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miércoles, 22 de mayo de 2013

CINCUENTA SOMBRAS DE GREY (PARTE XV y XVI)


  



Cuando Christian llega a su casa, replantean todos los no que ha incorporado Ana al contrato. Finalmente él le dice que los acepta con la condición que acepte el regalo que tiene para ella con motivo de su graduación. Le coloca su campera en los hombros y van hacia la puerta. Afuera hay estacionado un auto rojo descapotable de tres puertas… es un Audi.Ana está furiosa ¡Con lo que me costó aceptar la colección de libros! Y ahora esto! Christian Insiste con que el escarabajo es viejo y peligroso Finalmente Ana lo acepta a préstamo, como la computadora que también le obsequió.

La toma de la mano y la lleva dentro de la casa, directo al dormitorio.

Ana está acostada encima de él, con la cabeza en su pecho, intentando recobrar la cordura. Christian tiene puesta su camiseta. Ana extiende la mano sobre su pecho para acariciarlo y él la toma en el aire y con disimulo se la lleva a sus labios. A la joven no le pasó desapercibido el hecho y le pregunta, ¿porqué no te gusta que te toquen?Porque tengo pocas luces, Ana… y muchas sombras…. Cincuenta sombras más…. Mi introducción a la vida fue muy dura… pero te aburriría contándote esto… por favor no lo hagas y listo.Frotan sus narices y se levantan. Ana lo mira y le da la impresión de que acaba de poner un tilde en uno de sus objetivos. Así se siente ella y recuerda que todavía no ha firmado el contrato.

Christian se le acerca y le habla muy bajito en un tono amenazador que a Ana la excita. Vuelven a tener relaciones pero en este caso él comienza con los azotes. Primero la acaricia y luego viene el golpe. Sigue como un ritmo: caricia, manoseo, azote. Ana siente que cada vez le cuesta más aguantar. Ya le duele hasta la cara de tanto contraerla. En el fondo está deseando decirle que pare pero no quiere darle esa satisfacción. 18 azotes en total. Le arde el cuerpo por la agresión tan despiadada. Luego de eso la posee.

Permanecen un tiempo abrazados y luego Christian le dice que tiene que irse y le pregunta si está bien. Ella lo medita un instante. Su trasero está al rojo vivo, sin embargo se siente radiante y le contesta: sí, estoy bien. Él regresa del baño con un aceite para niños y se lo aplica para calmarle el dolor.

Cuando se va, Ana cierra la puerta y mira todo el departamento donde sólo estará dos noches más pues se mudarán con Kate a Seattle. Ha estado allí y ha sido muy feliz durante casi cuatro años. Está bien, pero en el fondo se siente mal. La llama a su madre y no puede evitar largarse a llorar. Su madre se muestra preocupada y le pregunta qué le ha pasado. Ella le cuenta que se ha enamorado de alguien muy distinto a ella y que no está segura si debería continuar con él. Su madre se muestra contenta y por toda recomendación le pide que se calme y que lo mantenga a raya hasta que verifique si es digno de ella. Uau…Esas palabras suenan fuerte para Ana.  Ella siempre se preguntaba se era digna de él.   

Su madre la invita a visitarla en Georgia para tomar un poco de distancia y ver las cosas desde otra perspectiva, pero Ana le cuenta que el lunes tiene dos entrevistas de trabajo en Seattle. En ese momento llega Kate y Ana saluda a su madre y se despide de ella, prometiéndole que hará lo posible por ir a visitarla.

Cuando Kate ve que Ana ha estado llorando y se entera que ha estado con Christian, le dice que lo debe mandar a paseo, ya que desde que lo ha conocido ha estado trastornada. Kate es mucho más resuelta y no puede ver a Ana debatirse en un gris permanente.

Kate le cuenta que cuando regresen de las vacaciones, su hermano Ethan irá a vivir con ellas. Ana piensa que no cree que a Christian le caiga demasiado bien cuando se entere de esa noticia. Kate se ha puesto de novia con Elliot, hermano de Christian, así que toma el teléfono para llamarlo.

Mientras tanto Ana recibe un correo de Christian, donde le aconseja tomarse un ibuprofeno y no usar más el escarabajo. También la tranquiliza diciéndole que Taylor, su chofer, se encargará de la venta de ese auto. Intercambian unos cuantos correos y Ana termina diciéndole que no lo quiere, porque nunca se queda en casa con ella.

Cuando Ana se va a dormir, no puede dejar de pensar en todo lo que pasó ese día y sobre todo el malestar que le causa haberse enamorado de un hombre emocionalmente tan conflictivo, que está segura que la hará sufrir. Alguien que admite estar completamente jodido, tal fueron sus palabras. Pensar que de niño fue víctima de insoportables crueldades le da tanta tristeza que se pone a llorar desconsoladamente. Su congoje se ve interrumpida por los gritos que escucha fuera en el salón. De pronto su puerta se abre e ingresa Christian. Ha estado discutiendo con Kate, porque ésta al verlo se le ha plantado y le ha dicho que desde que apareció en la vida de Ana, ésta lo único que hace es sufrir y llorar. Christian le dice a Ana: me has dicho que querías que me quedara, así que he venido. Le pregunta a qué se debe su llanto y presume seguidamente que es porque le ha pegado. También agrega que de haberse imaginado que quedaría así jamás la hubiera dejado, deduciendo que cuando le dijo que estaba bien, la realidad era muy distinta. Christian le dice que deben ser sinceros y que debe decirle la verdad no lo que cree que él quiere escuchar. Ana le confiesa que no le ha gustado lo que le ha hecho y que prefiere no volver a pasar por eso. Christian le contesta: es que me gusta el control que me proporciona, Anastasia. Disfruto castigándote. No pretendo cambiarte, sólo me gustaría que mostraras respeto hacia mí y no desafiaras las normas que te he impuesto.

Ana no puede entenderlo. Él está triste viéndola así como está, llorando y sin embargo admite que quiere continuar pegándole. Él continúa. Yo soy así Anastasia. Necesito tener el control sobre tu persona. Me excita ver que eres mía y que puedo hacer contigo lo que me venga en ganas. ¿Porqué no me contestas Anastasia? Tanto te intimido? Por email siempre me dices lo que piensas pero ahora no hablas. ¿Me puedo quedar? Quédate, quería que vinieras. Se acuesta a mi lado. Con cuidado se acerca, me rodea con los brazos y me estrecha contra él. Abrigada entre sus brazos, caigo en un tranquilo sueño.  
 


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