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lunes, 15 de octubre de 2012

HISTORIA DE MI VIDA - PARTE 20

..continuación







Gustavo se fue de la Granja, volvió a casa y continuó con su terapia, donde a veces iba y a veces no.
Marcelo vivía con el padre, trabajaba en Gas del Estado y estudiaba Ciencias Económicas. Se puso de novio con Gabriela y se casaron el 13 de setiembre de 1986, en la Iglesia San Benito de Palermo. Carlos y yo y los padres de Gaby fuimos sus padrinos de boda. Fueron a vivir al departamento que les había regalado la abuela paterna. Marcelo había abandonado la facultad. Tuvieron 4 hijos, 1 varón y 3 nenas. Como novedad les cuento que el primero y la segunda nacieron el 25 de marzo, con 2 años de diferencia y la tercera el 26 de marzo con 2 años de diferencia. Como se imaginarán fueron objeto de numerosas cargadas. La cuarta nació en diciembre. Hoy tienen 24-22-20 y la menor cumplirá 18 en diciembre.
El 1 de febrero de 1991, Gustavo se casó con Claudia en la Iglesia Santa Rosa de Lima. Fuimos los padrinos mi primo Mario y yo y los padres de Claudia. Carlos estaba algo enfermo y no pudo estar. Como les dije, tanto Claudia como sus padres amaban profundamente a Gustavo. La realidad es que era un chico buenísimo que se lo amaba con mucha facilidad… pero estaba enfermo.
Yo no estaba de acuerdo con el casamiento, porque no me parecía el momento oportuno y porque no lo veía en condiciones para dar ese paso, pero eran mayores de edad e insistieron. Creían que cambiando de ambiente y con todo el amor que tenían para darle en exclusividad, lo iban a ayudar en su adicción. A pesar de todo lo que le dieron y de cómo lo atendieron, lamentablemente no fue así y hasta tuvo 2 intentos de suicidio. Finalmente terminaron separándose y Gustavo volvió a casa a vivir con nosotros.
En junio de 1992 me acogí al retiro voluntario de Gas del Estado, resuelta ya a dejar de trabajar definitivamente. Con mi indemnización, que no era mucha, habíamos decidido con Enrique comprar un taxi que lo trabajaría él y “como no nos alcanzaba decidimos hacer una hipoteca del departamento que habitábamos”. Pero en ese momento no otorgaban hipotecas bancarias, así que hicimos una hipoteca con un particular, en una escribanía, que la teníamos que pagar en dólares. (Esta hipoteca por poco termina con mi vida… ya van a ver porqué). En base a los cálculos que habíamos hecho, el ingreso del taxi me permitía quedarme finalmente en casa. Teniendo en cuenta que el problema de Gustavo se agravaba con el paso del tiempo, mi presencia en la casa era más que indispensable. Enrique había renunciado a Fuerza Aérea, hacía ya bastante tiempo y no le iba demasiado bien en la Agencia de Viajes, así que ni bien compramos el taxi renunció a la agencia y empezó a trabajar con él.
Pero los negocios difícilmente salen como uno los planea y más en nuestro caso, que cuando llovía sopa estábamos siempre con el tenedor en la mano. No nos iba demasiado bien… El taxi tenía buen ingreso pero el auto se llevaba un porcentaje muy alto en gastos de taller.
Seis meses después, en febrero de 1993, recibí una propuesta para ingresar a trabajar en una empresa de comunicaciones (Eastel) como secretaria del Gerente de Obras. Inmediatamente acepté la oferta, porque los números de mi casa, que en un comienzo eran ideales, ya no cerraban y no podía, ni quería, desaprovechar esa oportunidad. 
Cuando salió la ley de divorcio vincular (no recuerdo el año), Carlos y yo nos divorciamos legalmente, así que el 29 de octubre de 1994 Enrique y yo legalizamos nuestro casamiento en la República Argentina.
El 14 de diciembre de ese mismo año o sea un mes y medio después, falleció Carlos a los 58 años. Su muerte me pegó demasiado fuerte, porque era un hombre al que siempre quise mucho. Las diferencias que tuve con él como pareja jamás las extendí a la persona. Fue siempre buen esposo, mejor padre y excelente persona y siempre digo que si los desentendimientos que tuvimos y que nos llevaron a la separación, se hubieran producido teniendo yo otra edad, siendo más adulta, creo que al menos hubiera luchado un poco más para no llegar a la disolución del matrimonio, por el que, como dije en su momento, tuve que pagar tan alto precio.
Y dicen que cuando alguien se va, siempre alguien llega y así fue… 13 días más tarde, el 27 de diciembre, nació Camila, la hija menor de Marcelo…
Pero en mi caso, siempre hay un poco más de todo y 6 meses más tarde, el 30 de junio de 1995 falleció Gustavo. Todo empezó con un enorme dolor de cabeza. Llamé a 3 médicos que al hilo me recomendaron la internación inmediata. Los diagnósticos eran a cual peor: tuberculosis cerebral, meningitis, toxoplasmosis o un tumor cerebral. Cualquiera de ellos era gravísimo. Lo interné en el Hospital Pirovano, porque no tenía obra social. Le empezaron a hacer análisis de todo tipo. Al segundo día tuvo una hemiplejía. Como los resultados de los estudios todavía no estaban, el neurólogo lo empezó a medicar por toxoplasmosis y se mejoró notablemente… es más, se le fue… pero lo que no se le iba era el terrible dolor de cabeza. El tercer día la llamé a Claudia, porque se separaron en muy buenos términos y ella le había dicho que si en algún momento la necesitaba no dudara jamás en llamarla. Así que la llamé y a partir de ese momento no se movió de su lado hasta el último día. Incluso pidió licencia por familiar enfermo, porque no estaban divorciados y se quedó día y noche a su lado. Estuvo 24 días internado. Ya habían llegado los resultados de los estudios y el diagnóstico había sido toxoplasmosis. Estaba mejorando y ya se le estaba calmando el dolor de cabeza. Pero un día le recrudeció. A la noche le hicieron una resonancia magnética pero al día siguiente, cuando llegó el informe del estudio, ya había caído en “estado de coma irreversible”.  El informe decía que  “tenía un aneurisma cerebral congénito, que al ser rozado por el edema que produce la toxoplasmosis, lo había hecho estallar cayendo en estado de coma irreversible”. Ese fue el último día que yo lo ví porque no pude volver al hospital. Ahora estoy arrepentida porque dicen que las personas que están en coma te escuchan cuando les hablás, pero en aquél momento no se sabía. Yo hice lo que pude, lo que me salió, me quería matar, me quería tirar debajo de un tren, no podía con mi vida. Fue terrible. Estuvo 5 días en coma en terapia intensiva y falleció el 30 de junio. Tenía 27 años. Ahí comenzó otra etapa de mi vida.
..//continuará

                                                              El rincón de neche (Elsa)

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