relajándonos, pero por lo general nos quedamos
dormidos. Y la realidad es que nos pasa eso porque no lo sabemos hacer. Por eso
yo hoy les daré las indicaciones para su práctica.
Debes sentarte con la columna erguida,
cerrando los ojos y respirando profunda y lentamente por la nariz, mandando el
aire a la parte baja de los pulmones. Hay que sentir en el abdomen el
movimiento del aire.
Pensar una por una en las partes de tu
cuerpo y las vas relajando conscientemente empezando por los pies y hasta
llegar a la cabeza.
Después te concentras en el entrecejo, el
punto que está entre tus ojos, y en ese lugar visualiza una luz. Si no te
resulta fácil hacerlo puedes ayudarte con una vela. La enciendes y miras
fijamente la luz de la vela y después cuando cierras los ojos quedará allí la
imagen de la luz.
Lleva esta luz al centro de tu cabeza para
iluminar tu mente y que tus pensamientos sean siempre bellos y puros.
Lleva la luz a tus oídos para escuchar
siempre las cosas buenas. Luego a tus ojos y piensa en ver en las personas, en
la vida y en todas las situaciones, siempre lo bueno.
Luego lleva la luz a tu boca para que tus
palabras sean siempre las acertadas, puras y sagradas, pensando en que jamás
herirás o dañarás a alguna persona con una palabra tuya.
Llévala a tu nariz respirando
profundamente. Siente que inhalas la luz, que llenas los pulmones de luz y que
a partir de este momento cada vez que respires purificarás y sanarás tu cuerpo.
Llena toda la cabeza de luz, por dentro y
por fuera y comienza a bajar al cuello, llenándolo de luz. Baja a los hombros y
siente como se llenan de luz y se relajan todavía más.
Continúa hacia abajo. Ahora estás llenando
de luz tus brazos y manos. Pide que todo lo que hagas con tus manos sea para
servir a los otros, que ayuden y que nunca dañen.
Ahora baja a las piernas y pies. Llénalos
de luz pidiendo que siempre te lleven donde te necesiten y puedas servir.
Lleva la luz a tu abdomen y visualiza cada
uno de los órganos que se encuentran allí. Llénalos de luz y purifica y sana
cada uno de ellos.
Sube al centro de tu pecho y llena de luz
tu corazón, porque al llenarse de luz lo hace también de más amor.
Distribuye todo este amor desde tu corazón
a tus seres queridos, visualízalos llenos de luz y mándales todo el amor que
tienes para ellos.
Llena toda tu casa de luz y luego toda tu
ciudad. Visualiza también el país lleno de luz y luego todo el mundo. Finalmente
llena de luz todo el Universo y visualízalo y siéntete que tú eres parte de él.
Ya no hay diferencia entre el Universo y tú. Todo es luz y amor. Todo es Uno.
Fuente: Revista "Una vida mejor".
Elsa Inés
Bernardi Semino
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