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jueves, 17 de julio de 2014

Bergoglio curado "milagrosamente" por Liu Ming


El monje taoísta Ming en su despacho de Buenos Aires
El monje taoísta Liú Ming en su despacho de Buenos Aires
El Papa Francisco, cuando era cardenal de Buenos Aires, solía tener frecuentes problemas de salud. Se operó de la vesícula, era diabético y tenía muchos problemas hepáticos. También fue sometido a una cirugía de pulmón y tuvo graves problemas de corazón. Fue examinado por un equipo médico y se le recetó una cirugía de corazón con la mayor celeridad posible. Cabe agregar que el Cardenal Bergoglio tomaba medicamentos debido a estos problemas. Fue durante esta situación crítica cuando Bergoglio conoció al monje taoísta Liu Ming, a través de un sacerdote amigo, cliente del monje. Bergoglio lo llamó a Liu y le dijo que le gustaría hacerle algunas consultas médicas. Ming fue rápidamente a la Catedral a verlo y a partir de ese momento continuó yendo allí tres veces por semana. Corría el año 2004. A medida que pasaba el tiempo cada vez las visitas eran menos frecuentes. Pasados 3 años, sólo iba a verlo cada tres semanas.
Liu Ming lo trataba a Jorge Bergoglio haciéndole acupuntura y masajes, según los métodos de la medicina taoísta. Y Ming agrega:
"Yo siempre digo que con la medicina china se puede vivir 140 años. Tenemos dos mundos, el externo y el interno; la medicina tradicional ve el exterior sin tener en cuenta que nosotros mismos tenemos soluciones para nuestro propio cuerpo. Este es el mundo interior".
El hecho es que luego que el monje le aplicó su conocimiento taoísta, Bergoglio se curó de su problema cardíaco y de las enfermedades que tenía. Abandonó todos sus medicamentos y actualmente mantiene su salud aplicando lo aprendido de este monje. 
Respecto a la curación espectacular del corazón de Bergoglio, Liu Ming nos explica:
"Transcurría el año 2005 cuando iba a suceder la elección del Papa. Los médicos querían operarlo, pero él no quiso. Gracias a mi tratamiento, su sangre comenzó a circular mejor por las arterias, que estaban obstruídas. Todo mi trabajo consistió en volver a dirigir la energía de su cuerpo. Luego de eso, Bergoglio terminó teniendo una confianza bárbara en mí. Los médicos que lo atendían, con la soberbia que los caracterizaba, quedaron obviamente resentidos conmigo, salvo la doctora Graciela Rodríguez que me vino a ver para aprender conmigo la medicina china".

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