¿Qué es el ACV? El accidente cerebrovascular es un problema neurológico producido por la obstrucción o ruptura de una arteria cerebral. Puede tratarse de un accidente isquémico, que es el más frecuente o hemorrágico.
Un accidente hemorrágico puede comenzar con un fuerte dolor de cabeza seguido por un desmayo y dejar sin movilidad el brazo y la pierna de uno de los lados del cuerpo, con más alguna lesión cerebral que puede provocar estado de coma.
En el accidente isquémico, en cambio, los síntomas aparecen de golpe: adormecimiento del rostro, brazo y pierna, generalmente todo del mismo lado, dificultades para tragar, hablar, problemas visuales, pérdida de equilibrio, vértigo, mareos, trastornos abruptos del carácter, olvidos y hasta alteraciones del juicio.
Para reducir los daños, hay que detectar los síntomas y realizar la consulta médica rápidamente.
La herramienta para su diagnóstico y determinación del tipo y localización del ataque, es la tomografía computada o resonancia magnética del cerebro.
En la actualidad es posible saber si una persona tiene predisposición a sufrir un ACV, mediante la realización de diferentes estudios, tales como: las angiografías por resonancia, el cateterismo o las tomografías, que permiten ver si las arterias están obstruídas o tienen malformaciones. Además se completa el estudio con un ecocardiograma para verificar si no se visualizan trombos en la estructura del corazón y se lo monitorea mediante un holter para detectar eventuales arritmias.
En los casos de accidente isquémico, hay una medicación que ayuda a disolver los trombos y que, aplicada dentro de las cuatro horas de iniciado el episodio, disuelve el coágulo que está tapando la arteria y aumenta en un 50% las chances de mejoría, Es una medicación fibrinolítica compuesta por la droga rtPA. Pasado el tiempo mencionado (de 4 a 4,30 hs) el infarto producido ya es irreversible y los riesgos de secuelas y complicaciones aumentan.
El tratamiento con rtPA requiere una evaluación médica previa, consistente en exámenes clínicos, de laboratorio, radiografía de tórax, electrocardiograma e imagen del cerebro.
Es importante saber que el ACV es la primer causa discapacitante en los adultos, pudiendo ser letal si las lesiones son grandes, comprometen centros reguladores de la respiración, la frecuencia cardíaca y la presión arterial o aumentan la presión dentro del cerebro.
El mayor factor de riesgo es la presión alta. Su control reduce el riesgo un 40%. Pero también la diabetes, el colesterol, el sedentarismo, el cigarrillo, el consumo de drogas, la obesidad, el alcoholismo y en general las dietas ricas en hidratos de carbono y grasas pueden incidir en la formación de trombos.
Hay también un factor, tal vez el más importante pero inmodificable, que es la edad. El riesgo aumenta a partir de los 55 años y cada década más, el factor riesgo se duplica, pero también se puede dar en gente joven.
Pueden existir ataques cerebrales isquémicos transitorios, que duran menos de una hora y desaparecen totalmente. Sin embargo hay que hacer una consulta urgente porque puede ser la señal de un nuevo ataque permanente.
El ACV puede producirse por infartos pequeños por hipertensión crónica, por coágulos originados en el corazón que llegan al cerebro y también por el depósito de calcio, colesterol y fibrina en las grandes arterias.
La rehabilitación se inicia cuando finaliza el ataque y el paciente ya está estable y medicado.
De hecho la recuperación depende totalmente de la extensión de la lesión cerebral sufrida y más aún del tiempo transcurrido desde el episodio.
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