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lunes, 1 de julio de 2013

SEXUALIDAD DESPUES DE LOS 40 AÑOS (Y ALGUNOS DE MATRIMONIO)




 
 


Las quejas por lo general son siempre más o menos las mismas. Problemas en el vínculo y en el sexo... y entonces nos empezamos a preguntar qué sentido tiene ahora la vida.
Nos damos cuenta que hemos cambiado. Engordamos, la ropa de años atrás ya no nos entra, nuestra cintura de avispa ya no es ni la sombra, tenemos algo de celulitis y tal vez pancita. Por otra parte, no tenemos ganas de hacer nada para mejorar. Ir al gimnasio casi siempre es imposible porque no dan los horarios y llegamos cansados. Estamos hambrientos y picar cualquier cosa antes de cenar es lo que más nos gratifica.
Pensamos que cuando nos casamos nuestra relación sexual era espléndida y lo hacíamos en cualquier lado y a cualquier hora, pero ahora... están los chicos, estamos cansados, y hasta nos falta motivación. 
Sabemos que nos amamos, pero falta algo que le ponga condimento a nuestra relación.
Entonces empieza a trabajar nuestra cabeza... Ya no le gustamos más a nuestra pareja, porque ya no somos la persona de la que él o ella se enamoró.
Y empezamos a pensar en qué es lo que pasó...  y nos justificamos diciendo, que placer también es disfrutar una buena comida, es estar sentados juntos mirando la tele o conversando, es darnos ciertos permisos que lamentablemente a la larga se traducen en la pérdida de nuestra silueta y a veces de nuestra salud.
Desear bajar de peso a los 40 años no es ya lo mismo que cuando lo hicimos a los 20, que con una dieta reducida en calorías en poco tiempo vimos los resultados. Nada que ver!
La novelita rosa, el erotismo y toda la pasión que desplegamos al comienzo cuando nos conocimos, ya dejó de ser novedoso y se transformó en algo sino rutinario, por lo menos acostumbrado. Es ahora cuando tenemos que empezar a remar para fabricar cosas diferentes y recrear y recrearnos a nosotros mismos.
Vivir cada día como si fuera el primero y que los años pasados sólo sirvan para aprovechar de ellos la experiencia que nos dejaron.
Permitirnos cosas que en algún momento pensamos que eran ridículas, pero que ahora nos sirven para experimentar e innovar.
La forma de hacer el amor empieza a cambiar. Ya no es el acto desenfrenado por llegar al orgasmo como un adolescente. Se hace el amor por el amor mismo y les aseguro que es muchísimo más placentero. El juego sexual es la parte más linda de la relación. Es el momento que tenemos para decirle a nuestra pareja, con el cuerpo, lo mucho que lo deseamos y que lo amamos.
Ya somos adultos. La inhibición dejó pasó al sinceramiento y ya podemos hablar con más soltura y menos timidez, dejándole saber al otro lo que queremos y todo lo que estamos dispuestos a dar.
No se trata ya de una competencia, se trata tan solo de un juego muy placentero, que cuando aprendemos a jugarlo nos damos cuenta de las enormes variantes que podemos hacerle y de todo lo que nos estuvimos perdiendo hasta ese momento.

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