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lunes, 5 de septiembre de 2016

REFLEXION SOBRE EL CASO DEL MEDICO QUE MATO AL LADRON


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Al médico Villar Cataldo le juraron venganza por haber matado a Ricardo Krabler, de 24 años y dijo que deberá mudarse, aunque no quiere hacerlo. Un sacerdote del barrio había organizado una marcha y oración religiosa por la paz de todos, pero debió suspenderse porque entre los vecinos hay criterios encontrados. El joven ladrón que lo atacó era su vecino... vivía a sólo cuatro cuadras de su consultorio. El barrio Libertador, en Loma Hermosa, está más convulsionado que de costumbre, porque dicen que en los dos últimos meses se incrementaron los delitos. Aseguran que los ataques que padecen las víctimas son siempre de vecinos de la villa cercana. Yo creo que todo esto merece una reflexión por parte de cada uno de nosotros. Quién es la víctima y quién es el victimario? No soy juez, no soy fiscal, no soy abogado, soy una ciudadana como Uds., que ni siquiera puede aplicar el criterio para dar una opinión personal. No puedo opinar porque no sé cómo se desarrollaron los hechos verdaderos y aunque lo supiera es un caso que a mí me supera. No puedo opinar porque no tengo la menor idea de mi reacción si me enfrentara a un caso similar (Dios quiera que nunca me toque). Pero sí creo que, aunque sea, merece una reflexión de mi parte. Para mí, en este caso hay dos víctimas y dos culpables. El médico es una víctima porque lo atacaron cuando salía tranquilamente de su consultorio, donde había pasado toda la tarde atendiendo para intentar salvar la vida de las personas. Pero también es una víctima el joven de 24 años que terminó muerto. Culpables son ambos, el ladrón por atacar al médico y amenazarlo con matarlo exhibiendo un arma y el médico por excederse disparándole al pecho. Pero no estaba practicando tiro cuando lo hizo. Supongo que disparó con tanta mala suerte que en lugar de provocarle sólo una lesión, el tiro fue tan certero que le causó la muerte. Dicen que el pistolón que llevaba el atacante y con el que lo amenazó, estaba descargado, pero frente a un ataque con un arma, aún si ésta es de juguete, el miedo nos paraliza y no existe la menor posibilidad de que pensemos en eso... lo único que creemos cuando nos amenaza es que nos va a matar. Es imposible pensar en ese momento, como pretenden, si dispararle va a ser una legítima defensa, ni tampoco vamos a saber si lo que estamos por hacer es exagerado o desproporcionado en ese hecho. Porque somos ciudadanos comunes, no estamos en esos detalles y sólo hacemos lo que podemos... e instintivamente. Pero la realidad es que lo mejor es no armarse para evitar tener la tentación de usar el arma, porque cuando ya nos ha pasado más de una vez, como a este médico, debe ser difícil contenerse. Cuando te pasan estas cosas y se sufren entraderas y demás, llega un momento que creo que todos pensaríamos lo mismo... la próxima me compro un arma y si me atacan de nuevo los mato yo primero. Pero por suerte estas cosas sólo se piensan en un momento difícil... casi nunca se llevan a cabo. No podemos vivir con miedo de salir a la calle. Nosotros no tenemos la culpa de que la vida esté como está y que la plata no alcance. No es razón suficiente para salir a robar y a matar. No es verdad que los que matan son todos pobres. Hay pobres dignos y ricos indignos. En esta vida hay de todo y no puede ser que las soluciones las tengamos que buscar nosotros. El Estado tiene que hacer su parte, la más importante. Es razonable pensar que las cosas no van a cambiar de un día para el otro, pero en algún momento hay que empezar. Y mientras tanto, la justicia debería considerar la acción de la víctima primigenia, como se considera una acción por emoción violenta. Lo último que debería pensarse es en la aplicación de una pena.

Fuente: Diario "La Capital" - Reflexión Elsa Bernardi
                                                                                         Elsa Inés Bernardi Semino

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