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martes, 9 de julio de 2013

EMOCIONES REPRIMIDAS

 
 


Las emociones, aunque uno evite expresarlas, no desaparecen... en todo caso se transforman. Cuando las ignoramos, explotan donde quedaron encerradas... en el cuerpo.
En general se da más jerarquía a la razón que a las emociones, que pasan a ocupar un papel secundario. Evitamos expresarlas... sobre todo las consideradas negativas.
Casi siempre nos amoldamos, en lo que se refiere a la expresión de nuestras emociones, a los parámetros impuestos por la sociedad.
Un ejemplo sería cuando se dice que la mujer siente y que el hombre piensa; que no debe llorar, que tiene que superar la tristeza, no debe quejarse ni tampoco tener miedo porque sino es catalogado como cobarde, etc.
Aunque se tenga esa concepción y a veces se actúe de acuerdo a esos cánones, las emociones existen y están presentes en todos los seres humanos y no se las puede ignorar ni negar porque son parte de nuestra vida.
Cuando hablamos de emociones, nos referimos a estas cinco, que son las básicas: alegría, tristeza, amor, rabia y  miedo.
Cuando sentimos alguna de esas sensaciones respondemos en consecuencia. El dolor nos dice claramente que hay una herida, el enojo señala que nuestro límite fue sobrepasado, el miedo aparece en una situación de peligro, la tristeza se manifiesta ante una pérdida, la impotencia es la incapacidad para realizar un cambio, el placer nos permite darnos cuenta de qué es lo que nos satisface, la frustración nos dice que no hemos podido lograr una expectativa, la confusión expresa que los datos que manejamos son contradictorios. O sea... cada una de ellas claramente significa algo, razón por la cual no la podemos ignorar. Tenemos que intentar enfrentarlas y resolverlas... exteriorizarlas. Si las reprimimos obligamos al inconsciente a mantenerlas ocultas y saldrán en algún momento por sí solas y tal vez no de la mejor manera.... explotarán en el organismo.
Pueden manifestarse como enfermedades cardiovasculares, digestivas, dermatológicas, inmunológicas, hormonales. También puede ser con problemas emocionales o psicológicos. Puede sobrevenir angustia, sentimientos de culpa, miedos, depresión, trastornos en la alimentación, adicciones, dolores...
Resumiendo, mantener sepultadas las emociones será siempre perjudicial para la salud, porque siempre permanecerán vivas en nuestro interior.
Cuando las emociones de dolor se reprimen, se nos hace imposible expresar las alegrías. Además el cerebro produce neuropéptidos que dañan el funcionamiento normal del sistema inmunológico, neurológico y hormonal. Obviamente esto trae como consecuencia la presentación de enfermedades diversas.
Por todo lo dicho, si se presentan síntomas clínicos de dudosa o clara explicación, no olvidemos tener muy en cuenta el mundo emocional del paciente, porque tal vez sea la brújula que nos permita encontrar el camino de la verdad. 
 

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