La primera colisión en órbita entre un dispositivo de vigilancia ruso y un satélite de comunicaciones, obliga a controlar la seguridad espacial aérea.
El debate comenzó en febrero de este año con la colisión del satélite de comunicaciones Iridium 33, de la empresa Motorola, sobre el cielo de Siberia, con el aparato ruso militar Kosmos 2251.
El impacto dejó a la deriva una estela de residuos, estimados entre 500 y 600 fragmentos, algunos de ellos de 8 cm de diámetro.
El hecho ocurrió a 790 km de altura. Por ahora, según dicen, no son una amenaza para la Estación Espacial Internacional que está orbitando a 350 km de ls superficie terrestre.
No obstante, deben calcularse las trayectorias de cada fragmento para evitar futuros accidentes y todavía no ha sido descartado el telescopio espacial Hubble, como un blanco potencial.
El Iridium 33 pesaba 560 kilos, formaba parte de una red de 66 satélites y había sido lanzado en 1997.
El Kosmos 2251 pesaba 900 kilos y se lanzó en 1993, pero se abandonó el proyecto dos años después.
Este hecho es el más grave ocurrido desde que China destruyó, en el año 2007, uno de sus equipos de vigilancia para probar un misil antisatélites.
En la actualidad el SSN catalogó 18.000 objetos orbitando la Tierra sin control.
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