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martes, 9 de octubre de 2012

HISTORIA DE MI VIDA - PARTE 19






 

Ya de regreso en casa, a mediados de año lo sorteaban a Marcelo para hacer el servicio militar. ¿A que no saben qué Fuerza le tocó? Sí… Marina… la más larga… jajaja… con nuestra suerte no podía ser de otra manera y el número creo que fue novecientos noventa y pico, uno de los últimos. Bueno, la parte buena de Marina es que cuando ingresan saben exactamente el día que salen y ya no eran más dos años sino 14 meses. Marcelo entró el 2 de febrero de 1982 y tuvo que hacer la instrucción en Punta Indio, bastante alejado de Buenos Aires. Nos permitieron ir solamente 2 veces a visitarlo en 50 días. Un día se me apareció vestido de marinero en las oficinas de Gas del Estado. Me dio una enorme sorpresa porque no lo esperaba. Había terminado la instrucción y volvía a casa. Al día siguiente de llegar, estalló la guerra de Malvinas. Marcelo me contó que cuando los formaron para irse les dijeron: “el que quiera hacer el curso de ….. (algo, no me acuerdo) se pone en esta fila y el que no, se pone en esta otra. Obviamente él se puso en la otra. Después se enteró que los de la otra fila habían ido todos a Malvinas (nuevamente la mano de Dios se hizo presente).
Nosotros habíamos tocado cielo y tierra para que no lo mandaran a ninguna base naval. Mi cuñado Orlando, en Bahía Blanca, habló con un conocido de Puerto Belgrano y lo destinaron al archivo de la Armada, en la capital, así que venía todas las noches a dormir a casa. A los 14 meses le entregaron nuevamente su DNI. Era abril de 1983.
Al poco tiempo ingresó a trabajar en Gas del Estado y decidió irse a vivir con Carlos, su papá.
Los problemas con Gustavo se habían agudizado cada vez más. Un día Enrique encontró en casa un cigarrillo de marihuana. Era la prueba que ya no nos permitía hacer oídos sordos al llamado de auxilio que él nos estaba dando y que nosotros no sé si no nos dábamos cuenta o no aceptábamos que eso pudiera estar ocurriendo. Gustavo tenía 17 años. De más chico ya había sido atendido por una psicopedagoga que más tarde le dio el pase a una psicóloga... todo ello supervisado por una psiquiatra y la jefa de psiquiatría. La terapia era para todo el grupo familiar y cada tanto teníamos una reunión general donde estábamos presentes todos. Después lo anotamos en el Programa Andrés (de adicción a las drogas) y allí concurría diariamente al hospital de día. No podía quedar solo ni un solo segundo. Lo llevábamos y lo íbamos a buscar. En casa estaba permanentemente monitoreado por alguien de la familia. Era agotador, pero recién ahora que lo escribo me doy cuenta, porque en el transcurso el estrés era tan fuerte que no nos quedaba margen para sentarnos a mirar para atrás. Era mirar siempre para adelante y todos en la misma dirección. Tuvo el apoyo de absolutamente toda la familia. En el Programa Andrés.había reuniones de padres, de hermanos y de parejas. Concurrimos todos, incluso Carlos, Marcelo y Claudia, su novia. Gustavo se había puesto de novio con Claudia, con quien más adelante contrajo matrimonio. Claudia no era adicta y concurría a las reuniones de novias como todos nosotros. Sus padres amaban a Gustavo y a pesar de que era su única hija, apoyaron la relación y lo ayudaron de una manera increíble hasta el final. 
El hospital de día duraba 4 o 5 meses y luego los pasaban a una Granja que era a puertas abiertas. Allí residían en forma permanente y se podían ir en el momento que quisieran. Si se daba el caso, hacían una reunión para tratar de convencer al interno de quedarse y si fallaban en el intento, el interno tenía la libertad de volverse a su casa. Eso sí, el Programa no les proporcionaba absolutamente nada para su viaje o sea que tenían que volver caminando o haciendo dedo hasta su casa. Y así lo hizo…
..//continuará
                                                            El rincón de neche (Elsa)








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