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lunes, 12 de agosto de 2013

CINCUENTA SOMBRAS LIBERADAS - ULTIMO CAPITULO

 
 


Son las siete y cuarto. Despierto sobresaltada. Christian ya no está en la cama. Me baño y arreglo para ir a trabajar. Cuando bajo Christian está desayunando. Cuando me ve me recuerda que la doctora me había recomendado una semana de reposo. Insiste en que no debo ir y me recuerda que el viaje a Taiwán lo ha hecho otra persona para poder dedicarse él a mi cuidado. Para no dejarme sola, tampoco irá a la oficina y en cambio decidimos escaparnos a mirar cómo está quedando nuestra nueva casa.
Tras una curva del camino, allí la tenemos. Está llena de andamios y muchos trabajadores con cascos están sobre el tejado. Christian lo llama a Elliot, su hermano, que es el arquitecto encargado de nuestra casa. Cuando se acerca nos da un casco a cada uno para que usemos mientras permanezcamos allí. La vista que se aprecia desde la terraza, es impresionante. Bajamos y salimos a disfrutar de la cálida tarde de otoño.
Mientras estamos tirados en el pasto disfrutando del picnic que hemos improvisado, suena el celular de Christian. La cara se le transforma. Hace un llamado y pregunta cuántas acciones tienen de Maderas Lincoln. Luego de la respuesta pide que consoliden todas las acciones dentro de la empresa Grey y que despida a toda la junta, excepto el presidente. Luego me dice que se acaba de enterar que quien pagó la fianza de Jack Hyde fue el ex marido de Elena. Entonces me cuenta que cuando él tenía veintiún años, Linc, el entonces esposo de Elena, le dio una paliza a ella porque se estaba acostando con él, que le rompió cuatro costillas, el brazo izquierdo y la mandíbula. Ahora me acabo de enterar que pagó la fianza del hombre que intentó matarme, que raptó a mi hermana y que fracturó el cráneo a mi esposa, así que es motivo suficiente para vengarme de esa persona. No acostumbro a vengarme de la gente pero esto me ha sobrepasado. Lo destrozaré, a él y a su empresa, en sus propias narices y luego venderé lo que queda al mejor postor para que caiga en bancarrota.
Me abraza y acaricia mi cabeza.
EPILOGO - Mayo de 2014 en la casa grande
Acostada en el pasto sobre nuestra manta de picnic, observo el cielo azul claro del verano. A mi alrededor, las flores del prado y la verde hierba. Esto es maravilloso.
Recuerdo nuestra última noche en el departamento donde vivíamos. Estoy de pie, mis ojos están tapados y estoy esposada en la rejilla de nuestro cuarto de juegos. Las ataduras están por sobre mi cabeza y pido por favor... Christian acaricia mi piel enrojecida y lo hace muy suavemente. ¡Qué feliz me hace mi Cincuenta Sombras! Me arranca el antifaz. Sus manos sueltan las esposas para liberarme. El placer es agudo y dulce. Entorno los ojos y lo miro y él devuelve mi mirada. Vamos, Ana!... y gritando su nombre exploto a su alrededor. Luego, la nada misma...  Christian permanece acostado a mi lado acariciando mi vientre y preguntando por nuestra hija.
Estoy durmiendo y me sobresalta un grito de júbilo de nuestro niño y no lo veo ni a él ni a su padre, pero igual sonrío porque los imagino. Se han levantado de la siesta y están retozando en el parque. Estoy tirada en la hierba, que casi me tapa y los espío. Me sorprende el enorme parecido de Teddy a su padre y sólo tiene dos años... ¡Mami! me llama... y cuando me descubre se tira encima mío. Su padre lo reprende para que tenga cuidado para no lastimarme. Christian me acaricia el vientre y me pregunta por nuestra hija.
Oímos detrás nuestro la voz de Sophie, la hija de 10 años de Taylor, que nos saluda cordialmente y nos pide autorización para dar un paseo con Teddy. Le he propuesto a Christian ponerle el nombre Ella a la niña, que era el nombre de su madre biológica. Christian se niega rotundamente porque quiere dejar su pasado completamente atrás.
Estoy fuera de la habitación de Ted, viendo cómo su padre le lee un cuento. Por un momento recuerdo el día que nació y la cesárea de urgencia después de quince horas de trabajo de parto para intentar su nacimiento de forma natural. Me llevan corriendo por el pasillo. Estoy tan cansada... Veo a Christian tenso y preocupado... pero porqué? y enseguida un grito penetrante y al instante vuelve Christian con nuestro hijo envuelto en una tela azul. Con sus ojos llenos de lágrimas, me lo entrega en los brazos y me dice: gracias Ana. Aquí tienes a tu hijo Theodore Raymond Grey.
La pregunta de Christian me saca de mis recuerdos y me dice que en esta oportunidad la cesárea será programada, porque no quiere volver a pasar la angustia vivida con Teddy y que la niña se llamará Phoebe... y ambos estamos de acuerdo en que Phoebe Grey será el nombre de nuestra hija.
Cuando levanto mis ojos veo el sol poniéndose detrás de la península. El atardecer es simplemente maravilloso. Cuando se lo digo a Christian,  me toma en sus brazos y me da un beso suavemente... sí, Ana, es una preciosa vista. Mi vista favorita. Es nuestro hogar, Anastasia.
 

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