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martes, 28 de mayo de 2013

EL SECRETO DE LA NOCHE (PARTES XI-XII y XIII)









Actualmente vivo en Atlanta. Vivo en un departamento pequeño de 3 ambientes, que sin darme cuenta lo amueblé de forma muy similar a la casa donde había vivido con mis padres.

Mi padre, 3 años después del divorcio, volvió a contraer matrimonio. Yo lo había visto hasta entonces sólo dos veces y nunca más volví. Poco después me escribió para contarme que habían tenido un bebé. Finalmente tenía el hijo varón que tanto había deseado, el que yo debía haber sido. Edward, ese era su nombre, ahora tendría unos 17 años.

La última vez que contacté con mi padre fue al morir mi madre, para avisarle que mis deseos eran que sus cenizas  descansaran en la misma tumba que Andrea. Aceptó mi pedido y me invitó a su casa, cosa que decliné absolutamente.

Cuando finalicé mi almuerzo todavía me quedaba toda la tarde libre para dar vueltas por el pueblo. La cita que tenía con un tal Martín Brand, de la junta convocada para otorgar la libertad condicional, era recién para las 10 de la mañana del día lunes. Tenía que convencerlo de que Rob no podía ser dejado en libertad, aunque ya mi jefe me había anticipado que era altamente improbable que hicieran lugar a mi petición.

Cuando llegué al hotel tenía un mensaje de mi jefe. Lo llamé de inmediato y me dijo que se habían enterado a través de un mensaje recibido por teletipo, que la familia Westerfield, padres de Rob, darían una conferencia de prensa en quince minutos y me pidieron que aprovechara para cubrir la nota, ya que por suerte me encontraba en el lugar. Agregó que Will Nebels, interrogado cuando asesinaron a Andrea, declaró que había visto a Paulie en el coche de Rob, la noche del asesinato. Entró al garaje llevando algo en la mano y unos minutos después salió rápido, subió al auto y se fue. Aclaró que no lo había contado antes por temor a que lo inculparan del crimen. Contó también que estaba en la casa de la abuela de Rob haciendo reparaciones. Entró al dormitorio principal, cuyas ventanas miran al garaje, con la intención de buscar y robar algo de dinero y al abrirse la puerta del auto pudo ver claramente la cara de Paulie.

Para mí esa historia era mentira pero acepté cubrir la nota.

La conferencia de prensa tendría lugar en las oficinas del abogado defensor de la familia Westerfield. Cuando Hamilton, el abogado, se puso de pie, a sus lados estaban el padre de Rob y Will Nebels, el testigo presencial de esa historia.

Fue objeto de numerosas preguntas. Nebels declaró que esa noche había cenado en el restaurante, donde había bastante gente que lo había visto y luego se había ido para su casa. A continuación contó la misma historia que me había contado mi jefe la noche anterior.

A continuación comenzó a hablar el padre de Rob, diciendo que ese día estaba allí porque iban a otorgarle la libertad condicional a su hijo, pero que frente a la declaración del testigo que acababan de escuchar pedirían nuevo juicio en busca directamente de la absolución, esperando que Paulie fuera enjuiciado y encerrado por el resto de su vida.

Yo, que estaba viendo la conferencia de prensa por televisión en el hostal, estaba furiosa. Si hacían un nuevo juicio y lo declaraban a Rob nuevamente culpable, no volvería a prisión porque ya había cumplido la condena y si lo dejaban en libertad, es decir si era absuelto, el Estado nunca enjuiciaría a Pauli basándose en el testimonio de una persona tan poco fiable como era Will Nebel, aunque para todo el mundo fuera el asesino.

Para ese entonces se ve que todos se habían enterado de la conferencia que se estaba llevando a cabo, porque cuando me dí vuelta el salón estaba lleno de gente. El primero que se animó a hacer un comentario, fue el recepcionista, abiertamente en defensa de Paulie. Otros opinaban a la inversa y lo inculpaban directamente a Rob.-

El abogado de Rob, al ver que los medios de comunicación asediaban a Will Nebel, el declarante y lo acosaban diciéndole que podía ir a la cárcel por perjurio, salió al cruce respondiéndoles en su lugar que el delito ya había prescrito, por lo que no corría peligro de ir a la cárcel.

Alguien preguntó si le habían ofrecido dinero al Sr.Nebel para decidirse a dar esa declaración. Y nuevamente fue el abogado quien se hizo cargo de la respuesta, contestando obviamente que no. También agregó que Andrea perseguía a Bob, llamándolo con frecuencia y la tildó de muy coqueta, muerta por los chicos y la definió como una chica muy popular. Lo que insinuaba me estremeció. Continuó explicando que el error de Rob fue dejarse llevar por el pánico al descubrir el asesinato. Corrió a su casa sin ver que en su vehículo transportaba también el elemento homicida, el gato, sucio con la sangre de Andrea. Cuando llegó a su casa lavó toda su ropa para borrar las manchas de sangre.

El presentador de CNN dijo que desde su casa los estaba siguiendo por televisión el detective retirado Marcus Longo, interviniente en la investigación en aquél momento. Al preguntarle su opinión respecto de la declaración del testigo, dijo que no tenía ninguna duda que era una mentira de pies a cabeza y que el único culpable era Rob Westerfield, tal como se lo había declarado en aquél momento y añadió que no podía concebir que intentaran culpar a una persona que además de inocente tenía capacidades limitadas, que esa actitud le parecía despreciable.

La gente empezó a retirarse del salón pues la conferencia de prensa había terminado. Yo hice lo propio y pensé que en algún momento tal vez me pusiera en contacto con el detective Marcus Longo, que se había mostrado tan indignado por la pantomima que nos acababan de mostrar.

Fui a recorrer el pueblo, que había cambiado mucho. Cuando pasé delante de mi casa detuve el auto. Cuando me vió la señora Hilmer, nuestra vecina, salió a saludarme. Eran muy buenos amigos de mi familia. Sin embargo, me dijo que a veces se preguntaba si Rob no habría sido condenado debido a la mala reputación que tenía. Agregó que creía en parte la declaración de Will Nebels. Era verdad que esa noche había entrado a robar a la casa de la abuela de Rob, pero además, en qué lo beneficiaría a Will contar esa historia y por otra parte, la tutora había testificado que cuando Paulie se enteró de lo que había pasado, salió gritando de la clase “no pensé que estuviera muerta”.

La señora Hilmer continuó: Ellie, me vino a ver ese hombre que está escribiendo un libro sobre el asesinato de tu hermana. Parece que alguien le comentó que era amiga íntima de todos ustedes.

Me interesé en saber cómo era esa persona y me dijo que se trataba de alguien muy educado. Dijo que había averiguado si mi padre era tan estricto con Andrea porque se escapaba para verse con montones de chicos y por supuesto le dije que eso no era verdad. Agregó que ella creía que lo escribiría de tal forma que daría a entender eso. Y me alertó para que me manejara con cuidado porque había oído decir que el escritor tenía conceptuada a Ellie como una niña inestable emocionalmente. Y eso también lo va a insinuar cuando escriba su libro.

Luego de escuchar esto, por toda respuesta le dije a la señora Hilmer que yo me encargaría de investigar todo lo que fuera necesario sobre la muerte de mi hermana y escribiría con lujo de detalles la sórdida vida de Rob Westerfield, tanto que cuando lo lean nadie querrá pasar más ni siquiera por la acera de su casa y si lo llevan a un segundo juicio, no habrá jurado que quiera absolverlo.



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