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Se trata de dos extremos peligrosos. O chicos de 10 a 13 años con conductas exclusivas de la adolescencia, que salen a bailar a la matiné, ya probaron el cigarrillo, toman alcohol y hasta algunos de ellos ya han tenido alguna experiencia sexual... o jóvenes de más de 20 que continúan viviendo con sus padres, la mayoría sin estudio ni trabajo fijo, muy cerca de cumplir los 30 y cursando un secundario eterno
Esta tendencia se está dando a nivel mundial, Según la Organización Mundial de la Salud, la adolescencia propiamente dicha va de los 14 a los 19 años... ni antes, ni después.
En los dos extremos los problemas son parecidos: conductas de riesgo que se relacionan con el alcohol, el uso de otras sustancias o el peligro de probarlas generando una adicción que después se hace tan fuerte que es difícil de abandonar.
La consecuencia de esto es: que tienen relaciones sexuales sin protección, proliferan las enfermedades de transmisión sexual, los embarazos no deseados, accidentes de tránsito y situaciones de violencia callejera.
En los niños más chicos, la permisividad de los padres sueltan lazos precozmente dándoles una independencia que no se puede sostener saludablemente a tan temprana edad.
En los más grandes, los padres padecen el "síndrome del nido lleno". Tienen hijos que no se van de la casa paterna a pesar de estar en edad de hacerlo e incluso hasta de formar una familia propia. Tolerar esta situación en exceso, perpetúa la adolescencia en el tiempo.
¿Cuál sería la solución? Poner límites... pero además, un Estado que genere oportunidades de trabajo y fomente el desarrollo infantil y juvenil.
Los niños precisan límites para que la autoridad paterna haga que crezcan más cuidados y seguros. Los más jóvenes los necesitan para aprender a responsabilizarse y empezar a llevar las riendas de su propia vida.
Para llevar esto adelante, no se pueden esperar decisiones sociales ni políticas que, aunque son indispensables, no les resta responsabilidad a la familia, respecto de lo que sucede en cada hogar, puertas adentro. Todas estas son tareas familiares.
Elsa Inés Bernardi Semino
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