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sábado, 10 de agosto de 2013

CINCUENTA SOMBRAS LIBERADAS - CAPITULO 23-24



 




Cuando despierto estoy en la habitación limpia y estéril de un hospital. Está encendida sólo la luz de emergencia. Cuando muevo el brazo, Christian, que está dormido reclinado sobre mi cama, despierta sobresaltado. Necesito ir al baño y Christian se empecina en ser él quien me acompañe. Finalmente la enfermera logra disuadirlo. Pregunto por Mía y me dicen que se encuentra a salvo gracias a mí. Christian me cuenta que Elizabeth, la encargada de personal de la empresa, la raptó a Mía en el gimnasio para pedir rescate en combinación con Jack Hyde. Me increpa por todo lo que hice pero necesito que entienda que lo único que buscaba era rescatar sana y salva a Mía, porque tenía miedo que la violara y la matara, ya que esas eran las amenazas de Jack. Finalmente me dice que ambos están ya bajo custodia policial. Le pido a Christian que se acueste a mi lado. Él sube cuidadosamente y me rodea con sus brazos para no hacerme daño. Pienso en porqué Jack hizo lo que hizo.
Cuando me despierto a la mañana siguiente Christian ya no está a mi lado y tampoco en la habitación. Viene a visitarme el padre de Christian. Cuando se va me levanto para ir al baño. A poco de entrar siento la voz de Christian llamándome y le aviso que me encuentro en el baño. Cuando salgo lo veo con una bandeja en la mano y mi desayuno. Mientras desayuno hablamos de nuestro bebé. Lo veo muy entusiasmado pero con temores. Los dos tenemos temores. Lo aliento diciéndole que será un excelente padre. Sabemos que lo ideal hubiera sido esperar un poco, pero Dios así lo ha querido y debemos darle al niño nuestra bendición.
Mientras desayuno Christian me lee el artículo del diario sobre Jack y Elizabeth. También comentan que Jack y yo estamos en el mismo hospital... y la verdad que eso no me gusta demasiado.
Llaman a la puerta... es el detective Clark que sólo ha venido a preguntarme acerca de los acontecimientos pasados. Christian le pregunta quién pagó la fianza de Jack para que pudiera salir en libertad, pero le dice que se trata de un informe confidencial.
Luego de un exámen la Dra.Singh me da autorización para retirarme a casa finalmente. Antes de irnos pasamos por la habitación de Ray, mi padre, a saludarlo y a contarle que próximamente lo convertiremos en abuelo. Pero inesperadamente Ray está enojadísimo conmigo por todo lo que ha pasado y se despacha a gusto regañándome por la conducta irresponsable que he tenido. No obstante, le doy las gracias por haberme enseñado a disparar. Gracias a eso he podido herir a Jack en la rodilla y derribarlo.
Cuando llegamos a casa Christian me ayuda a desvestirme y me acomoda en nuestra cama. En un momento le digo a Chris que no puedo entender porqué Elizabeth actuaba en conjunto con Jack.
Me dice que él sí lo sabe porque se lo ha contado el detective Clark. Jack guardaba videos teniendo relaciones con todas las chicas de mi empresa y los usaba para chantajear a todas y cada una de ellas.
Jack se va a trabajar a su estudio y yo dormito un rato. Cuando despierto lo veo sentado a mis pies con la cara desencajada. Me cuenta que ha venido el oficial a verlo y le ha contado que al morir su madre biológica, fue a vivir con una familia sustituta, pero que él no recuerda nada de eso. Sin embargo le ha dejado una foto y en ella está junto a dos niños más grandes que él y sus padres sustitutos. Uno de los hermanos es Jack y Christian cree que Jack lo odia porque podría haber sido él el elegido por la familia Grey. Decide que sólo sus padres actuales podrán dar claridad a sus pensamientos ya que no recuerda absolutamente nada.
Luego de la reunión que mantiene con ellos y ya en nuestra habitación, se acomoda a mi lado y me cuenta que vivió dos meses en casa de los Collier mientras los Grey esperaban el papeleo para la adopción. Recuerda que lo llamaban pajarito y que ese nombre había salido de un libro que la señora Collier le leía por las noches. El libro se llamaba ¿eres tú mi mamá?"
Luego se acomoda y me dice que me va a contar otro cuento... y comienza diciendo: imagínate un joven de quince años que deseaba ganar un poco de dinero para poder continuar con su adicción secreta: la bebida. El señor Lincoln, nuestro vecino, estaba refaccionando su casa y me ofrecí para limpiar todos los escombros que habían quedado en su patio. Era un trabajo agotador. De la nada apareció la señora Lincoln ofreciéndome un vaso de limonada. Nos pusimos a charlar. Ante un comentario un tanto atrevido que le hice, ella me dio un fuerte cachetazo, pero después me besó y luego me dio nuevamente un cachetazo. Nunca nadie me había pegado ni besado así. Luego se fue a la casa como si no hubiera pasado nada. Yo quedé desconcertado y continué con mi trabajo. Al irme, ella me pidió que volviera al día siguiente. Cuando me besó no me tocó. Yo estaba muy enojado. No tenía amigos. Mi familia no me entendía. El terapeuta que me trataba tampoco. Yo no soportaba que nadie me tocara. Me trenzaba en peleas muy duras, pero creo que era mi forma de desahogarme. Era la única forma de tolerar un poco de contacto físico. Bueno Anastasia, te voy a ahorrar todos los detalles, pero al día siguiente fue todo más de lo mismo y así empezó la relación.
Cuando era joven ella era el centro de mi mundo y fue ella quien me ayudó a dejar la bebida. Me obligó a terminar el colegio. Yo crecí pensando que era un marginado y entendía que me merecía que me pegaran. Ella canalizó mi furia. Es más fácil sacar el dolor que conservarlo dentro...
Pero todo eso cambió cuando te conocí. Cuando me enteré del embarazo me volví loco. Caminé y caminé y llegué al salón de Elena. Le conté que querías tener hijos. Ella se disculpó por lo que había pasado la última vez que nos habíamos visto. En un momento me tocó el brazo y me propuso tener sexo, pero cómo habrá sido la cara que yo puse que inmediatamente de haberlo dicho me pidió perdón. Le dije que yo te quería mucho,... muchísimo. Ella simuló que me lo había dicho en broma y al rato se fue y yo me quedé solo terminando la botella de whisky. 
Y así, abrazados como estábamos mientras me contaba el cuento, nos quedamos dormidos.

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