El diminuto crustáceo, alimento clave, sufre un impacto doble de la actividad humana.
El doctor Rodolfo Werner, doctor en biología y asesor científico del Proyecto Internacional para la Conservación del Kril Antártico, refiere que con motivo del calentamiento global, parece que determinadas poblaciones de ese pequeñísimo crustáceo se ha reducido hasta en un 80 % en los últimos 30 años y agrega que a eso hay que sumarle el aumento de las capturas de kril para ser usado para alimentar a los salmones de criadero y para elaborar productos dietéticos debido a los ácidos grasos Omega 3 presentes en el kril.
El kril cuenta con ácidos grasos útiles para fabricar superalimentos que se comercializan en el consumo humano.
Todo esto afecta a la inmensa mayoría de los animales que habitan en el ambiente antártico debido a que el kril es la base de su cadena alimentaria.
La explotación ha causado profundos impactos en el ecosistema marino antártico y sus consecuencias aún no han sido comprendidas en su total magnitud.
No debemos olvidar que la fauna que habita la Antártida depende del mar como fuente de alimentación, razón por la cual no se puede concebir la protección ambiental de la Antártida sin conservar sus recursos marinos.
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