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jueves, 11 de julio de 2013

EL CUIDADO DE FAMILIARES ENFERMOS


 
 


Las personas que tienen a su cargo cuidar familiares enfermos, suelen padecer un estrés que a la larga les produce severos trastornos. Cuando a uno le cabe la responsabilidad de esta tarea, tiene que empezar por cuidarse a sí mismo al tiempo que cuida al paciente, para evitar caer en esto.
En algunos países más avanzados a las personas que se ocupan de esta tarea, los entrenan formalmente, con el objetivo de lograr dos cosas bien definidas: hacer que la ayuda que se le presta al necesitado sea óptima y aprender a hacerlo sin que esta tarea nos haga daño. Hay muchísimos países que esto no lo tienen ni siquiera en cuenta.
Si no se toman los debidos recaudos, la situación de estrés en la que se puede caer, puede provocar estados de depresión, ansiedad o tantos otros, que después resulta difícil y a veces hasta imposible remontar.
La mayoría de las personas que se ocupan de cuidar enfermos, carecen de ayuda para llevar a cabo su misión. El costo emocional, físico y financiero suele ser muy alto y si el responsable en algún momento se desborda por falta de contención o apoyo, se acentúa la deficiencia que se puede producir.
Atender a un familiar con problemas psiquiátricos prolongados, puede generar muchas consecuencias. Básicamente, trastornos familiares.
Casi siempre el cuidado recae en manos de una mujer, que además del esfuerzo que ello le implica debe cargar a veces con las opiniones o desacuerdos del resto de los familiares que, de hecho, a veces, no colaboran más que para la crítica.
Otra consecuencia son los problemas económicos, ya sea porque la enfermedad invalida al paciente a continuar trabajando o por el costo de los medicamentos y gastos afines que la enfermedad requiere. Es probable la aparición de emociones encontradas; por un lado la alegría que nos embarga poder ayudar a quien nos necesita y por otro la tristeza, soledad, impotencia o culpa contra la que no podemos luchar, que esa misma situación nos produce. 
No son ajenos tampoco los problemas laborales. Quienes están en esta situación se sienten culpables por tener que dejar en estado de semiabandono al enfermo para cumplir con las obligaciones, que por otra parte son ineludibles.
No tener tiempo para el esparcimiento lo que, a su vez, nos genera bronca, por pensar así.
Mucho sentimiento de culpa si llega el caso de tener que proceder a la inevitable internación del familiar enfermo, por vernos superados en nuestra capacidad de cuidado.
Llegado el caso, prestemos atención a cualquiera de estos síntomas: problemas para dormir, cansancio, comer demasiado, tomar alcohol más que lo habitual, fumar mucho, consumir tranquilizantes, dificultad de concentración, falta de interés, malhumor, nerviosismo, falta de deseo sexual, irritabilidad o conflictos con quienes los rodean, llámese familiares, compañeros de trabajo o parejas.
Por último, no olvidemos nunca que la caridad bien entendida empieza por casa; por lo tanto, si estamos dispuestos a hacernos cargo de una situación de este tipo, debemos saber primero cómo está nuestra estabilidad emocional, para que no nos afecte y de esta forma ser un verdadero apoyo y no una carga para el enfermo.
 

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