La palabra aburrimiento se usa para describir un estado emocional relacionado con la desocupación durante nuestro tiempo libre.
A pesar de que se lo suele vivir como algo negativo, ese "no hacer nada productivo en el tiempo libre" puede transformarse en algo entretenido y agradable si lo usamos para impulsar nuestra creatividad e ingenio.
En principio, la soledad nos abre el camino a nuestra intimidad y al autoconocimiento y podemos conectarnos con nuestros propios pensamientos y sensaciones, lo que favorece nuestro crecimiento personal.
Lo más común en este sentido son las quejas de los niños, sobre todo los fines de semana.
La mejor forma de ayudarlos es proponerle alternativas, invitándolos a pensar y a ser creativos.
Lo que no debe hacerse, es llenarlos de actividades ni trabajar con ellos, porque hacer esto les impide explorar su creatividad y aprender a manejar la frustración.
Los niños deben aprender que pueden combatir solos el aburrimiento y sin enojarse.
Por otra parte, es necesario que experimenten aburrimiento, porque es la manera de aprender a no verlo como algo malo y a combatirlo sin la ayuda de nadie.
Guiar a los niños en estos casos, no quiere decir sentarse con ellos a jugar; todo lo contrario. Lo ideal es darles ideas teniendo en cuenta los gustos e intereses de ellos, pero mantenerse al margen y dejarlos solos. Si se hace lo contrario, el tiempo vacío será llenado por el adulto y el niño perderá la oportunidad de realizar su propia búsqueda.
Para los que saben, el aburrimiento, lejos de ser una condena, es un motor de la creatividad, entretenimiento e imaginación.
Aprovecharlo de esta manera dependerá del niño pero, sobre todo, de la actitud de los padres, que deberán elegir entre facilitarles una chispa para encender el fuego o prenderles la fogata para que no se quemen.
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