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miércoles, 22 de mayo de 2013

EL SECRETO DE LA NOCHE (PARTES II - III - IV - V)





Paulie tenía 16 años. Trabajaba en la estación de servicio de Hillwood cuando salía del colegio y los sábados todo el día, salvo cuando en la temporada de béisbol entrenaba o jugaba algún partido. Alternativamente ayudaba a sus padres en su negocio en el mismo horario. Era muy buen mecánico pero muy flojo en los estudios. Paulie medía 1,70m, tenía cabello rubio, ojos azules y redondas mejillas. Su cuerpo era robusto. En el único lugar que se destacaba era en el equipo de rugby.
El viernes se conoció en el colegio la noticia del asesinato de Andrea. La Srta.Watkins entró al aula de Paul y comunicó a toda la clase la triste noticia. Naturalmente se oyó un coro de llantos, gritos y exclamaciones al unísono. Se escuchó un solo NO que sobresalió por entre todos los demás. Cuando Paulie escuchó eso se puso inmediatamente de pie y gritó muy fuerte… NO y estalló en sollozos. Cuando salió corriendo de la clase dijo algo que sólo el alumno que estaba en el primer asiento pareció escuchar: ¡no puedo creer que esté muerta!
La Srta.Watkins estaba convencida que lo que había dicho era: ¡no pensé que estuviera muerta!
Ese día Paulie no fue a la estación de servicio ni llamó a su jefe para avisarle el motivo de su ausencia.
Cuando llegaron sus padres a la casa lo encontraron tirado en la cama boca arriba con la mirada fija en el techo y su cama rodeada de fotos de Andrea. Cuando entró al cuarto su padre, la señora le hizo un gesto con la vista y rodeó a su hijo con sus brazos calmándolo. Paulie dijo a su madre que había invitado a Andrea a una fiesta y le dijo que iría con él. La quería mucho, mamá.
Al día siguiente, sábado, Paulie fue a trabajar a la estación de servicio y dio las disculpas por no haberse presentado el día anterior a trabajar. Por la tarde, su padre Hans fue a entregar un jamón y varias ensaladas a la casa de los padres de Andrea y aprovechó para transmitirles su sentido pésame.
Ellie extrañaba mucho a su hermana y deseaba que ésta volviera, que su madre no llorara más y que su padre le hablara, cosa que había dejado de hacer a partir del momento que les transmitió la terrible noticia.
Su padre la increpó porque ella, sabiendo que su hermana había ido al garaje la noche anterior, lo cayó y de haberlo dicho pudieron haberla salvado.
Cuando a Ellie la interrogó la policía, ella recordó lo que Andrea les había dicho a sus amigas… Ellie no es una buchona, es una buena niña. Tras el recuerdo, se largó a llorar y la policía desistió del interrogatorio.
Por la tarde llegó a casa de Andrea el detective Marcus Longo. Se retiró con Ellie al comedor y cuando estuvieron a solas le contó que se habían enterado, por sus propias declaraciones, que cuatro amigas de Andrea acudían frecuentemente al escondite con ella, pero que ninguna admitió haber estado ese día con ella, por lo que quería saber si había alguna otra amiga que también lo hiciera. Ellie contestó que no. También quiso saber si se citaba con alguien en ese escondite, pero Ellie no podía traicionar a su hermana, no podía hablar de Rob.
El detective insistió sobre la posibilidad de que la misma persona que había asesinado a Andrea podía ir tras otra persona y terminar con ésta de la misma forma, por lo que su colaboración sobre cualquier detalle que recordara sería de muchísima utilidad.
En un momento Ellie pensó que tal vez no fuera romper una promesa, contarle al detective que Andrea y Rob a veces se encontraban en el escondite.
Le dijo que creía que esa noche se había encontrado con él, debido a que Paulie la había amenazado con contar sus encuentros en el garaje con Rob, si no accedía a ir con él a la fiesta de acción de gracias. Como Rob se enojó mucho con ella cuando se enteró, Andrea necesitaba explicarle el motivo por el cual había accedido a ir con Paulie.  
El detective quiso saber cómo sabía Paulie que Andrea y Rob se veían en el escondite y Ellie le dijo que parecía que a veces la seguía a Andrea, porque quería que fuera su novia.
Rosita pertenecía al personal de servicio en la casa de Rob. Cuando el sábado llegó de regreso luego de un día fuera de la casa, vio que alguien había lavado ya la ropa. La madre de Rob dijo que había sido ella, que había preferido tirarla en la lavadora en lugar de dejarla tirada por ahí. Sin embargo, no era cierto y no sabía porqué se le había ocurrido decir eso. Pensó que tenía que ser su hijo Rob quien hubiera utilizado la lavadora, pues su marido jamás la habría tocado.
Rob había estado malhumorado y nervioso durante todo el día anterior. Su madre creyó que el asesinato de Andrea lo entristecería, pero en cambio no le dio mayor trascendencia y le dijo a su madre que apenas la conocía.
Linda, la madre de Rob, subió la escalera despaciosamente, con la sensación de que un desastre venía en camino. Sin vacilar, entró en la habitación de Rob. Hacía un rato había salido a correr y regresaría en cualquier momento. La cama estaba deshecha pero el resto de la habitación estaba curiosamente ordenada. Rob era muy meticuloso con su ropa limpia pero sumamente descuidado con las prendas usadas. Linda pensaba encontrarse con la ropa que había llevado el jueves y el viernes desparramadas por el suelo, esperando que volviera Rosita y las recogiera, por lo que esa pulcritud no dejaba de asombrarla. El cesto que estaba en el baño también estaba vacío, quiere decir que entre el jueves a la mañana, que Rosita se fue y la mañana del sábado, había lavado y secado todas las prendas que había usado los dos días pasados. Pero ¿por qué? Dejó todo como estaba en la habitación y se fue corriendo porque Rob estaba por regresar. Entró al cuarto de baño y buscó en el botiquín dos píldoras para contrarrestar el dolor de cabeza que estaba comenzando. Cuando desde el baño miró por la ventana que daba al patio delantero, vio que se estaba acercando un automóvil desconocido. Al rato sonó el timbre y en unos segundos Rosita subió la escalera y le entregó una tarjeta.
Desea hablar con Rob. Como le he dicho que no estaba me contestó que lo esperará.
Cuando Linda leyó el nombre de la tarjeta, tuvo que sostenerse porque estuvo a punto de caer: la tarjeta decía detective Marcus Longo.
Ellie subió la escalera para ir a su dormitorio. Desde la muerte de su hermana todos la ignoraban. Cuando pasó delante de la habitación de Andrea la abrió muy despacio para ver si Andrea estaba allí, en cambio estaba su padre de pie ante el escritorio de Andrea, sosteniendo una foto de su pequeña hija Andrea. Papá le cantaba para que se durmiera. Ellie le había preguntado a su madre si con ella hacía lo mismo pero le había dicho que no porque ella nunca había dado ningún problema. Y Ellie recordó la letra de la canción… “eres la niña de papá… eres el espíritu de navidad, la estrella de mi árbol… eres la niña de papá” Y mientras ella miraba, su padre se sentó en el borde de la cama y se largó a llorar.
Ellie retrocedió y tan despacio como había abierto la puerta, la cerró y corriendo se encerró en su habitación.




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