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miércoles, 3 de febrero de 2016

DISCERNIR ES UNA CAPACIDAD QUE NOS AYUDA A CRECER



Existen dos caminos a seguir a medida que crecemos: uno sería repetir las reglas, conductas y sentencias que nos enseñaron como correcto o bueno y otro es desafiarnos a discernir personalmente y basándonos en nuestra propia experiencia, qué es, en cada momento, lo que más nos conviene hacer para obtener buenos resultados.
Discernir es tener la facultad de distinguir una cosa de otra, es tener pensamiento crítico. Es lo que diferencia la sabiduría de la ignorancia, por lo tanto, aplicarlo en todos sus aspectos a la vida diaria, es uno de los desafíos más productivos e interesantes.
Para comenzar, podríamos decir que un gran discernimiento podría ser distinguir entre lo bueno y lo malo. Otro podría ser diferenciar lo justo de lo injusto. Podríamos seguir, distinguiendo lo esencial y lo accesorio, lo verdadero y lo falso, lo egoísta y lo altruista, lo útil y lo inútil.
Estas acciones están directamente relacionadas con nuestras vivencias, porque las decisiones son acciones, transformadas de acuerdo a nuestros pensamientos.
Por ejemplo, si consideramos que para ser feliz hay que tener dinero y poder, no veremos que en la vida hay muchísimas otras cosas para disfrutar, más importantes que eso. 
Ser compasivo con uno mismo, atenderse, cuidarse, alimentarse con comidas sanas, descansar bien, higienizarse, es discernir entre lo más o menos conveniente.
Hay que diferenciar entre los deseos constructivos y los que no lo son. Desear cosas puede ser bueno porque nos motiva a lograr algunas metas, pero no debemos intentarlo a cualquier costo. Hay que tener cuidado de no caer en la intolerancia, la avaricia, la envidia, la ira o la codicia de bienes ajenos. 
No debemos creernos ni por encima ni por debajo de los demás. Son dos polos opuestos. En uno impera el orgullo y en el otro la baja autoestima y cualquiera de los dos extremos impiden nuestro crecimiento. Debemos buscar un equilibrio entre lo que somos y lo que nos gustaría ser y para ello hay que aceptar las limitaciones que uno tiene y aprovechar al máximo nuestras capacidades. 
Por eso es indispensable distinguir entre lo importante y lo secundario, porque nuestras conductas y acciones las haremos de acuerdo a ello y así nuestras experiencias podrán ser satisfactorias o frustrantes.
Se podría afirmar que un buen discernimiento se basaría en no causar daño a ningún ser viviente y estar alerta para ayudar a quien lo necesite, si se presenta la oportunidad. 
Las tres cualidades indispensables para enfrentar la vida diaria, con aceptación y paz, son: la voluntad, la sabiduría y el amor. Si intentamos hacer y dar siempre lo mejor de nosotros mismos, construiremos el bienestar nuestro y el de todos aquellos que nos rodeen.
Fuente "Vivir mejor"
                                                                                                     Elsa Inés Bernardi Semino

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