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lunes, 28 de octubre de 2013

MALTRATO INFANTIL

  
 
Una persona que ha sido maltratada en su infancia, es posible que al ser adulto sufra trastornos emocionales serios y de personalidad. Algunas de las secuelas pueden ser: ansiedad, depresión, adicciones y agresividad.
Esto ha sido demostrado por el psicoanálisis. Se trata de factores psíquicos que siguen activos a pesar de los años transcurridos. Pueden manifestarse de diferentes formas y cualquiera sea la edad.
El niño lastimado y herido que queda en el interior del adulto, puede manifestarse con ansiedad, pensamientos negativos, depresión, síntomas psicosomáticos o estrés. Desde lo externo puede demostrarlo con conductas impulsivas, agresividad, actos de violencia, adicciones, consumo indebido de drogas o alcohol, prácticas sexuales de riesgo, entre otras cosas.
Las investigaciones han demostrado, además de todo lo dicho, los efectos que se producen en el cerebro, debido al maltrato infantil, ya que su desarrollo y su adecuado funcionamiento dependen de los buenos tratos y de los cuidados recibidos, sobre todo con anterioridad a los 4 años.
Un niño que ha recibido buen trato produce secreción normal de neurotrofinas. Las neurotrofinas son las responsables del crecimiento adecuado de las neuronas, de su migración a la región pertinente, de que desarrollen las ramificaciones necesarias para crear eficientes redes funcionales y además que los nervios se mielinicen. Todo esto junto es básico para que el desarrollo intelectual, motor, vincular y afectivo de los niños sea saludable.
Cuando hay maltrato el organismo produce excesivo cortisol. El cortisol destruye neuronas en regiones muy importantes como el hipocampo.  El hipocampo es una de las pocas zonas del cerebro donde después del nacimiento se siguen generando nuevas neuronas , por lo tanto se trata de una zona muy vulnerable al exceso de cortisol. Además se activan sostenidamente la amígdala y la corteza cerebral visual y se desactiva la región del lenguaje verbal. La amígdala es el centro del miedo y la corteza cerebral visual es como si ella siguiera percibiendo el evento traumático.  
También se ha descubierto que los niños que han sido maltratados tienen más desarrollado el hemisferio cerebral derecho, inversamente a lo que pasa en niños normales. Este hemisferio es el responsable de controlar las emociones, especialmente las negativas.
Por todo lo dicho, una persona adulta que ha sido maltratada en su infancia, tiene muchas más posibilidades de sufrir problemas de conducta, mentales y físicos, debido al daño cerebral que se le ha causado y que por supuesto justifican un tratamiento integral.

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