Aunque la creencia general es que se convierte a los perros en adictos a las sustancias que buscan, lo real es que cuando están rastreando droga lo que están haciendo es buscando un juguete.
El entrenamiento consiste en pedir que deben encontrar un muñeco de trapo o un señuelo y luego darles premios cuando los encuentran.
Si fueran convertidos en adictos ellos también padecerían el síndrome de abstinencia y estando en ese estado no tendrían la suficiente concentración y además podrían ser agresivos.
Además, una vez saciada la necesidad de la droga, no estarían en condiciones de realizar nuevas búsquedas, siendo, por otra parte, altísimo el costo de mantenimiento de cada animal.
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